jueves, 23 de marzo de 2017

ACTUALMENTE HABLAMOS DEL AQUÍ Y AHORA: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Actualmente hablamos mucho acerca del aquí y ahora. Sin embargo, ¿estamos preparados para el allá? ¿Cómo estamos preparados para ese futuro inmediato que nos espera? ¿En cuál dirección avanzamos con respecto al mañana? ¿Qué nos estamos ofreciendo a nosotros mismos para cuando llegue ese mañana?

Descubrir que somos esa posibilidad que se nos damos a nosotros es importante. Estamos referidos permanentemente a ser nuestra propia posibilidad, a saber, que somos ese descubrirnos en nuestra naturaleza en nuestra esencia, que es el existir que realizamos cada día. Podemos decir que nos definimos por nuestro poder de ser nosotros, por el hecho de estar referidos a nuestra propia posibilidad.

Cuando habla de nuestra naturaleza, debemos entender que nos referimos al conjunto de nuestras fortalezas, virtudes, nuestro carácter; pues esto que  poseemos es lo que nos constituye como personas. Nuestra naturaleza es el poder de hacer o no hacer. En este sentido, es lo que nos hace existir y por existir somos algo real, algo que está presente en este mundo.

Si somos ese poder ser, entonces nuestro modo de ser es la posibilidad. El siempre poder ser algo a lo que en este presentamos somos. Hoy somos algo, pero dentro de semana habremos cambiado en algunos aspectos de nuestra vida, aunque no nos percatemos de ello. Esto se da porque estamos proyectados a nuestras oportunidades. Por eso no existimos como una mera realidad en el presente, sino como un proyecto que se va construyendo.

Existir es un estar afuera, como dijo Heidegger. Es un sobrepasar la realidad presente en dirección hacia la posibilidad de hacer las cosas que nos proponemos. En este sentido, es que somos posibilidades, oportunidades, a saber, un proyecto de vida. Nuestro ser, entonces, consiste en estar manifestándonos a las posibilidades  en un mundo de cosas y de otras personas, en un pensar-hacer cotidiano.

En la cotidianidad del mundo es donde realizamos nuestras oportunidades. Por ello, muchas cosas de esta cotidianidad son instrumentos que debemos aprovechar para llevar a cabo lo que deseamos. Estamos, en el mundo, referidos a nuestras propias posibilidades. Somos personas que proyectamos y encontramos las cosas para incluirlas en nuestro proyecto, como instrumentos necesarios. Por ejemplo, los libros son instrumentos, el estudio o el trabajo son otros instrumentos para llevar a cabo nuestros proyectos.

Debemos hacer el mejor uso posible de tales instrumentos. Porque de ellos depende la realización o no de nuestras oportunidades. Esto no permite apreciar que no son solo los deseos por los que hacemos las cosas; es el manejo adecuado y eficiente de los instrumentos, que tenemos a la mano, por lo que podemos ejecutar nuestro proyecto. Si no aprovechamos, p. ej., los estudios o el trabajo para hacer lo que deseamos hemos fracaso en el uso de tales instrumentos.

La totalidad de los instrumentos que tengamos a mano y su manejo eficiente es lo que determina nuestro éxito o fracaso. No hay unas instrucciones para hacer uso de dichos instrumentos, porque median nuestras circunstancias. Debemos, entonces, aprender racional y emocionalmente a usar los instrumentos para la consecución de nuestras metas. Por medio de tal uso construimos nuestra experiencia; por lo que podemos reconocer si estamos acertados o no en lo que estamos haciendo. Pues de alguna manera ya lo conocemos.

Porque somos constitutivamente la posibilidad de ser algo más de lo hoy somos, todas las estructuras de nuestra existencia poseen el carácter de apertura y de posibilidad. Como personas vivimos cada día en la forma de proyecto. A los ancianos, por el contrario, los oímos decir que ya ellos han hecho todo lo que tenían que hacer en la vida; esto se da por ya no se conciben como proyecto, sino como algo ya acabado, terminado. El joven es todo lo contrario, éste es la posibilidad totalmente abierta.  

Mientras nos concibamos como posibilidad, nos estaremos pensando como proyecto por realizar. Tendremos la esperanza de hacer las cosas que deseamos. Porque el proyecto o la posibilidad es nuestra guía; que por supuesto está abierto a modificaciones y ha ser desarrollado. Pues, todo proyecto es inicialmente solo un esbozo que debe ser plenamente elaborado.

