Si observamos las fotos de las esculturas griegas, nos
podemos dar cuenta de que los helenos no podrían haber hecho muchas muñecas de
trapo, porque andaban muy escasos de ropa, casi en pelotas. Y de aquellas
hilachitas que usaban poco les quedaría para reusar en algún invento textil,
tal vez sería menos que nada lo que debía ser aprovechable después de tanto
trajín guerrero. Los helenos de seguro no servían para hacer muñecas de trapo,
esa debe ser la conclusión.
Pero no es de eso de lo que quería hablar acá, y me costó
algo conseguir un tema desde que Clairet me dijo que me invitaba al Segundo Coloquio
de las Muñecas de Trapo.
De lo que deseo hablar, porque lo adoptamos de esos helenos
escasos de trapos, es de la “aisthesis” de las muñecas de trapo. Este es un
término muy conocido y usado a diario, porque es parte de nuestro hablar cotidiano.
Eso que he nombrado como “aisthesis” es
lo que nosotros hemos traducido como “estética”. Pero, no deseo hablar ni de lo
bellas que son las muñecas de trapo ni de la belleza que ellas poseen. No, no
es de eso de lo que voy a comentar.
El término que he mentado arriba significa originariamente “sensación”
y algo después también “percepción”. Y ambas pertenecen al cuerpo, no a la razón.
Junto a las diversas sensaciones que sentimos está la “estesia”, que es nuestra
disposición de abrirnos,
sensiblemente, a las cosas que están en nuestro derredor, esto es, de abrirnos
al mundo que nos rodea. Y en este abrirnos está la posibilidad de lo que llamamos
la experiencia estética, es decir, la experiencia sensible.
De lo que deseo hablar, entonces, es de las sensaciones y
percepciones que nos generan las muñecas de trapo. Por eso hice referencia a
los helenos, porque no hallaba por dónde comenzar ni dónde meter a esos
descamisados.
“AISTHESIS”
Primer asunto, originariamente las muñecas son de trapo, no
de tela, es decir, son de un reuso; de un volver a usar aquello que una vez fue
una tela, elegante o no. La cual cuando se reutiliza ya no es una tela, sino un
recuerdo, un algo que temporalmente había sido olvidado y que se rescata del
olvido.
Por tanto, la muñeca que nos compete comienza por ser un
recuerdo de algo que fue, y que en tanto materia o material es rescatada para
elaborar un nuevo ser, un nuevo presente. Y esto tiene sus implicaciones
sensibles.
El reuso pertenece a aquel principio de conservación de la
materia o de la llamada ley de Lavoisier. Según la cual, “la materia ni se crea
ni se destruye, solo se transforma”, en este sentido, la elaboración de la
muñeca de trapo transforma unos recuerdos en un presente; los cuales implican
nuevas sensaciones corporales y percepciones emocionales. Porque todo recuerdo
está ligado a ciertas emociones.
De este modo, la muñequera al iniciar la elaboración de las
muñecas de trapos ya está inmersa en la “aisthesis” y no puede escapar de ella.
Alguien puede argumentar que ahora las muñequeras compran la
tela nueva, es cierto. Nadie lo niega. Pero estoy hablando de una génesis, que
perdura en el decir y en el imaginario del oficio. Pues, la historia presente
de la muñeca parte de esos trapos que vuelven a traerse a la vida, a una
segunda vida, creo que fue así como me dijo Carmen Poleo.
Además, la tela comprada en el almacén se trasmuta, por el
oficio de la magia, en trapo. Esa es la realidad.
Tenemos que la elaboración de la muñeca de trapo desconstruye
algo, que está temporalmente en desuso, para darle un nuevo uso. Con ello trae
al encuentro del oficio viejos y nuevos relatos. Trae al presente recuerdos,
que aún con la mayor indiferencia, afloran ante la presencia de la muñeca de
trapo.
Así quienes no le habíamos prestado atención a estas muñecas
de pronto ellas hacen su aparición, y entonces sabemos que están allí. De ahí
las caras de asombro y de recuerdos encontrados que se producen cuando las
personas se reencuentran con las muñecas de trapo. Pues, éstas en su sencillez son
parte de nuestro vivir cotidiano, de nuestra cultura.
El nuevo vivir de aquel trapo olvidado encarna las
sensaciones originarias de la muñeca de trapo, y es lo que nos compete en
nuestro imaginario cultural. Que aun cuando la tela sea nueva, en nosotros está
arraigada la idea de que es trapo, de que es olvidos y recuerdos. Que fue una sabana,
un vestido, una blusa o un pantalón que se desgastó por el uso y por los años.
