martes, 29 de octubre de 2019

LA SOCIEDAD DE LA INCOMODIDAD


Desde que se inventó la desdichada y triunfal frase “tienes que salir de tu zona de confort” esta sociedad se ha convertido en la sociedad de la incomodidad. Cada vez que alguien está tranquilo se le condena a que tiene que salir de su confort. ¿Cómo estarán haciendo los hedonistas que son tan dados al confort?

Alguno dirá que estamos en la sociedad post-hedonista. Lo cual no es cierto, mucha gente anda disfrutando de los placeres sibaríticos, otros solo mirando a éstos. Pero en fin alguien ha dado la orden de vivir en la incomodidad y todos hacemos loas y decimos amén a este mandato.

Cada vez que repetimos la infame frase nos creemos que somos originales. Hay una viñeta en las redes sociales que reza: “Tuve que hacerte sentir incómodo, de lo contrario nunca te habrías movido. El universo”. La insensatez llega hasta creer que el universo está preocupado por nosotros y por eso nos obliga a movernos. A estar incómodos.

¿Qué pasó con la comodidad que antes se buscaba? Debe ser que gracias a la tecnología y a las maquinas que resuelven gran parte del hacer físico estamos tan cómodos que ahora necesitamos buscar la incomodidad. Estamos cansados de la ociosidad corporal y mental.

No podemos permitirnos llegar a ninguna zona de comodidad y si llegamos a ella tenemos que salir de ésta inmediatamente y ponernos a hacer algo que nos haga sentirse incómodos. Estamos pasados de estúpidos al hacerle caso a gente que nos dice eso mientras ellos están muy bien apoltronados, gracias a nuestra incomodidad.

Estamos inducidos a hacer lo que nos dicen, nos gusta ser mandados. Si nos dicen que tenemos que estar incómodos nos ponemos incómodos y buscamos todos los argumentos posibles para justificar esa gran idea que nos han metido en la cabeza.

Solo una sociedad ociosa puede aceptar el mandamiento de salir de la zona de confort. Algunos gurús replicarán que es un asunto psicológico no material. ¿Cuál es la diferencia? Es igual nos están ordenando ponernos incómodos. Acaso estos panfletarios tienen la razón. En última instancia es solo el marketing de una vil frase que se ha hecho triunfal.

Muchos repiten la desacertada frase de la boca para fuera mientras disfrutan de lo poco que han alcanzado, que ya es bastante. Para vivir con todas las circunstancias que en éste se dan no hace falta salir de ninguna zona de confort, solo hay que vivir de manera reflexiva tal como lo recomendaba Sócrates.

Incluso vivir atentos a esos falsos gurús, a sus ideas panfletarias y simplistas; que hacen más mal que bien. Esas frases que se convierten en universales y repetimos como loros, son muchas veces la preocupación de un individuo y nada más. Que tiene la fortuna de ser una frase dicha por alguien que tiene talento para las frases memorables. De allí que se hacen pegajosas, hoy dice viral.

Se busca conciliar salir del confort con la economía del bienestar, con la felicidad momentánea y de satisfacción vital. Todo un revoltijo de cosas indigeribles que termina nuevamente en frustraciones. La mentada zona de confort es un lujo no reconocido de unos pocos.

 Lo que tenemos que hacer es gestionar nuestras expectativas valorando hasta qué punto nuestro vivir tiene sentido y en qué medida lo buscamos. Atender nuestra experiencia vivida, dejar de ser mandados y asumir el gobierno de nosotros mismos.

Debemos hacer uso de la reflexión y del razonamiento para analizar y argumentar las ideas de otros. Evitar que los mercachifles nos vengan con cuentos de camino, con supercherías emocionales y baratijas del pensamiento triunfalista.

Es necesario desmontar cada argumento falaz porque éstos nos empujan hacia comportamientos adquiridos e irreflexivos, que nos llevan a consumir una serie de ideas superfluas que no tienen nada que ver con nuestro hacer. Evaluar los diferentes productos que nos venden como panaceas para la felicidad, cuando aún no sabemos que es ésta.

La idea de todo esto es que construyamos nuestro pensamiento de acuerdo a nuestro hacer, que lo podamos adaptar a nuestras necesidades y circunstancias. Nuestra tarea es ver más allá de los engañosos fantasmas y sombras de la percepción cotidiana para comprender las formas verdaderas de nuestra existencia. La falacia de la zona de confort tiene que ser discutida para saber si nos compete o no.

CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA
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sábado, 26 de octubre de 2019

LA VERDAD DE LO PERMANENTE: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Todos buscamos a semejanza de Parménides la verdad en lo que es estable, examinamos una realidad permanente y de ser posible lo más universal posible, a esto es lo llamamos el ser o la esencia de las cosas. Algo que es permanente y define. 

El cambio y la transformación de las cosas se las achacamos al mundo natural y nos damos cuenta que esto a través de nuestros sentidos. Vemos tales cambios en la naturaleza al cambiar los colores de los árboles, cuando crecen los niños y se convierten en adultos, al sentir el cambio de frío a calor, al ver que en la mañana llueve y en la tarde hace sol, al oler como cambian las fragancias y saborea el cambio de un sabor.  

De las cosas que siempre cambian solo tenemos opiniones mudables porque aquellas están sujetas, primero, a los órganos de los sentidos que son algo particular en cada persona; y segundo, a una realidad que siempre está cambiando y es inestable.

Buscamos a través de la razón aquello que siempre es y nunca cambia, que permanece idéntico a sí mismo. La personalidad del adulto que antes era niño, la misión y visión de la familia u organización, lo que es el ser de la religión y Dios, lo permanente de la familia, del amor. Esto nos da seguridad. Por ser permanentes, para nosotros y Parménides, esta es la verdadera realidad en que podemos fundar nuestra vida.
Por eso siempre hemos oído que no hay ciencia del cambio sino solo de lo permanente. De allí nuestra actitud a poner atención sobre las cosas que consideramos permanentes en nuestro hacer. Nos preocupamos por los aspectos permanentes del liderazgo, por ejemplo, más no de los cambios que se imponen en nuestro diario hacer. Atendemos a la misión, visión y valores de la familia o de la organización donde trabajamos porque consideramos que éstos son lo permanente.

En las organizaciones y la familia se habla de una cultura organizacional o familiar  que es el rasgo inquebrantable de la misma, más allá de las diferencias individuales y de las áreas que la conforman. Esa cultura es lo que nos permite decir que estamos en la misma empresa o somos una familia, así un usuario nos reconoce como parte de una organización. Nos reconoce por lo permanente.

En una organización para alcanzar lo permanente se lleva a cabo la gestión de identidad, que consiste en definir la misión, visión, logos, marcas, colores, target… estas expresiones definen lo qué es y será la organización en su realidad permanente.

Nosotros ni Parménides negamos la importancia del cambio. Lo que sí nos hace ver el filósofo es la necesidad de asegurar una esencia permanente que preserve la unidad de nuestra familia, de nuestra persona y de la organización donde trabajamos.

Desde la idea de que la verdad es lo estable, el padre y la madre actúan de forma estratégica y racional para conservar y llevar adelante su proyecto de familia teniendo presente los valores y la misión de la misma. Lo mismo hace el líder en una organización no se deja llevar por las meras opiniones y las percepciones confusas de lo cambiante, éste se aferra a la misión y visión de la organización. Ambos actúan según lo permanente, lo que es verdad.

Es cierto que en toda familia y organización hay momentos difíciles, pero por esto no se concluye que la familia o la organización son una opinión espuria y mediocre[1], que hay que abandonar. Lo importante es que la concepción de una realidad permanente permite al líder y a los padres forjar sus convicciones y tomar sus decisiones.

Liderar en el ámbito familiar u organizacional es el recto pensar y asegurar la unidad por medio de un pensamiento estratégico nos insistiría Parménides. A partir de esto, debemos formular claramente la misión y los objetivos estratégicos que debemos llevar adelante; crear una cultura de trabajo compartido; utilizar metodologías de pensamiento sistemáticas que aseguren la calidad en la toma de decisiones.

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[1] Como dice la canción «Amor y control» de Rubén Blades “que a pesar de los problemas familia es familia y cariño es cariño”. Ver https://www.youtube.com/watch?v=XIoUz-nEu0g

miércoles, 23 de octubre de 2019

UNA IDEA SIMPLE: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Simple etimológicamente proviene del latín “simplus” que significa lo que está formado por un solo elemento, lo que es solo lo que se dice, aquello que carece de composición, algo que está integrado por un único elemento; lo que es sencillo y no presenta complicaciones o dificultades. Traigo este término a colación porque nuestro hacer productivo debe estar signado por la máxima de hacer algo simple o pensar lo que es simple.