La idea de proyecto define la totalidad de nuestra persona. Por ella nos podemos medir, evaluar en lo que estamos haciendo en la vida. El proyecto de vida nos da significados y sentidos; nos permite buscar la comprensión del mundo para insertarla en nuestras posibilidades. En la medida que vamos desarrollando nuestro proyecto vamos incorporando más significados, que conforman el mundo que vamos elaborando o  develando. Esto ocurre, solo en la medida que como personas somos el poder de llegar a ser algo más. Por tanto, debemos ser siempre una posibilidad abierta.

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martes, 21 de marzo de 2017

EN QUÉ CONCENTRAMOS NUESTRA VIDA: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Es necesario aprender a concentrarnos en aquello deseamos realizar. Ya que, todo aquello en lo que nos enfocamos tiende a aumentar por nuestro hacer. Si nos concentramos en nuestras debilidades, éstas aumentaran en sentido negativo, porque dedicamos mucha energía a ellas. Nos volveremos más torpes o más inadecuados en nuestro hacer.

Por esta razón es más adecuado que nos centremos en nuestras fortalezas. Pues, de esta manera, conseguiremos resultados más favorables a nuestro pensar-hacer. Seremos más esplendidos con nosotros y con los demás. Recordemos que donde se encuentra nuestra atención allí está nuestra intención. Si deseamos mejorar nuestra salud corporal, debemos centrarnos en nuestro cuerpo, en los ejercicios que deseamos hacer para conseguir ese objetivo.  

Un aspecto en el cual debemos centrarnos en evitar es la «actitud de víctima». Tal actitud no aporta nada a nuestro favor. Estar culpando a los demás lleva, frecuentemente, a un rompimiento de nuestras comunicaciones. Pues, nadie está obligado a tolerar nuestro comportamiento de víctima. Y no es tolerable estar masajeando en los demás nuestra condición de víctimas; nos agotamos en ella y no aportamos nada provechoso a nuestro hacer.

A veces nos culpamos y nos sentimos responsables de algo que no sabemos muy bien que es. O culpamos a otros para mitigar nuestra culpa. No obstante, no analizamos esa culpa que nos molesta, con el fin de entender de qué se trata tal culpa, si es real o no.
Asumimos, sin darnos cuenta, un permanente culpar. Ésta se convierte en un ciclo peligroso que puede llegar a actos violentos, al sentir que nadie nos comprende. Gritar y decir cosas ofensivas se convierte, en cualquier momento, en violencia física. La violencia generada por la culpabilidad constituye una permanente crisis de salud mental y corporal.

Recordemos, además, que cuando nuestros sueños y nuestras esperanzas mueren la depresión se adueña de nosotros. En ese momento, tenemos que tener la posibilidad racional-emocional para dejar de buscar culpables. Debemos buscar los motivos necesarios para crear un plan que nos saque de ese estado. En muchos casos, necesitamos la ayuda de terceros y debemos estar abiertos a esas terceras personas. 

Para evitar esa condición de víctima reconozcamos nuestras cualidades y las de los demás; esto es importante porque nos centramos en lo que somos y nos hace ver a los demás como amigos. Debemos valorarnos como personas; valorar lo que hacemos, nuestro trabajo, nuestros amigos, nuestra capacidad de mirar al mundo. Debemos distinguir entre las actitudes buenas y las actitudes que parecen bien. Las primeras, nos hacen productivos y suman alegrías a nuestra vida; las segundas, son apariencias.

Lo que realmente buscamos en la vida es a nosotros mismos. En este buscar, queremos la valoración y el respeto, que tiene que comenzar por nosotros. El reconocimiento de nuestro trabajo, de nuestra amistad, de nuestra familia; el desempeño de nuestra vida un aliciente que nos nutre y nos da energía para afrontar.

Reconocernos, y reconocer a los demás, nos lleva a pensar y a sentir que en nuestro desempeño estamos realizando lo correcto y estamos en el rumbo adecuado. Todos, de una u otra manera, necesitamos del reconocimiento, necesitamos retroalimentarnos y recibir retroalimentación favorable de quienes que nos rodean. Por ello, debemos reconocer nuestro hacer y reconocer el hacer del otro porque esto es importante, para ambos. Nos hace merecedores del nuestro respeto y del respeto del otro..