Y en este imaginario están incitas nuestras sensaciones y percepciones.
Esas sensaciones que generan las muñecas de trapo son el
registro de nuestra historia personal y no hay otra forma de vivirla. Las muñecas
de trapo no se viven racionalmente, en ellas la razón está dejada de lado. Por
eso razón, cuando las muñecas son expuestas transforman la racionalidad del
espacio arquitectónico y lo convierten en otra cosa, el lugar expositivo se
convierte en un pasar a través del espejo de Alicia para acceder a un país de
las maravillas, es atravesar el escaparate y encontrarse nuevamente en Narnia.
La muñeca es textil y por tanto es táctil. Lo textil y lo táctil
están imbricados, es raro pensar uno sin el otro. Ambos son sensoriales porque
están adheridos al cuerpo, por eso son plenamente estéticos. La muñeca es
altamente estética en este sentido, pues ella es solo sensaciones. Que es a lo
estamos haciendo referencia. No podemos separar a la muñeca de trapo del cuerpo.
Lo primero que alguien hace con una muñeca de trapo es tocarla, apreciarla
táctilmente: abrazarla, pasársela por los cachetes o besarla. Lo que hace la
persona con esto es “aisthesis”, una experiencia estética.
Con la muñeca de trapo nos ponemos en lo más primario de lo
humano, en los meros sentidos. En eso consiste la estética de esta muñeca, en
ser una multiplicidad de sensaciones. En la muñeca de trapo hay una
fenomenología de la piel, del tacto, de lo sensible.
En esto consiste la fenomenología de la muñeca de trapo.
Esto lo pude observar cuando Maritza Cabello le regaló una
muñeca a la hija de Malú, que es una bebe, ésta comenzó a masticarse a la
muñeca. La convirtió en una muñeca gourmet, en pura sensación. Y no hay nada
más sensorial que el gusto, que lo bucal. Lo mismo pasa con los besos que se le
dan a la muñecas, es otra variante de lo que hizo la bebe de Malú.
“ESTESIA”
El segundo asunto que está implícito en las muñecas de trapo
es el relato que se establece entre la muñequera y la muñeca. La muñeca no es
un mero objeto ella dice algo, dicen las muñequeras. Y aquí está implicada la
“estesia”, esa disposición de
abrirnos al mundo cuando éste nos deja de ser indiferente.
Y esto
lo hacemos ante la muñeca de trapo. Nos abrimos al mundo en razón de las
sensaciones.
Ésta, la estesia, es una disposición que no la hacemos
conscientemente, no es un yo quiero abrirme al mundo. En primer lugar, la
muñequera no fuerza el diálogo con la muñeca, se da manera espontánea. Lo mismo
sucede en el encuentro con la muñeca, nadie sale premeditadamente a realizar
una “estesia”, ésta se da o no. Por eso es una posibilidad.
En la “estesia” está la causa de que cada muñeca sea
diferente. Porque cada una produce una apertura diferente.
La “estesia”, en segundo término, sucede con los
observadores, por eso es que los espectadores de pronto dicen: “se parece a mi
tío, o a tal persona”, o la persona llega directamente a la muñeca y dice:
“quiero ésta”, no importa la edad, es solo un impulso comunicativo entre la
muñeca y la persona. Esto sucede porque se ha producido una apertura sensible,
se ha producido la apertura estética.
Es una relación que se establece entre la persona y la
muñeca. Y, por lo general, es relación se busca explicar a través de un
recuerdo, de una semejanza, de una familiaridad que se establece entre la
muñeca y la persona.
Esta conexión es el principio posible de toda estética, sin
ella no sería posible tal encuentro. No sería posible lo que hoy llamamos arte y
artesanía. Es una relación selectiva. Una cosa nos llama la atención, otra no.
En caso contrario, la muñeca permanece muda, indiferente. Esta
relación es sensible.
Aunque nos gusten las muñecas de trapo unas nos gustan más
que las otras. Con unas establecemos comunicación con otras no, o establecemos
una relación apagada. En este sentido, el relato del espectador se hace sentir en
la muñeca. Antes lo ha hecho la muñequera.
Esta relación entre la “aisthesis” y la “estesia” es
fundamental para y en el hacer muñequero. Es el origen del oficio, de la
relación amorosa que se establece entre una y otra. La muñeca de trapo se
inicia como un acto de amor, con un hacer amoroso. Esto es con un hacer
estético.
Autoras de las muñecas de trapo:
1.
Vicky Rojas
2.
Carmen Rodríguez
3.
Miriam Sosa