viernes, 11 de noviembre de 2016

LAS FALLAS COMUNICACIONALES: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Las fallas en la comunicación son uno de los problemas más importantes en los intercambios interpersonales dentro de cualquier ámbito. No obstante, los problemas de comunicación suelen ser síntomas de dificultades más profundas, y a ello hay que estar atentos. El sujeto perceptivo debe buscar, en primer lugar, las causas de los problemas de comunicación, en lugar de limitarse a combatir los síntomas. Primero se debe indagar, para luego actuar.

Entre los problemas de la comunicación, tenemos FALTA DE PLANIFICACIÓN de ésta. Una buena comunicación no es obra del azar, de allí la necesidad de diseñar ésta. Determinar las razones de una instrucción, seleccionar el canal más rápido, elegir el momento adecuado son acciones que favorecen la comprensión y reducen la resistencia del interlocutor. Otro problema común son los SUPUESTOS CONFUSOS. Tales supuestos son de importancia y suelen pasarse por alto; muchas veces basamos nuestra comunicación en supuestos no comunicados y basamos nuestros mensajes en éstos. Los supuestos no aclarados, por ambas partes, por lo general llevan a situaciones de confusión y, en consecuencia, en pérdida de la buena voluntad de las partes involucradas.

La DISTORSIÓN SEMÁNTICA es otro problema más. Ya que tal distorsión puede ser deliberada o accidental, en ambos casos genera confusión. Porque las palabras distorsionadas provocan reacciones distintas. Por ejemplo, para algunas personas el término "gobierno" puede significar interferencia o gasto deficitario; para otras, por el contrario, puede significar ayuda, trato igual y justicia. Qué significado tiene la palabra empleada en un contexto determinado, eso debe estar bien definido en una comunicación. Los MENSAJES DEFICIENTEMENTE EXPRESADOS, son otras de las complicaciones en la comunicación. Pues aunque las ideas del emisor están bien determinadas, el mensaje puede resentirse por el uso de palabras mal elegidas, omisiones, incoherencia, mala organización, oraciones torpemente estructuradas, obviedades, jerga innecesaria y falta de claridad respecto de sus implicaciones. Esta falta de claridad se puede evitar si ponemos más cuidado en la codificación del mensaje, y en expresar bien el mensaje que deseamos transmitir.

Otro ruido que se genera en la comunicación es el de la PÉRDIDA POR TRANSMISIÓN Y DEFICIENTE RETENCIÓN. Un mensaje al ser transferido en una serie de transmisiones, de una persona a otra, se vuelve cada vez más impreciso, se produce la pérdida de la transmisión. Igualmente, se da con la deficiencia de retención de la información. Repetir el mensaje para validarlo o constar que es correcto y emplear varios canales resulta necesario. Ya que en el camino el mensaje se diluye y en cada retransmisor puede haber una deficiencia de retención, lo cual agravando que el mensaje llegue a su destino final de manera correcta.    

La ESCUCHA DEFICIENTE Y EVALUACIÓN PREMATURA, es otra de las dificultades que se presenta en la comunicación. Escuchar exige total atención y autodisciplina. Requiere, asimismo, que quien escucha (el receptor) evite la evaluación prematura de lo que dice el hablante (emisor). Es muy común  nuestra tendencia a juzgar, a aprobar o reprobar lo que se dice, en vez de hacer un esfuerzo por comprender el marco de referencia desde el cual se está comunicando hablante. La COMUNICACIÓN INTERPERSONAL es el modo más eficaz y sencillo de transmitir algo a otra persona; ésta requiere de un contacto frente a frente en condiciones de apertura y confianza. Para mejorar nuestra comunicación no necesitamos ni costosos ni sofisticados medios de comunicación; lo que necesitamos es la disposición a participar en una comunicación frente a frente.

Si hay algo es entorpece la comunicación es la DESCONFIANZA, la AMENAZA y el TEMOR. Estas tres emociones fundadas en el miedo minan y bloquean toda comunicación. En un ambiente en el que estén presentes y sean predominantes estas pasiones, todo mensaje será percibido con escepticismo. Por ejemplo, la desconfianza puede ser producto de las incongruencias conductuales de la otra persona, o el temor debido a actitudes autoritarias y abusivas, nunca permitirán una comunicación entre iguales. Otro aspecto a tener en cuenta entre las dificultades comunicacionales es el PERIODO INSUFICIENTE PARA LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO. Algunas comunicaciones necesitan de una capacitación o adaptación personal o ajustes profesionales, por ejemplo. Los cambios nos afectan de distintas maneras, de modo a veces necesitamos de tiempo suficiente para reflexionar sobre el significado de ciertos mensajes. Por ello, para alcanzar una mayor eficiencia en la comunicación es necesario no forzar el cambio de comprensión, ya que necesitamos adaptarnos a las implicaciones de los mensajes recibidos.