Tenemos que elegir ser excelente en nuestro pensar-hacer, porque éste involucra a otras personas. Somos excelentes cuando influimos en los demás. Buscamos el bien para nosotros y para quienes nos rodean, no estamos solos en este mundo. La excelencia es esa capacidad de saber amar y de ser amado; velar por las cualidades de las personas al buscar el desarrollo de sus fortalezas.

La excelencia es saber atender y apoyar al otro con placer. Pues, tenemos que entender que podemos encontrar una forma mejor de hacer las cosas. La prestancia es saber aprovechar nuestras oportunidades y enfrentar las dificultades. También es no hacer por el otro lo que éste puede hacer por sí mismo; ya que imposibilitamos su desarrollo. En este sentido, nuestra excelencia es saber proteger sin asfixiar; saber guiar sin imponer; saber motivar cuando es necesario.

El cuidado de nuestra excelencia es saber vivir nuestras virtudes, y contagiar a los demás de esa felicidad que transmite la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza y el entusiasmo, es decir, ser magnánimos. Que consiste en tratar a las personas con cortesía y atención. De este modo, se eleva el rango de dignidad de cada persona.

Vivimos de manera excelente cuando sabemos decir sí o no, según sea el caso, a la vida; es saber que para ayudar a otros es necesario empezar por uno mismo. Para ello, tenemos que saber relacionar nuestras realidades, tener una visión amplia de la vida; ser alegres; tener definido nuestro propósito en la vida; ser responsables; ser libres en nuestro pensar; compartir con los otros; aprender a soportar el rechazo; saber manejar la frustración; dar sentido a nuestra vida. Porque el que no tiene excelencia vive en la mediocridad.

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miércoles, 15 de marzo de 2017

DEL TIEMPO COMO CULPABLE DE NUESTRA IMPRODUCTIVIDAD: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Achacamos nuestros problemas al tiempo, mejor dicho a la falta de tiempo. Sin embargo, no nos detenemos —por supuesto, porque no tenemos tiempo— a pensar que somos improductivos y ruinosos porque derrochamos nuestro tiempo en actividades sin importancia y no hacemos uso eficiente de nuestras fortalezas. Nos centramos en actividades irrelevantes, por ejemplo, bebiendo en la licorería de la esquina todas las tardes. Somos ineficaces porque derrochamos nuestras posibilidades y fortalezas. Después les echamos la culpa a los demás.

El tiempo lo podemos usar de manera sensata o tontamente, nosotros lo decidimos. El modo en como manejamos nuestro tiempo determina si o no minimizamos los conflictos entre nuestra vida laboral y nuestra vida personal. Para manejar bien el tiempo, es necesario desarrollar (por lo general, no la tenemos desarrollada) la capacidad de centrarnos en los proyectos que nos sirvan para alcanzar el éxito en las actividades que nos proporcionan mayor satisfacción. Andamos por la vida todos desperdigados, sin rumbo fijo, «del timbo al tambo» se dice. De esa manera, no vamos a alcanzar nada.

Por regla general, no sabemos por qué, tanto en la vida laboral como en la personal tendemos a complicarnos la existencia. Emprendemos «miles» de actividades, que nos hacen perder el tiempo porque sencillamente son inútiles. Creemos que entre más complicado o aparentemente complicado es un trabajo o cualquier actividad ésta es más productiva, más interesante decimos. Queremos parecer sujetos interesantes, tal vez por eso nos complicamos la vida. Solo nos convertimos nuevamente en personas ineficaces. Además, nos sentimos importantes por el hecho de trabajar duro durante una larga jornada en alguna actividad o proyecto improductivo.

Otra forma de complicarnos la vida es cuando permitimos que otras personas nos intimiden. Cuando nos dejamos arrastrar por los deseos de otros, por lo que los otros quieren. Que, por lo general, no coincide con lo que nosotros queremos. Asumimos preocupaciones, deseos de otros. Adoptamos, por ejemplo, sus aspiraciones, su modo de vida, el tipo de trabajo que esa persona desea alcanzar; adoptamos su idea de lo que es el éxito. Al asumir las posturas de otra persona realizamos un esfuerzo inútil y terminamos perdiendo nuestro tiempo y nuestra energía emocional, que no dan ningún rendimiento real.