Platón habló que «las ideas» eran simples, para Parménides era «el ser», para Heráclito «el logos», para los pitagóricos «el número»; «el átomo» para Demócrito y Epicuro, para Plotino «el Uno», «la ataraxia» para los estoicos; «el placer» los hedonistas. Todas en su fundamento son ideas simples.

Descartes habló de «ideas claras y distintas», a Guillermo de Ockham se le atribuye la expresión «no hay que multiplicar los entes sin necesidad» que se conoce como «la navaja de Ockam»; Leibniz habló de las mónadas como sustancias simples, sin partes, no tienen extensión… Podríamos seguir con otros ejemplos más para mostrar la importancia de un hacer fundamentado en lo que es simple.

La búsqueda de la esencia en filosofía es la búsqueda del concepto o substancia simple. Y así debe ser. Todo el constructo filosófico de cualquier filósofo se fundamenta en una idea simple, que éste repite hasta el cansancio en toda su obra.

Bill Gates expande el uso de las computadoras al producir la idea simple del sistema operativo Windows, que revolucionó y popularizó el uso de las computadoras, hoy en día hasta los gatos pueden usar una computadora sin  hacer ningún esfuerzo especializado. Lo mismo hizo Mark Zuckerberg al implementar la aplicación Facebook.

Las ideas y los productos simples alcanzan muy rápida acogida en el público y los usuarios. Eso lo podemos apreciar en muchos productos alimenticios: la empanada, el sándwich, el hot dog, los cereales; éstos son ideas simples de alimentos para consumir y por ello son tan exitosas. En la ropa y el calzado sucede lo mismo.

La mayoría de los productos que consumimos son ideas simples. Otras son ideas simbólicas como es el caso de los vehículos, que han desplazado la simplicidad del Volkswagen, del Toyota Fj40, del Citroën, por ejemplo. Aunque la conducción de cualquiera de ellos —de lujo o no— es un proceso simple y esto es lo que prima.

Hay otras cosas que son ideas complicadas, tomemos por ejemplo, la filosofía. Que como bien decía García Bacca debiésemos decir mejor las filosofías, en plural porque son varias las áreas de conocimiento que la conforman. Volviendo a la idea complicada de ésta, cuando uno menciona la palabra filosofía la gente arruga la cara y se retuerce en una expresión de rechazo porque lo que viene a su mente es algo complicado.

Y así desgraciadamente se vende ésta, como una idea complicada por lo cual nunca será un éxito de ventas. Ahora bien, la filosofía no es la única área de conocimiento a la que le sucede esto, podemos decir lo mismo con respecto a la psicología, las matemáticas, la física, la astronomía, la medicina aunque de ésta la gente piensa que es solo recetar medicamentos; y así con todas las carreras universitarias. Aunque unas desde afuera parecen más accesibles que otras, como por ejemplo «hacer planos» para el caso de los arquitectos o «hacer dibujitos» para el de los diseñadores gráficos.

No obstante, insisto si queremos producir un hacer o una idea ésta tiene que ser simple. Estar formada por un solo elemento claro y distinto.

Los best seller son obras literarias de gran triunfo de ventas porque son obras que captan fácilmente la atención del lector al tener un estilo y un vocabulario sencillos, por esto se convierten en grandes éxitos de ventas. Porque todos los best seller son simples. Las grandes obras de la literatura universal nunca serán best seller porque no son simples, son complicadas.

Tengo que aclarar algo que se me ha pasado por alto hasta este momento, cuando digo que si “queremos producir un hacer o una idea ésta tiene que ser simple” me estoy refiriendo particularmente a si queremos hacer marketing con ella para posicionarnos en un segmento del mercado[1].

Si queremos producir un producto para mercadearlo éste tiene que ser simple. El producto en cuestión puede ser de cualquier tipo y de cualquier área del conocimiento, sea psicología, filosofía, medicina… La premisa fundamental que tiene que regir al mismo es ser una idea simple.   

