miércoles, 8 de enero de 2014

LA FILOSOFÍA DE LA ACCIÓN: UNA FILOSOFÍA PARA LA VIDA

La ontología de la acción  se da inseparable de la psicología y de la ética en tanto praxis de los individuos. Pero es necesario indagar sobre ¿qué entendemos por acción? Ya que de ésta tanto hablamos y decimos. De allí que nos urge determinar qué significa realizar una acción o hacer algo en nuestras vidas.

            La acción es una actividad, que incluye para su realización un tipo movimiento o varios tipos movimientos; por lo que la acción es un proceso, el cual que tiene dentro de sí mismo su fin, es decir, el fin que se propone le es inmanente al individuo que lleva a cabo su acción. Por lo que un conjunto de disposiciones y facultades para conseguir este fin. En este sentido, el individuo es un agente activo de acción que se identifica con la acción y el fin que ejecuta.

            En la consecución de la acción es importante considerar y estar atentos a las características del proceso. Pues en este proceso el sujeto se ha de identificar con su meta, ya que a ésta tiende en su logro. La acción y la meta son de su interés, le atañen en su ser. El fin depende de la acción, y la acción del fin. Es una relación intrínseca.

            Ahora bien, ¿de qué tipo de acción estamos tratando? Estoy tratando sobre aquellas acciones que tienen en sí la índole de mi bienestar, de lo que yo quiero ser y hacer; por lo que adquieren sentido en el ámbito de mi acción. De allí que no podemos confundir el producir cosas con la acción que tiene un fin en sí misma, esto es, que su fin es ese ser que quiero ser. Es mi acción sobre mí mismo. Soy el fin de mi praxis.

            La acción no es un mero hacer. No es mero un movimiento, no es un mero producir. Mi acción me debe tener como fin a mí mismo. Porque entonces no es acción, sino es un movimiento externo a mí; un algo en lo que yo no estoy involucrado, es decir, en el que yo no soy un fin para mí mismo.

            La naturaleza de los fines es lo que distingue a la acción de la producción, si  entendemos que en ésta última el fin está fuera de sí misma. A veces, hacemos producción y movimientos sobre nosotros mismos creyendo que son acciones. Aquellas, producción y movimiento, nada tienen que ver con la psicología y la ética del individuo en la consecución de un fin que le es propio, que le es intrínseco.

            Muchos haceres que buscan el bienestar están fundados en la producción, esto es, en el producto que llega a ser lo que es mediante la técnica,  que es algo exterior. Por el contrario, la acción es un movimiento que tiene su fin dentro de sí mismo y se lleva a cabo en función de sí mismo. Como antes he señalado, tal fin soy yo, el yo que quiero ser para mí.

            La acción es siempre acción, porque tiene su fin en sí misma. Aunque se sirve de la producción, en tanto medio, para alcanzar su realización, por lo que tiene resultados que le son externos. Pero esto no cambia la naturaleza de la acción. ¿Cuál es la causa de la acción en nosotros? ¿Qué nos hace llevar a cabo esta praxis?

            Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, señala que “la causa de la acción es la elección, y la causa de la elección es el deseo y el pensamiento en vista del fin” (EN, VI, 2, 1139 a 31-34). Como apreciamos en este conjunto de con-causas, la causa de la elección es el deseo. ¿Qué se desea? Deseo mi bienestar, deseo ser lo que quiero ser. Como vemos el fin de mi acción está en mi mismo.

            Otro aspecto que debemos tener en consideración como causa de la acción es el pensamiento en vista del fin, a saber, nuestra deliberación sobre los medios para alcanzarlo. La acción no es algo ciego, impulsivo. La acción es elección y deliberación cuyas con–causas son el deseo y el pensamiento en vista del fin. Y como ya hemos indicado el fin yo soy, mi bienestar en tanto me realizo en el ser que quiero ser. En mi reconocerme, en dejar de ser otro, en dejar de ser lo que no soy, en dejar de estar desgarrado, en dejar de ser una conciencia desventurada. Esta es la búsqueda del fin último del hombre, que a decir de Aristóteles es la felicidad.

            Aquí nos encontramos, entonces, en el centro de la filosofía de la acción, es decir, de la filosofía de los asuntos humanos.

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