Es necesario tomar decisiones sobre el uso que hacemos de nuestro tiempo, que es el único que tenemos. Solo podemos seremos prósperos si alcanzamos un buen equilibrio en nuestra vida. No podemos sacrificar la alegría, la felicidad y la satisfacción. Pues, la vida carecerá de propósito. ¿Qué sentido tiene vivir sin alegría, sin felicidad? La satisfacción y las actividades constructivas constituyen los ingredientes necesarios para llevar una vida de propósito y logro. En estos se incluyen los amigos, la familia, la aventura, pasear, meditar, la indolencia creativa, la plenitud espiritual, éstas son las cosas que hacen que merezca la pena vivir. No desperdiciar el tiempo, para luego estar quejándonos todos los días.

Si llevamos un estilo de vida poco saludable e insatisfactoria, no gozaremos de una de vida próspera. Debemos dormir lo que hay que dormir, comer bien, hacer ejercicio regularmente, trabajar creativamente, dedicar tiempo suficiente a los amigos y la familia. Si encontramos tiempo para hacer las cosas que nos gustan seremos más felices.

En la actualidad, muchas veces consideramos que tener éxito es ser millonario. Es decir, no hay otra forma de ser exitosos. No obstante, el éxito se alcanza cuando, a la vez, alcanzamos un profundo significado de la vida. De ninguna manera, estoy excluyendo el dinero de esto. Cuando alcanzamos el éxito es porque hemos alcanzado un propósito real lleno de sentido. Sin este aspecto, no hay un éxito en el sentido pleno de la palabra. Por ejemplo, con mis ahorros compro el carro de lujo que siempre he deseado, pero mi familia se ha desperdigado de mala manera; la frustración, el estrés y el agotamiento hacen que tal compra carezca de sentido. La adquisición es real, el éxito en este caso no. Si la compra y la familia estuviesen a la vez, el significado sería otro y el olor al éxito estaría presente.

A veces al estar inmersos en una vida atareada buscamos refugio en ensoñaciones; imaginamos una vida plena, relajada, satisfactoria y feliz que nos aguarda en un futuro. Estamos soñando con el día en que finalmente nos liberemos de todas nuestras ataduras, para empezar a vivir de verdad. Como es un mero sueño, lo más probable es que ese día casi nunca llega. Al sueño tenemos que convertirlo en realidad, en algo palpable. Para eso tenemos que ser productivos, trabajar en ello.

No podemos seguir derrochando el tiempo en sueños. Debemos tener tiempo para la reflexión productiva. No podemos seguir simplemente ocupados. No podemos seguir llenando nuestra vida de actividades improductivas para luego quejarnos de la falta de tiempo. Nunca queremos tener un poco de tiempo libre. Nos hace falta inteligencia y coraje para ser productivos y generar una vida llena de sentido, ser nosotros mismos y vivir de verdad.

Debemos establecer bien nuestras prioridades, para obtener un buen equilibrio en nuestra vida. Es fundamental que decidamos el orden de nuestras prioridades, de nuestras necesidades y deseos, y así concentrar nuestro tiempo y energía donde sean más eficientes y den mejores dividendos. Comencemos a clasificar las actividades de nuestra vida según la importancia que tenga para cada uno de nosotros: cónyuge, hijos, trabajo productivo, salud, crecimiento personal, empleo, comunidad, plenitud espiritual y formación.

Nosotros decidimos, esto no excluye la ayuda de otro, si hemos establecido correctamente nuestras prioridades y vivimos conforme a ellas. Tenemos que definir el tipo y la calidad de vida que deseamos vivir. Debemos invertir tiempo y energía en las cosas que realmente nos importan; así alcanzaremos nuestra felicidad y satisfacción.

Es posible llevar un estilo de vida acorde con nuestros valores y significados si realmente lo deseamos. Tomar el control de nuestra vida empieza por nosotros mismos. Somos nosotros quienes decidimos si queremos apartarnos de las cosas que nos distraen, de las cosas urgentes pero que no son importantes. Debemos estar en pos de una vida que comprenda nuestras actividades creativas, tiempo para reflexionar y relajarnos, tiempo para dedicar a la familia, los amigos. Así construiremos una vida más gratificante.


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lunes, 13 de marzo de 2017

DE LO ATAREADO E IMPRODUCTIVO EN NUESTRO HACER: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Zelinski dice que los adictos al trabajo suelen ser trabajadores poco productivos. Para estos adictos el trabajo resulta ser lo mejor que se ha inventado para ayudarles a pasar la vida. Pues, si el trabajo tendrían una vida más complicada. Ya que los adictos al trabajo necesitan estar siempre ocupados. Aun cuando el trabajo resulte ser tedioso y aburrido, éste es su tabla de salvación en la vida.