Referencias:
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[1] Recomiendo los libros de Jurgen Klaric “Estamos ciegos” y “Véndele a la mente no a la gente”. Los mismos se pueden descargar en Ebiblioteca.org

sábado, 19 de octubre de 2019

GESTIONAR EL TODO FLUYE: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Es necesario observar en nuestro hacer tres aspectos. Primero, la capacidad de escuchar; segundo, la competencia para gestionar los conflictos; tercero, la capacidad de adaptación.

La característica fundamental de la naturaleza, según Heráclito, es su permanente cambio. Los individuos y las situaciones cambian todos los días y a todo momento, cada día están en una constante renovación. Las organizaciones[1] se transforman por medio de disputas, contactos o desarrollos técnicos.

En estos constantes cambios, el principio fundamental por el que se rige nuestro hacer es la oposición de contrarios. La polaridad entre vida y muerte, justicia e injusticia, felicidad e infelicidad. Esto es la ley de los opuestos que siempre están uno enfrentados al otro, lo cual produce la permanente transformación de las cosas. Nada permanece, todo cambia, postula Heráclito.

Al estar regidos por el principio de los contrarios, la primera función del líder es escuchar y tener la sensibilidad adecuada hacia el entorno y las diferentes situaciones que se producen. Escuchar los cambios que ocurren y comprender la lógica de los contrarios que se da permanentemente.

Lo importante es saber escuchar y comprender las inquietudes, las necesidades y los patrones que rigen los cambios y la oposición de nuestro entorno social, económico, político, tecnológico, ecológico… De lo contrario, caemos en el riesgo de confundir nuestras suposiciones con la realidad de los cambios.

En el caso de confundir los cambios reales con nuestras suposiciones es probable que la organización se desajuste y caigamos en el peligro de eclipsarnos o iniciar una fase de decadencia.

Más allá de conocer cuál es la estructura de organizacional lo que interesa es saber escuchar y comprender las tensiones que se generan en ésta y el entorno, así como los cambios que hay que realizar para mantener la efectividad necesaria.

Junto a la capacidad de escuchar y entender las tensiones que gobiernan los cambios debemos saber gestionar en un mundo inestable, es decir, gestionar los conflictos. Que son las tensiones naturales que se generan entre las personas de toda organización, la misma siempre vive en tensión y la función del líder es saber gestionar ésta de forma productiva.

Tenemos que tener claro que ni el conflicto ni la tensión desaparecen de la organización, los debemos hacer es transformarlos en un elemento productivo. Ya que el conflicto es la razón de ser del principio de los contrarios y de los cambios. Entender esto es comprender a Heráclito en el mundo de las acciones prácticas.

La habilidad del liderazgo es la capacidad de crear un entorno de tensión[2] efectiva y productiva. El conflicto productivo permite el desarrollo de la organización y los individuos. Por el contrario, donde todos están de acuerdo no se crea valor ni distintas perspectivas para generar una solución exitosa. El consenso por el consenso es algo soso e improductivo.

La tercera competencia de liderazgo es la capacidad de adaptación a los cambios. A un líder no le puede sorprender que la tecnología cambie, que el entorno social plantee nuevos estándares, que ciertas regulaciones se modifiquen habitualmente; el líder debe estar a la espera de estos cambios. Pues una de las principales funciones de éste es la adaptación y transformación en un entorno cambiante, inestable y sorpresivo.

Primero, saber escuchar la lucha de los contrarios, las necesidades e inquietudes del entorno. Segundo, la capacidad de gestionar los conflicto de manera efectiva y productiva. Tercero, la  capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Son las principales preocupaciones que la filosofía de Heráclito tendría que ver sobre el liderazgo.

A partir de la filosofía del oscuro de Efeso nos preguntaríamos: ¿Contamos con una práctica adecuada para escuchar? ¿Hemos desarrollado competencias eficientes para gestionar conflictos? ¿Somos capaces de liderar conflictos productivos? ¿Somos capaces de liderar los cambios en la organización? ¿Podemos adaptarnos con fluidez a los cambios constantes del entorno?