 Otra contrariedad en la comunicación, y muy común, es la SOBRECARGA DE INFORMACIÓN. Podemos pensar que un abundante flujo de información puede ayudar a resolver los problemas de comunicación. Sin embargo, un flujo desmesurado de mensajes puede dar como resultado un exceso de información, lo que trae consigo un embotamiento en la persona, una indigestión comunicacional. Cada uno de nosotros responde a la sobrecarga de información de manera distinta. Primero, debemos seleccionar la información para desestimar la que no consideremos pertinente en cierto momento. Segundo, si estamos o nos sentimos abrumados por demasiada información podemos cometer graves errores al procesar ésta. Tercero, por lo general, reaccionamos a la sobrecarga de información rehuyendo de ésta; la desechamos sin procesarla para buscar alivio a tal sobrecarga.

            Debemos estar atentos a estas situaciones para que la comunicación puede ser fluida y bien definida. Lo que nos permitirá establecer diálogos más eficientes y con resultados exitosos. Que es lo por lo general buscamos al comunicarnos con otra persona, sea en el ámbito que sea. 

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martes, 8 de noviembre de 2016

EL CAMINO A CONOCERSE A SÍ MISMO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA



Al compartir la imagen que acompaña este artículo mi apreciada amiga Mercedes Duarte, hizo el siguiente comentario: “Ojalá fuese así de simpático. La verdad es que es oscuro y tortuoso”. Los caminos a conocerse a sí mismo tienen muchos matices, y considero que éstos dependen de diversos factores. Por lo que puede ser un camino simpático o un camino oscuro. Pero eso sí, cada quien lo recorre bajo su misma piel. A través de su pensar-hacer, de su existencia.  

            A partir del citado comentario, me quiero permitir con la imagen en cuestión un poco de semiología y de iconografía. Para ello, tendré que hacer como los antiguos que invocaban a sus dioses, en este caso, a san Panosfky, san Warburg entre otros. En primera instancia, en la imagen vemos un prado despegado, una cómoda carretera que serpentea por una suave pendiente, un encantador día soleado. Lo que anuncia el cartel, en cuestión, es que conocerse a uno mismo es algo maravilloso y algo muy agradable.

            No obstante, como telón de fondo hay unas montañas rocosas cubiertas de nieve, entre las cuales se pierde esa cómoda carretera, si que llega a éstas. Las montañas no parecen tan amables. Aunque la luz es prístina. Las montañas están allí como un algo que hay que ascender, ascensión que no resultará tan fácil con toda esa nieve y lo escarpada de éstas. Es un paraje inhóspito, una ascensión difícil y arriesgada. Aunque la luz aparentemente lo niegue.

            Por otra parte, no sabemos que hay detrás de esas montañas. Podemos decir con Freud que allí está lo ominoso, lo que se oculta a nuestra conciencia, a nuestra vida. Eso que nos da miedo. Porque no logramos ver que hay allí. Es la oscuridad. Del otro lado hay algo y no sabemos que es. Puede ser lo oscuro y lo tortuoso. No lo sabemos. Y eso siempre nos produce incertidumbre.

            Ya vendrán los triunfalistas a decirnos tenemos que arriesgarnos, tenemos abandonar la zona de confort; pero eso lo dicen en un ambiente bien controlado. Lo cierto es que lo ominoso nos hace reservados, nos encoge. Porque no sabemos si hay algo que nos hará daño. Algo allí puede amenazarnos.

            El telón de fondo contradice el primer plano, constituido por la hermosa pradera. Sin embargo, hay algo más. Lo que está detrás del observador. Si sabemos que al fondo hay unas rocosas y puntiagudas montañas cubiertas de nieves, y más allá lo ominoso. Nos preguntamos, ¿Qué ha dejado atrás el sujeto?

            Eso está totalmente oculto a nuestra comprensión. No sabemos si lo que ha dejado es algo más luminoso o algo más oscuro. No sabemos qué tanto ha andado. Si está iniciando el camino, o lo está terminando. Eso nos está vedado. ¿Qué es lo que ha dejado atrás? ¿Por qué ha iniciado este camino?

            Esto no lo podemos responder. Nos resulta incomprensible si este camino no es nuestro. Porque si es nuestro camino sabremos lo que hemos dejado atrás. Sabremos porque hemos iniciado ese camino, que nos impulso. Solo si este camino es nuestro camino sabemos lo que hemos recorrido.

            En otros artículos he tratado sobre el conocerse a sí mismo y el cuidado de nosotros. He señalado en ellos la necesidad de hacer este camino. Porque esto constituye involucrarnos con nosotros mismos, saber quiénes somos. Descubrirnos. No sé si nos hará feliz, en el sentido del placer. Pero nos hará más sabios con respecto a nosotros y a nuestras relaciones con el mundo.   