Con frecuencia, el estar atareado lo utilizamos para escapar de algo importante; por ejemplo, eludir responsabilidades familiares, compromisos sociales, cuidar de nuestra salud física y espiritual. Más que un trabajo es una evasión. En muchos casos, al demorarnos más de lo necesario para finalizar nuestras tareas, sea consciente o subconsciente, es una manera de relejar invertir nuestro tiempo y esfuerzo para mejorar nuestro bienestar personal y el de nuestro entorno.

Estar supuestamente atareados es, en algunos casos, un refugio para ser ineficientes e improductivos; porque nos sumimos en una indolencia creativa. En cambio, cuando asumimos actividades constructivas, éstas reclaman nuestra iniciativa y un pensar con imaginación. Por el contrario, mientras que el estar atareado, en la mayoría de los trabajos, esto exige poca iniciativa y casi ningún pensamiento creativo.

Al hacernos adictos al trabajo nos resulta más sencillo enfrascarnos en tareas que otro nos encarga, que invertir nuestra energía y creatividad en la consecución de actividades que nos den más equilibrio en nuestro pensar-hacer. Cuando tenemos una vida satisfactoria, esto nos proporcionara un propósito, una identidad y un sentido de comunidad. Por lo cual, no tenemos que derrochar cuerpo y alma en el lugar de trabajo que nos resulta ajeno.

Si fuésemos más creativos no tendríamos que dedicar tanto tiempo a mal ganarnos la vida, porque seríamos más productivos. Tomarnos un poco de tiempo libre nos ayuda a disfrutar de la contemplación reflexiva de la vida, de nosotros, de nuestro hacer; lo que nos haría más productivos en nuestro trabajo.

Estar atareados es una de nuestras muchas malas costumbres. La cual está bendecida por las gerencias empresariales sin brújulas, los promulgadores del éxito (sin definir que es éste), el sistema educativo, el aparato burocrático del Estado… En la sociedad actual, si no estamos atareados y estresados no somos considerados importantes. Uno oye, por ejemplo, a niños escolares de siete años de edad hablar que están estresados y atareados.

Confundimos estar ocupados con ser productivos. Son dos cosas absolutamente distintas; y quién sabe si antagónicas. Sin embargo, predicamos y nos encanta estar ocupados, improductivamente ocupados. Estar ocupados no conduce al éxito. Si este se fuera el caso, muchos trabajadores se sentirían triunfadores y no es así. La clave está en ser efectivos y productivos, no en estar ocupados.

Quienes generan más éxito son las personas creativas, porque saben que las cosas se deben hacer de manera más productiva. Las jornadas más largas de trabajo no necesariamente se traducen en un aumento de productividad. Tendríamos que definir ¿Qué llama cada empresa, cada persona productividad? En carne propia todos conocemos la insensatez del exceso de tareas en el trabajo; que muchas veces solo sirve para alimentar el ego de algún gerente o patrón.

Muchas de las cosas que hacemos en el trabajo, y también en nuestra vida cotidiana, no merecen la energía que invertimos en ellas. Tenemos que ser consciente de esto. Las cosas que no valen la pena hacer son las que más tiempo nos hacen perder. Porque involuntariamente asumimos una actitud de rechazo y repulsión a éstas; porque nos roban nuestra energía productiva; porque son cosas parasitarias que no aportan nada positivo a nuestro pensar-hacer. Las hacemos con la mayor desgana posible.

No obstante, la mayoría de las veces estamos ocupados en tareas que tienen poca relevancia para nuestra vida productiva y feliz. Afirmamos continuamente que no tenemos tiempo; aunque pasamos horas viendo programas de televisión que no aportan nada a nuestra creatividad, o en conversaciones insulsas que marchitan el espíritu en vez de hacerlo crecer. Lo mismo en el trabajo, para finalizar la jornada quejándonos a la hora de salida de nuestra miserable existencia o esperando que llegue el viernes para repetir el ciclo de la improductividad.

El problema está en cómo manejamos nuestra vida. Cuando somos realmente más productivos y prósperos, es cuando invertimos nuestro tiempo en actividades importantes y hacemos uso eficiente de nuestras fortalezas. En este sentido, utilizamos nuestro tiempo de forma productiva y eficaz. Dedicarnos a actividades productivas, constructivas personales y sociales constituye el mejor camino hacia el éxito.