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[1] Llamo organización a cualquier grupo de personas que tienen una meta común, donde tal meta puede ser el objetivo de una persona en particular. La organización puede ser la familia, una empresa, comunidades…  
[2] Debemos entender que la tensión también es un factor positivo, y no meramente negativo. Que es en la forma como lo estoy utilizando acá.

miércoles, 16 de octubre de 2019

ZOON MYTHON: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Nunca sabremos qué quiso decir Aristóteles exactamente con la expresión “zoon or anthropon logon echon”[1], que la tradición terminó traduciendo como «animal u hombre racional», tal vez para otorgarle al hombre la primacía de la racionalidad sobre el resto de los animales y separarse de ellos como ser superior. Pudieron haberlo traducido como viviente racional y la intención de superioridad seguiría manteniéndose sobre el resto de las especies.

Heidegger reinterpretó la expresión aristotélica como un «animal que habla o animal hablante», con lo cual desplazó la racionalidad del hombre a otro plano dándole preeminencia a la condición humana como el ser de la palabra. Interpretación que calza con la expresión “zoon politikón”, con la cual Aristóteles define al hombre en su referencia e intercambio en la Polis.

Logos (en griego λóγος -lôgos-) tiene varios significados. Por un parte significa la palabra meditada, reflexionada o razonada. Se puede traducir como: habla, palabra, razonamiento, argumentación o discurso. También puede ser entendida como: inteligencia, pensamiento, sentido[2]. Como apreciamos es un término complejo nada fácil ni de traducir ni de interpretar.

Recordemos que para Heráclito logos es la razón universal que guía el universo todo. Un principio universal.
Visto el hombre a vuelta de tantos siglos, no sabemos si la definición de Aristóteles es una de las formas en la que se dice el hombre o que se dice de él. Porque éste al igual que el ser debe decirse de muchas maneras.

Platón contó muchos mitos para explicar lo que tenía que explicar. Cuando el filósofo viene explicando algo de pronto narra un mito como quien cuenta una anécdota para ser más explicito. Debe ser que él había observado que los hombres entendían las cosas más fácilmente cuando se les contaba un mito, por ser éstos parte de su cultura diaria. En Platón hay una estrecha articulación entre los argumentos y los mitos.

Ernst Cassirer definió al hombre como “animal simbólico”[3] basado en que la principal característica de éste es la capacidad de simbolización. ¿De dónde le viene al hombre este simbolismo que expresa en su hacer?

A la anterior pregunta me atrevo a responder que le viene del mito, de esos relatos que se refieren a acontecimientos que buscan dar una explicación a un hecho o un fenómeno, que forman parte del sistema de creencias de una cultura[4]. El hombre vive en el mito y de esa narración simbólica se nutre permanentemente. 

De allí que elabore todas esas ficciones que le permiten vivir en un mundo de constantes contingencias erigiendo dioses, religiones, filosofía, ciencia, ética, política, arte, líderes, club de fans y todas aquellas cosas que necesitamos para llevar adelante el día a día.

No es extraño que alguien lloré desesperadamente porque ha muerto su cantante o actor favorito, esto es parte de la creación de nuestros mitos. Qué bien dijo Platón son pseudo verdades. Pero con las cuales podemos llevar los haceres de cada día.

Mitos tenemos muchos. Ahora con la industria publicitaria y el marketing se crean a raudales. Porque al humano le gustan esas narraciones fantásticas, no es extraño que los mismos pervivan en sujetos de diversas clases sociales y estatus económicos, cada quien sus mitos a la medida.

El hombre es un ser de mitos, de narraciones y explicaciones extraordinarias que nada tienen que ver con los argumentos racionales. Una explicación racional no convence a nadie, en cambio un cuento de acontecimientos prodigiosos fascina y cautiva al humano, en él termina creyendo como si lo hubiese visto.

Por eso creemos que tenemos una conexión cósmica con el universo, y que éste nos depara algo; o creemos en que existe una justicia en el mundo por la cual a los malos le va  a ir mal por lo que han hecho. Que las cosas se dan por alguna causa divina, cósmica que no conocemos, y entre menos conozcamos mejor porque más alimenta el mito.

Gran parte de nuestra vida está conformada por mitos y éstos nos dan explicaciones sobre las cosas que nos suceden. Le dan sentido a nuestro vivir y eso es importante. Vivimos en el mito y éste nos alimenta. Sin el mito la vida sería muy desgraciada, muy llena de orfandad y soledad. Gracias al mito somos humanos.

