domingo, 15 de noviembre de 2020

MANIPULACIONES

Intercambiamos constantemente en muchos sentidos, y de manera amplia y diversa. Influimos en otras personas  y éstas, a su vez, influyen en nosotros. Esta es la dinámica diaria de nuestras relaciones interpersonales, y en la misma es muy común estar a disgusto por las manipulaciones que padecemos en el trabajo, en la familia, y una larga lista. El displacer por y en las cosas que hacemos conforma una fuente de desagrado y angustia en nuestro proceso vital.

El hecho de que las personas utilicen métodos consolidados y reconocidos de manipulación nos da a entender que éstos funcionan. Por tanto, no resulta extraño que se sigan aplicando sobre la personalidad de cada individuo, sus preferencias y su capacidad de atención particular.

La idea de tácticas de manipulación tan simples y conocidas por todos, incrementa la probabilidad accedamos a entregar una parte o toda de nuestra personalidad. Esto nos puede resultar un tanto absurdo visto desde afuera. Aun cuando sabemos y tenemos conocimiento que hay unos comportamientos que potencian la conformidad y la docilidad ante otros. Comportamientos que favorecen que ciertas personas lleguen a ciertos acuerdos y sometan su voluntad a otros.

Las manipulaciones muchas veces se dan por el miedo a ser juzgados en nuestro entorno social, lo cual nos provoca ansiedad y cierta confusión. Como compensación buscamos la aprobación de los demás como factor motivador. En el fondo, este factor está cargado de emociones que se relacionan con un contexto, por ejemplo, la vergüenza y el orgullo requieren del juicio de otras personas, el amor es algo que existe entre dos individuos.

No nos sorprende que unas personas consigan que otras hagan lo que ellas quieren, a partir de las tendencias o debilidades emocionales de la otra persona. Muchos se ganan la vida convenciendo a otros individuos, por ejemplo, los vendedores, para que le den dinero a cambio de un producto, éste emplea métodos para incrementar la docilidad de las personas. Los mecanismos de dominación y sumisión son responsables de que tales tácticas funcionen.

Aunque estas técnicas permiten tener control sobre una persona. No obstante, somos sujetos complejos para que haya una sumisión total, por mucho que ciertos manipuladores pretendan hacernos creer lo contrario. De todos modos, se emplean ciertas técnicas para conseguir que algunas personas se plieguen a los deseos de otros, aunque no sea manera absoluta. Siempre hay que tener cuidado con los manipuladores y sus técnicas.

Entre tales tácticas de manipulación tenemos la del «pie en la puerta». Esta consiste en que un amigo, por ejemplo, nos pide dinero prestado para un pasaje de autobús, accedemos y le damos el dinero. Otro día nos vuelve a pedir dinero para comprar algo de comida, y volvemos a acceder. Más adelante, nos dice para tomarnos unas cervezas siempre que nosotros invitemos, porque él no tiene dinero; en medio de las cervezas, este amigo como quien no quiere nos pide dinero para pagar una deuda, suspiramos y accedemos porque ya anteriormente hemos dicho que sí. Nos han manipulado con la técnica del «pie en la puerta», esa es la realidad.

Si ese “amigo” te hubiese dicho de entrada «que le prestaras dinero para pagar la deuda que tiene», posiblemente le hubieras dicho que no, porque te habría parecido una petición exagerada y un abuso de su parte. Sin embargo, al manipularte con esta técnica ha conseguido lo que quería y has caído igualmente en su trampa. En eso consiste la técnica del «pie en la puerta». Al acceder inicialmente a una petición modesta aumenta nuestra disposición a acceder a una petición posterior de mayor envergadura.

Este tipo de manipulación funciona porque es percibida como una petición pro-sociales, es decir, que la ayuda se percibe como algo que hará un bien a alguien; por ejemplo, comprarle comida o prestarle dinero a alguien para que vuelva a casa se percibe como una ayuda que hace un bien. Por eso esta petición tiene posibilidades de ser satisfecha.

El «pie en la puerta» requiere de un mínimo de coherencia para ser un método efectivo, por ejemplo, si primero se pide una cantidad pequeña de dinero luego funcionará al pedir una cifra mayor. Lo más probable es que alguna vez hemos padecida a esa persona que inicia pidiendo una pequeña ayuda y termina queriendo usarnos como su objeto de uso.

La persuasión depende del tono, de la presencia, del lenguaje corporal, el contacto visual, y otros elementos más; aunque en el mundo web no son elementos necesarios también funcionan. Y resultan porque parece que estamos ansiosos por mostrarnos solícitos ante las peticiones de los demás.

Otra técnica de manipulación es la de la «puerta en la cara». En este caso, es la persona que está siendo manipulada la que, presuntamente, le da con la puerta en las narices al manipulador. Sin embargo, aquel que ha cerrado la puerta siente cierto malestar por haberlo hecho y ese malestar despierta en la persona un deseo de compensar lo que ha hecho. Este sentimiento hace que la persona acceda luego a otra petición más asequible.

La técnica de la «puerta en la cara» consiste en que el manipulador saca provecho de quien no ha accedido a su primera solicitud. Digamos que alguien nos pide guardar un mueble en nuestra casa mientras se muda y respondemos que no. Luego, la misma persona, nos pide prestado nuestro vehículo para trasladar algunas de sus cosas, esta nos parece una petición más asequible y accedemos, decimos que sí. Lo hacemos porque tenemos el mal sentimiento de haber dicho que no y porque consideramos que esta petición es menos molestia que la primera. No obstante, la verdad es que hemos caído en la manipulación de la otra persona.

Otra técnica más de manipulación es la de la «bola baja». Ésta se asemeja a la del «pie en la puerta» porque es el resultado de haber accedido a una pequeña petición inicial, aunque tiene un desenlace distinto. Esta táctica consiste en que accedemos a algo y terminamos haciendo más de lo solicitado; por ejemplo, nos encargan un trabajo para finalizarlo en un plazo determinado y más adelante la persona que ha encargado el mismo incrementa la petición inicial.

Lo sorprendente es que, a pesar de la frustración y el enojo que la nueva exigencia genera, la mayoría de las personas acceden a realizarla de todos modos. Podríamos negarnos con sobrados motivos, ya que la otra persona ha roto el acuerdo previo y lo hace para su benefic. Sin embargo, nos amoldamos a esta petición, siempre y cuando no sea demasiado excesiva. La «bola baja» se usa para hacernos trabajar de más y gratis. En el ámbito profesional y laboral se denomina «pagar el noviciado», pues es muy común que se aplique esta técnica a quienes están iniciando en un trabajo.  

Tenemos que estar atentos para rechazar cualquier tipo de manipulación y evitar el consentimiento activo y voluntario de nuestra parte, ante estas técnicas de manipulación. Ya que someternos a ellas nos desvirtúan como personas y nos convierten en objetos de uso. No podemos permitir que nadie nos manipule, para ello debemos reforzar nuestra condición de sujetos libres y autónomos.

Obed Delfín Consultoría y Asesoría Filosófica

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