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sábado, 11 de marzo de 2017

NUESTRAS ADICCIONES INÚTILES: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Aunque nos resulta difícil introducir cambios vitales en nuestra vida esto no es imposible. Muchas personas han demostrado que es posible, ellas han puesto orden y equilibrio en su vida emocional y reflexiva. De esta manera, podemos llevar una vida más feliz y plena. Dedicar más tiempo a la familia, a los amigos. Tener más contacto con la naturaleza y con nuestra comunidad. Disfrutar de los placeres de la vida cotidiana.

Todos podemos tomar la decisión de hacer los cambios que deseamos para tener una vida llena de sentido. Solo es cuestión de invertir en ello para conseguirlo. Dijo invertir porque esto nos dará muchos dividendos. Las menudencias que nos abruman en la vida son fáciles de superar, requieren del tiempo para establecer las prioridades, definir lo que es importante, lo que es urgente y que es inútil. Esto nos producirá una gran satisfacción.  

La adicción a las cosas inútiles e improductivas es difícil de superar, porque proporciona una perversa forma de gratificación. Además, la concepción ambigua y amorfa de la vida nos ha conducido a creer que hay virtud en cualquier cosa, con independencia de los resultados que logremos. Por ello, nos permitimos una vida sin sentido y significados.

No obstante, podemos conseguir ser sujetos inteligentes y productivos, cuando nos centramos en una ética de la existencia. Tenemos que centrarnos en los resultados eficaces y morales, que aporten dignidad a nuestra existencia. Por el contrario, muchas personas se enfocan en lo banal y fútil, allí derrochan su vivir. La diferencia es notable cuando adquirimos una vida de sentido, a estar ubicados en un punto X como dice Heidegger. Pues, ganamos el equilibrado estilo de vida que estaremos en condiciones de llevar.

Aquí se encuentra la raíz del problema. Porque, muchas veces, no somos capaces de valorar correctamente nuestro pensar-hacer. En efecto, sobrevaloramos las futilidades de la vida e infravaloramos el ser del sujeto. Esto se debe años de vivir extraviados de nosotros mismos, de estar fuera de nosotros. De creer que el conocimiento de nosotros mismos es asunto de tontos.

La cuestión de nuestro pensar-hacer, es decir lo que nosotros somos, tenemos que abordarlo hasta que nos pongamos en el lugar correcto. Aunque hay mucho oropel que se deriva de la vida improductiva y fatua, existen más efectos perniciosos que tendemos a pasar por alto. Pues no entendemos que nos sucede en esos conflictos personales que nos arrastran sin darnos cuenta qué es lo que sucede. Una de las cosas más tristes, es que pasamos la vida perdiendo la vida. No nos procuramos a nosotros mismos. Nos distraemos en el comer, en beber, en trabajar, y hasta el amor nos convierte en miserables. Este es el motivo por el que nos hacemos a nosotros mismos y al otro tan desdichados e infelices.

Mantenernos ocupados en las inutilidades del vivir es, en última instancia, un refugio que delata nuestra improductividad y nuestra insatisfacción. En esta condición, tenemos la necesidad de perdernos la vida hasta que aquella se convierte en una obsesión. Por tal necesidad, ansiamos más emociones, más aventuras, más satisfacciones,  pero todas estas cosas tienen su origen en nuestras vanidades que contribuyen a que tengamos una peor calidad de vida.

Nos ufanamos de nunca tener tiempo. Esto nos hace sentirnos importantes, porque le queremos mostrar a los demás que somos algo en la vida. Tal vez, solo seamos miseria. Nos convertimos en adictos a lo fútil a lo carente de sentido. Pero no admitimos, por nada del mundo, que tenemos problemas por el exceso de lo banal. Probablemente este problema sea mucho más grave de lo que nos gustaría reconocer.

Nuestra vida se constituye en un caos y estrés. Ya que ésta no tiene ningún ¿Qué sentido tiene estar en este mundo si llevamos una vida caótica y estresada? Aparte de eso, ¿Qué pensamos hacer cuando la vida está en una crisis permanente? Tal vez, la muerte se anticipará.

En la vida es preciso que aprendamos a construir las cosas que son más importantes para nosotros. Una vida plena, relajada, feliz y satisfactoria viene determinada por lo bien que vivimos. La vida merece ser vivida; no estar moribundos en ella.