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sábado, 12 de octubre de 2019

LA CLAVE ESTÁ EN EL ENCANTO Y LA COMODIDAD: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Tenemos que ser guapos y saberlo, porque hay bellezas que exceden las palabras y ésta es la amabilidad. Al ser amables somos hermosos, ¡lo que resulta sorprendente! Pues es muy raro que nos topemos con una persona amable que sea fea. Esa persona es guapa y nos cautiva por su amabilidad.

Que la persona amable sea guapa tiene importancia porque condiciona esa confianza que enarbola continuamente en el trato con los demás. Es hermosa y tiene que ser consciente de ello, porque la clave está en el encanto.

Es probable que la amabilidad no se identifique con ninguna idea de belleza, lo cual supone un gran alivio. Para nosotros la belleza de la amabilidad es un elemento indispensable para ser felices y tener confianza en nosotros mismos. Ese esquivarse en la frase «lo importante es la belleza interior» es falso e insuficiente y todos lo sabemos. El encanto es otra cosa, está más cerca de lo sublime que de lo bello.

En las relaciones interpersonales no todos somos iguales en belleza; no todos tenemos ese encanto natural con el que nacen algunos y otros lo cultivan de manera consciente. De todas formas, hay un punto proporcional en tener el encanto de la amabilidad y ofrecer una imagen repulsiva.

Hay una figura que debemos moldear para sentirnos lo mejor posible con nuestro pensar-hacer, un margen que nos permita trabajar con la actitud y la posibilidad... El objetivo es sentirnos bien con nosotros mismos, sentirnos bien tanto mental como físicamente.

Hay una única regla imparcial de belleza que debemos seguir ser amables. ¡Nada más! Para eso tenemos que ser.

Si nos vemos guapos frente al espejo[1] y somos sinceros con nosotros mismos, se multiplicará el carisma, el aura y, por consiguiente, nuestro poder de seducción y amabilidad, esto es, nuestro encanto. Es importante sentirnos guapos, incluso es primordial. Pero no siguiendo cualquier criterio.

Querer parecernos al modelo de la foto de portada de una revista es, antes que nada, no querer parecernos a nosotros mismos y, sobre todo, no aceptarnos ni querernos. ¿Quién podrá amarnos si solo formamos parte de una mascarada de apariencias? Seamos guapos por lo que somos, por lo que hacemos y por lo que podemos mejorar en nosotros, no por los cánones que se exhiben.

¿Cómo podemos ser guapos si no estamos cómodos en cualquier situación? Tenemos que sentirnos cómodos para ser amables, para ser nosotros mismos. Debemos contentarnos con ser, es el verbo que mejor nos va en esta vida. Y eso incluye muchas cosas.

En nuestra vida hay muchas situaciones en las que nos sentimos incómodos, eso tiene muchas causas y es algo normal. No obstante, cuando ganamos confianza en nosotros mismos esto nos permite superar situaciones delicadas con mayor facilidad, es decir, nos sentimos cómodos.

No sentirnos cómodos es no sentirnos a la altura de la situación. ¿De quién, de qué no nos sentimos cómodos? Es evidente que de los otros y muchas veces de la imagen que mostramos nosotros mismos. Cuando no nos sentimos es porque hay piezas desajustadas afuera y dentro. Tenemos que ajustarlas.

Cuando no tenemos ninguna imagen que defender porque somos no podemos sentirnos incómodos. Cuando somos nos sentimos a nuestras anchas, plenos. En ese momento somos y punto. Debemos tener una actitud definida, sin mentiras sobre nuestra personalidad o nuestras virtudes que pueda ponernos en tela de juicio. Este «ponernos» es lo que provoca esa incomodidad en ciertas situaciones. Al no ser nosotros.

Lo que construimos artificialmente es lo que da lugar a ese sentimiento de incomodidad. Nos arriesgamos a que los demás descubran lo falso, el no estar a la altura de lo que hemos contado, reivindicado y que forma parte de esa imagen que los demás tienen de nosotros. Pero que no somos.

Nos sentimos incómodos cuando nos encontramos descubiertos o por descubrir entre lo que hemos dicho, lo que hemos hecho y somos. Cuanto más aumenta la distancia entre lo verdadero y lo falso, más se acrecienta el sentimiento de malestar. Allí perdemos todo encanto.