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miércoles, 2 de noviembre de 2016

DE LA VIDA FELIZ A LA VIDA CERO RIESGO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Alain Badiou en «Elogio del amor» señala que todas las terapias de fines del siglo XX y principio del XXI parecen que nos preparan para una vida feliz; esto es, una vida asegurada. Lo cual nos hace recordar «Un mundo de feliz» de Huxley.

El autor nos ofrece el ejemplo del “sitio de citas Meetic... que ofrece -la expresión me pareció en verdad remarcable- un «coaching amoroso». Usted tendrá entonces un entrenador que va a prepararlo para afrontar la prueba. Pienso que esta propaganda parte de una concepción del «amor» como aseguración…” La publicidad de Meetic nos asegura que el riesgo amoroso lo tendrán los demás. Nosotros estaremos bien preparados para afrontar este amor desde los cánones del individuo asegurado; tendremos asegurada nuestra comodidad personal y social. No hay riesgo.

La vida asegurada, la vida centrada implica la ausencia de riesgos. Para ello necesitamos el «coaching de la vida». Pues, éste nos permite contar con unas buenas herramientas aseguradoras. Estamos ante la vida «riesgo cero». También ante el padre cero riesgo, familia cero riesgo, trabajo cero riesgo. Eliminamos la incertidumbre, con todas estas terapias.

Con la doctrina «cero riesgo» cerramos toda posibilidad a la casualidad, al encuentro fortuito. Conjuramos cualquier amenaza o tal vez convertimos toda amenaza en algo asegurado, resguardado. Es una práctica que se asemeja al «matrimonio arreglado», donde las partes involucradas resguardaban todo el patrimonio. Se evitaba todo riesgo.  

Tal práctica se realiza en nombre del aseguramiento personal. Por medio de un arreglo que evita toda casualidad, toda posibilidad existencial. Lo que está en juego es asegurar la ausencia de riesgos. En la vida, en el amor, en el trabajo… La existencia.

De este modo, se cierne sobre los actos existenciales la negación toda importancia. La vida se convierte en una variante del hedonismo generalizado, una variante de las distintas formas del goce. Se evita así toda experiencia auténtica y profunda de la alteridad, que es el entramado mismo del existir. Nos referimos al encuentro, al acontecimiento.

Si nos encontramos bien preparados para la vida, según los cánones del individuo asegurado, entonces sabremos despreocuparnos eso otro que no se ajusta a nuestra comodidad. Si el otro sufre es asunto de él, que no se ha preparado.

La vida asegurada implica la ausencia de riesgos, para quienes cuentan con una buena terapia de aseguramiento. Nos damos cuenta de que por todos lados nos explican que las cosas se hacen para nuestra comodidad y seguridad. No obstante, ahí se constituyen los dos enemigos de la vida; esto es, la seguridad del contrato de aseguración y la comodidad del goce limitado. Y por favor, olvídense de esa mal llamada «zona de confort», no me estoy refiriendo a eso; esto es otra cosa. Porque aquellos que proclaman salirse de la tal zona de confort, lo que quieren asegurar es una vida sin riesgo. 

Lo liberal y libertario convergen en la idea de que la vida es un riesgo inútil. Por cuanto se pretende tener, por un lado, una especie de preparado que dé continuidad a la dulzura del estar ahí; del otro, tener acuerdos agradables de goce gracias a una economía de las emociones. Desde este punto de vista, la vida se encuentra acorralada, asediada y, por lo mismo,  amenazada.

Por ello, como dice Bardiou, es necesario reinventar el riesgo y la aventura, en contra de la seguridad y la comodidad. La vida es un confiar en la casualidad. Ésta nos lleva a la experiencia fundamental de la diferencia. La idea de que el mundo puede experimentarse desde el punto de vista de la diferencia, de lo otro.

Porque la vida sucede en el mundo. Es un acontecimiento no previsible o calculable según las leyes del mundo. Las terapias de fines del siglo XX y principio del XXI parecen plantearse que el azar debe ser fijado.

Es preciso plantarnos en el borde del abismo, reunirnos con nosotros y con el otro. Es preciso pensar, actuar, transformar. Entonces la recompensa que entra en escena es la felicidad. Por el contrario, tenemos el triunfo de la vida, pero no su duración. Tenemos solo lo que Badiou llama la «intriga del encuentro», pero no el encuentro.

Ahora bien, la vida como afición colectiva otorga intensidad y significación a nuestro hacer. No puede ser ésta una existencia en el contexto de un régimen de ausencia total de riesgos. La vida es algo más que lo asegurado.


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