Parte de nuestra insensatez nos lleva a esperar que el futuro nos brinde lo que ahora no hemos edificado. Queremos que el futuro sea mejor que nuestro presente ¿Qué hacemos para ello? Tenemos que vivir en presente pleno, para sembrar para un futuro igual. Debemos disfrutar de lo que ahora tenemos, pensando que la vida la construimos nosotros con cada día que hacemos. No podemos esperar encontrar en el futuro valores, tesoros y talentos que hemos derrochado, perdidos y olvidados por nuestra vida llena de insensatez.

            Debemos construir una vida de sentido y significados para disfrutarla hoy y mañana. Pues, la vida regala mucho cuando hemos sembrados virtudes y fortalezas.

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jueves, 9 de marzo de 2017

EL CEREBRO TRIUNO, EL NEUROMARKETING Y EL ALMA TRIPARTITA DE PLATÓN: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Paul Mac Lean en su teoría evolutiva propone que el cerebro humano está conformado por tres cerebros en uno, esto es el cerebro triúnico. El cual está conformado por el cerebro reptiliano o primitivo, el cerebro límbico o mamífero y el cerebro neocorteza o neocórtex.

El cerebro reptil regula los elementos básicos de supervivencia. Es compulsivo y estereotipado. Se caracteriza por ser asiento de la inteligencia básica llamada inteligencia de las rutinas, rituales, parámetros. Su conducta, en la mayoría, es inconsciente y automática. Este cerebro se hace cargo cuando se ve amenazado por la sanción y genera un comportamiento reactivo. Las personas actuamos desde esta estructura en atención a nuestras necesidades vitales.

El cerebro límbico permite que los procesos de sobrevivencia básicos del cerebro reptil interactúen con elementos del mundo externo a través de las expresiones de las emociones en general. Por ejemplo, junto al instinto de reproducción se genera un sentimiento amoroso y sexual.  Este cerebro nos provee de una conducta emocional. Constituye el asiento de las emociones, de la inteligencia afectiva y motivacional. Trabaja en sintonía con el reptil. Promueve la productividad, la satisfacción en el trabajo y en el aprendizaje. Toda la información sensorial es filtrada por este sistema antes de pasar al neocortex.

El cerebro neocortex, por su parte, regula las emociones basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato, éste cerebro es la parte racional. Es el cerebro humano más evolucionado se divide en dos hemisferios (izquierdo y derecho) con funciones específicas. Su contribución es relevante para la praxis racional.

De acuerdo con Mac Lean, en los humanos y otros mamíferos avanzados existen los tres cerebros. Los mamíferos inferiores tienen sólo el cerebro límbico y reptil. Todos los demás vertebrados tienen sólo el cerebro reptil.

La teoría de Mac Lean es útil en la aplicación del neuromarketing, por lo que su entendimiento permite dar explicaciones racionales a por qué compramos lo que compramos; o permite impulsar nuevos modos de marketing que generar estímulos que facilitan realizar ventas más eficaces.

En el neuromarketing, la aplicación de metodologías basadas en el cerebro triple abre campos a la investigación de mercados. Según el neuromarketing, en el proceso de compra el cerebro reptil siempre es ganador. Es decir, que todas nuestras decisiones para comprar algo están signadas por esta parte de nuestro cerebro. No importa la explicación racional que ofrezcamos para justificar haber comprado, por ejemplo, un carro. Tal compra siempre tiene su asiento en la inteligencia básica de la supervivencia. Interesante por demás toda la explicación del neuromarketing.

      ¿Qué tiene que ver todo esto con Platón? El primer aspecto relevante de la antropología de República es la división del alma. Platón distingue tres partes del alma con funciones distintas: la concupiscible (epithymíai) sede de los apetitos y deseos. La irascible (tymos) residencia de las pasiones nobles como el valor. Por último, la inteligible (nous), asiento de la razón. Las dos primeras rigen las funciones del cuerpo, la inteligible domina sobre las otras dos evitando los excesos de éstas, y conduce al hombre a alcanzar la verdad (República 580d-581c)[1]. El alma es tripartita, el alma es una y a la vez tres.  El alma apetitiva o concupiscible está ubicada en el abdomen; el alma irascible en el pecho a la altura del corazón. Y el alma inteligible en la cabeza.