Para sentirnos cómodo y guapos en cualquier situación hay que ser honesto con nosotros mismos y con los demás. No crearnos falsas imágenes, pues la nuestra es suficiente. No es fácil sentirse cómodo siempre, por ejemplo, en casos de injusticias. Pero la comodidad de ser quienes somos nos permite la confianza abordarlas con propiedad. Recuerda la clave está en el encanto.

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[1] Recordemos la escena ¿Qué ves en el espejo? de la película Angel-A de Luc Besson. Ver https://www.youtube.com/watch?v=e4V6JmYJBoo

sábado, 5 de octubre de 2019

SEAMOS MAGNÁNIMOS Y APRENDAMOS A DIVERTIRNOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


En nuestro hacer tenemos que colocar nuestras aspiraciones racionalmente bien arriba, para que éstas sean aspiraciones reales, alcanzables y no perezcamos en medio de falsas aspiraciones. Tenemos que ser ambiciosos y dar lo mejor de nosotros para alcanzar buenas metas. También es importante saber ser magnánimos en caso de derrota.

Tenemos que ser honestos y esforzados en nuestro hacer. Ahora bien, nadie nos pide que hagamos un sobreesfuerzo hasta el punto de caer enfermo. Esto sería insensato. No podemos fustigarnos continuamente por no ser tan fuerte o tan rápidos, por tratar de ser el mejor. La época de la sobre-competencia lo que dejó fue enfermos coronarios y ACV, chatarra humana.  

Tenemos que hacer lo mejor posible lo que hacemos con nuestro mejor esfuerzo, pero también tenemos que disfrutar nuestro vivir. Nos pasamos la vida preocupados por conseguir una cierta posición o estatus, y lo peor es muchas veces que sabemos que nunca podremos tener la misma. Vivimos de vana esperanza.

Nos llegamos a odiar por ello y nos reprochamos cada día. Tener magnanimidad para con nosotros y aceptar nuestras inteligencias no nos impide que estemos orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos. Si no cantamos como Freddie Mercury o no pintamos como Cézanne ¿Tenemos qué dejar de hacer eso que hacemos? Tenemos que aceptar esas diferencias ¿Cuál es el problema?

Debemos hacer lo mejor que podamos con nuestras inteligencias y capacidades para seguir avanzando, pues el gato que nunca será un león no deja por ello de brincar, correr, cazar. Quitemos de encima tanto prejuicio y tanto complejo.

Seamos magnánimos en lo que hacemos y con nosotros mismos. Debemos seguir haciendo lo que hacemos cada día mejor. Y en este hacer tenemos que aprender a divertirnos, a disfrutar de lo que hacemos. Aunque la vida no es un jardín de rosas, tampoco tiene que ser una permanente experiencia dolorosa.

Cuando la vida se pone difícil nos preguntamos ¿de qué va ésta? Nunca nos preguntamos eso cuando nos estamos divirtiendo. Así que para conjugar el diario hacer y para encarar nuestras circunstancias desde otro punto de vista tenemos que aprender a divertirnos.

Saber divertirnos es una condición básica para ser sentirnos bien. Tenemos que interrelacionar los momentos serios, nuestras ensoñaciones con ser capaces de jugar, divertirnos y reír. Tenemos que tener capacidad para la sonrisa. Reservar las caras largas para los momentos adecuados.

Una de las principales ocupaciones del humano es jugar. Es el juego de la naturaleza y nosotros, hemos inventado miles de formas de reírnos y pasarlo bien Hay que saber reírse, especialmente, como Demócrito saber reírse de todo. Saber no tomarnos en serio esos pedestales sociales, y mirar con recelo cuando alguien dice «Entiende, en mi posición no me lo puedo permitir…». Solo son bla bla bla.

La imagen social, la imagen de uno mismo, el aparentar ser cultos, el fingir que ya lo sabemos es una ilusión. Ya esto lo mostró irónicamente Sócrates. En fin, todo aquello que impide divertirnos y reírnos son unos rasgos que a veces cultivamos y debe en muchos casos olvidar.

Ser magnánimos y aprender a divertirnos es fundamental para llevar una buena vida. Es saber vivir en concordancia con nosotros y nuestro entorno nos permite un estado de ataraxia.

