jueves, 16 de enero de 2014

EL CONOCIMIENTO Y LA ESPIRITUALIDAD: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

¿Qué es lo que hace que para una persona exista lo verdadero y lo falso?
La filosofía que se plantea la pregunta, entre otras muchas, por aquello que hace que exista y que pueda existir lo que denomino verdadero y falso. La filosofía práctica, además, se plantea la cuestión sobre cuáles son las mediaciones que le permiten al sujeto tener acceso a su verdad. Intenta, entonces, determinar cuáles son las condiciones y los límites de ese acceso que el sujeto tiene a su verdad.

El conjunto de esta indagación filosófica, en este caso particular, constituye la espiritualidad. La búsqueda, la práctica, las diversas experiencias a través de las cuales las personas realizan sobre sí mismas las transformaciones necesarias para tener acceso a su verdad, esto es, a la ontología de su ser.

Esta espiritualidad conformada por búsquedas, prácticas y experiencias entre las que se encuentran las purificaciones, la ascesis, las renuncias, las conversiones de la mirada, las modificaciones de la existencia, constituyen para el sujeto el recorrido y el precio a pagar para tener acceso a su conocimiento.

Tres características conforman la espiritualidad del sujeto. En primer término, el conocimiento de sí mismo, es decir su verdad, no le es concedida al sujeto de pleno derecho. Él debe transformarse a sí mismo en algo distinto a sí para acceder a su verdad. En este aspecto, el ser propio del individuo está en riesgo, ya que el precio de su verdad es la conversión de él mismo. Ha de convertirse en otro.

Un segundo aspecto, es que el sujeto no puede acceder a su verdad sin una conversión o sin una transformación de sí mismo. Sin esta transformación le es negada su verdad. La cual se realiza a través del impulso del eros, es decir, del amor; impulso de amor por el cual la persona se ve a sí misma desgarrada de su ser. Por medio de este impulso el individuo realiza sobre sí mismo la conversión de sí, a fin de configurarse en un sujeto capaz de lograr su verdad mediante un movimiento de ascesis, de liberación.

En último término, a través del acceso a su verdad se produce en el sujeto un efecto de retorno, esto es, de la verdad sobre el sujeto mismo.  La verdad ilumina a la persona. El individuo se hace a si ser de sí mismo, se constituye en su propia verdad. Retorna sobre sí mismo transformándose en el individuo de su búsqueda, de su práctica, de su experiencia, de su verdad.

Para esta espiritualidad de que hablamos, que es un acto de conocimiento en sí y para sí mismo, no da acceso a la verdad si no se está preparado, acompañado, realizado mediante una cierta transformación de la persona; no de la exterioridad del individuo, sino del ser del sujeto mismo. El conocimiento tiende a transferir al propio acto de conocimiento, las condiciones, las formas y los efectos de la experiencia espiritual, es decir, de la transformación del individuo.  

La cuestión filosófica de ¿cómo tener acceso a mi verdad? En tanto práctica de la espiritualidad y en tanto transformación necesaria del ser de la persona que le permita a ésta el acceso a su verdad, constituyen dos cuestiones que pertenecen a la misma búsqueda, y no pueden ser tratadas de un modo separado.


El conocimiento y únicamente el conocimiento no es la única vía de acceso a mi verdad. Necesito modificar y alterar el ser del sujeto que soy. A partir de este momento, yo, el sujeto que soy, puedo ser capaz de llegar a mi verdad haciendo confluir en mí las condiciones, las relaciones intrínsecas y extrínsecas del conocimiento y de mi espiritualidad. Pues a través de esta doble práctica cuestiono la verdad, la necesidad de la verdad, las relaciones instituidas entre subjetividad y verdad, la verdad acumulada. Ahora, por el contrario, yo actúa sobre mi verdad, pero asimismo mi verdad actúa sobre mí.

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