El alma sensitiva e irascible (almas inferiores), para Platón, deben subordinarse a la parte superior, es decir, al alma racional. La cual conduce y guía al alma irascible y apetitiva. De cómo el hombre haga esta guía depende que se haga inmortal. Pues el hombre, escribió Platón, puede convertirse en algo mortal cuando se abandona a la concupiscencia y lo irascible; pero se hace inmortal y contemplativo cuando su alma racional ha ejercido la capacidad de pensar en las cosas inmortales y divinas.

Como apreciamos nos encontramos en Platón con tres tipos de comportamientos, de acuerdo a cual alma predomina en el hombre o predomina en una situación determinada. El alma apetitiva es portadora de una inteligencia básica, comer, reproducirnos… se asemeja al cerebro reptil del que habla Mac Lean. El alma irascible, ubicada en el pecho, mueve las pasiones nobles o innobles del hombre, está es un alma emocional semejante al cerebro límbico, nos impulsa a la rabia, al amor. Por último, el alma inteligible o racional tiene su asiento en la cabeza, es el alma suprema pues nos permite una vida racional, nos recuerda al cerebro neocortex. Platón las denomina almas, Mac Lean cerebros o sistemas.     

El gobierno del hombre sobre sí mismo no consiste en alejarse del cuerpo sino en dominar la parte irracional del alma. Pues si lo irracional gobierna se convierte en tirano haciendo de éste un esclavo de sí mismo (República 431a-b). Sólo en el alma es posible que se dé tal movimiento. El cuerpo no cuenta como agente de afección, nos estamos movimientos en los diversos planos del alma. En República 580d, escribe Platón, que a cada parte del alma corresponden diferentes tipos de placeres y deseos, esto es, los deseos de saber al alma inteligible, los deseos ambiciosos alma irascible  y los avariciosos alma apetitiva.

La preeminencia del alma en Platón, como esencia antropológica, desvanece las diferencias entre hembra y varón. Ya que tales diferencias son corporales y no de naturaleza. En consecuencia, hembra y varón son iguales. Pues la naturaleza los deseos humanos están determinados por el alma. Si nos colocamos en la interpretación del neuromarketing, hombres y mujeres compramos atendiendo a los requerimientos del cerebro reptil; no al hecho que seamos de uno u otro sexo. 

En Filebo, por su parte, Platón sostiene que todas las afecciones pertenecen al alma independientemente del cuerpo (Filebo 32c; 34a-b). En consecuencia, no hay deseos o afecciones corporales. Ya que “el principio motor de todo animal es el alma”, lo que se mueve a sí mismo es principio de movimiento para todo aquello que es movido por otro (Filebo 35c-d)[2].

No es si somos hembra o varón, lo que determina atendiendo al neuromarketing la compulsión de la compra es nuestra inteligencia básica de supervivencia. Nuestras afecciones están definidas por el alma. Ahora lo llamamos neurotransmisores. Para Platón, el alma es el sujeto de los deseos.

Para el neuromarketing, señalamos antes, el cerebro reptil siempre es el ganador.  Ahora vamos a apreciar «el problema del alma de los brutos» (por bruto se hace referencia a los animales: gatos, perros…) Descartes señala que «los brutos deben de poseer un espíritu similar al nuestro» considerando que hay dos distintos principios de movimientos. Uno, mecánico y corpóreo, que depende solo de la fuerza del espíritu animal y de la configuración de las partes corporales, que se denomina alma corporal; los movimientos de los animales proceden de este principio, es decir, del alma corporal; lo que en Platón llamaba alma apetitiva e irascible. El otro movimiento es incorpóreo, el cual es alma propiamente dicha y consiste en la substancia que piensa, este movimiento corresponde propiamente a los hombres. El cual en Platón corresponde al alma racional.

Lo que deseo indicar con el párrafo anterior, siguiendo la interpretación del neuromarketing, es que cuando compramos lo hacemos con «el alma de los brutos», esto es, de los animales. Con el instinto de supervivencia y las emociones. Platón, al igual que el neuromarketing, sabía que el alma apetitiva siempre gana. Por eso planteaba que el hombre necesita del alma inteligible para guiar sus acciones, porque de otra manera permanecería subsumido en sus apetencias básicas; semejándose más a un animal que a un hombre.   

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[1] Puedes consultar el artículo “Platón: la antropología psico-política de República” en http://obeddelfin.blogspot.com/2012/07/blog-post.html.
[2] Puedes consultar el artículo “Platón: la antropología cognitiva de Filebo” en http://obeddelfin.blogspot.com/2012/07/la-antropologia-cognitiva-de-filebo.html