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miércoles, 2 de octubre de 2019

MIEDO, RABIA E IMPOTENCIA EMOCIONES ADECUADAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Las dos primeras son emociones básicas, la tercera es una situación emocional. Al sentirnos derrotados por una causa ajena a nosotros desarrollamos estas emociones que nos pueden ayudar a seguir adelante en un proyecto de vida sensato.

La impotencia, por lo general, es producto de una causa que está fuera de nuestro control. Nos hace sentir que hemos perdido el poder sobre nosotros y no podemos controlar lo que nos pasa. Es la negación de nuestra potencia para actuar sobre algo.

Esa negación es lo que nos produce esa situación emocional. Al vernos disminuidos ante lo que nos ocurre y nos sobrepasa. La situación nos desequilibra, nos pone en un punto X sacándonos de nuestro centro. Es nuestra propia negación, la pérdida de nuestro propio poder. El no poder hacer nada, decimos.

Lo que tenemos que intentar hacer es volvernos a centrar. Salir del punto x en que nos ha colocado esa situación no deseada. Volver a tomar las riendas de nuestra vida para poder hacer algo. Aunque este algo sea comprender lo que nos pasa, entender qué es y por qué de esa impotencia.

El miedo es la emoción natural a algo desconocido, a un ataque repentino, a algo que no entendemos. Con éste nos defendemos de modo pasivo. El miedo nos pone alerta ante el mundo. Es una de las emociones que nos permite sobrevivir. Lo contrario sería la insensatez.

Esta emoción hace que nos cuidemos a nosotros y a otros. Al sentir miedo buscamos refugio, nos cuidamos con más esmero. Es una emoción adecuada porque nos permite atendernos, por medio de ella procuramos la cura.

Es fundamental para sobrevivir. Si no sintiéramos miedo haríamos actos arriesgados y peligrosos poniendo nuestra vida en peligro. Actuaríamos de manera irracional. El niño pequeño que no conoce el miedo a los vehículos intenta cruzar la calle sin poner ninguna atención.

El miedo nos ayuda a estar atentos a nuestro cuidado corporal, a no producirnos daño. A seguir las prescripciones médicas, a guardar los reposos indicados y seguir, en general, las recomendaciones del médico. En caso de enfermedad. O de la madre y el padre en nuestras interacciones sociales.

Es valiente quien actúa atendiendo al miedo. Lo otro es imprudencia. La prudencia aunque no es guiada por el miedo nos permite asumir decisiones adecuadas en nuestras relaciones interpersonales y en las circunstancias que se nos presentan. El miedo nos hace prudentes y reflexivos.

Medimos lo que vamos a hacer y a decir por miedo a las consecuencias. Más miedo sentimos cuando nuestra vida está en riesgo. Debemos atender que nos aconseja esta emoción a la hora de actuar. Muchas veces es buena consejera, nos hace cautos y alertas.

La rabia nos hace agitar contra el mundo. Heráclito quien dijo que «la guerra es padre de todas las cosas» debía saber que la guerra se fundamenta en la rabia. Con ésta defendemos lo que más queremos, nos enfrentamos al mundo luchando con los dientes y a arañazos. Es una supervivencia activa.

Un atisbo de rabia debe sentir el neonato en su primer llanto y con ese se gana la entrada a este mundo. Es importante esta emoción porque con ella nos agarramos a la vida y no la soltamos. Defendemos nuestro derecho a vivir.

La rabia es fundamento de todo luchar. Sin ella nada seríamos. La madre defiende al hijo con una rabia enconada, lo mismo hacemos a diario para vivir. Si la vida no nos da cuartel respondemos y actuamos con rabia, pero actuamos. No nos quedamos paralizados.

Es el motor de toda lucha y más por vivir. Si ésta nos abandona nos entregamos. Nos hace guerreros. Con ella hemos alcanzado muchas cosas sin saberlo, salir del marasmo de la adolescencia, alcanzar algunas metas, pasar de un día al otro. 

Debemos desechar esa vocinglera catequesis de que la rabia y el miedo son emociones negativas. Son solo emociones y muy adecuados en muchas circunstancias. Cuando tenemos que salvar nuestra circunstancia para salvar nuestro yo ellas dos son fundamentales y relevantes. Hay que atenderlas con pensamiento crítico para saber cuándo son adecuadas y nos sirven a nuestros fines.      

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