jueves, 18 de abril de 2024


 

A finales de septiembre comencé a ahorrar para comprar un equipo nuevo, porque el pianito ya tiene sus años y los otros dos, como comenté, se tiraron en diciembre tres peos y una plegaria.

No fue fácil, pero tampoco tan arrecho.

En primer lugar, hablé con la Sofita para saber qué equipo tenía y, además, equipos estaban mortadela y ella los revivió. Pero la Sofitasa estaba muy ocupada en sus asuntos y le dije que como estaba muy ocupada iba a buscar unos panas para conseguir el equipo.

Así fue.

Me dije: Voy a buscar a los muchachos allá en la esquina de Alcabala. Al pana Luis y José Luis.

Ahí es peligroso porque el local de los muchachos queda entre La Cita y La Tertulia. Y si a uno le provocan unas frías puede caer en la tentación.

Me acerqué un día, y desde la entrada se veía que todo estaba oscuro.

—A lo mejor es que no han llegado, regreso otro día.

No estaba apurado porque seguía reuniendo la plata. Ya estaba en enero y todavía no tenía lo suficiente como para pedir el equipo.

En febrero regresé a ver si los muchachos estaban trabajando, fui un poco más tarde. Y nada, la vaina se veía oscuro. Por suerte en el negocio de la entrada había una señora y le pregunté:

—-¿Usted sabe si los muchachos están trabajando? Los del local del fondo.

A lo que ella me contestó:

—Ahí no hay nadie, lo que hay es un deposito de un chino.

A vaina, dije para mis adentros.

Tengo que escribirle al pana Luis por la Facebook, para ver si está armando equipos.

Le escribo y el pana, porque pana es pana, me respondió, de una vez, que él no estaba en Venezuela, que ya tiene seis años fuera del país. Pero que me iba a ubicar a José Luis o a otro pana de su absoluta confianza.

A Luis Andrade lo conocí cuando él tenía un local entre Peligro y Miguelacho. Y yo estaba buscando unas memorias para un equipo, que en ese entonces las memorias se parecían a unas arañas. Pasé por el local, hablamos del asunto, le llevé el equipo y las memorias. Pero algo pasó que el equipo no las quiso reconocer.

Cargué de nuevo con el equipo para la casa 8 del callejón San Luis y lo dejé ahí.

Al otro día mientras iba pasando frente al local de Luis, éste me llamó y me dijo:

—Traeme el equipo, que ya sé que pasó.

Le volví a llevar el equipo y esta vez todo fue sobre ruedas.

Desde hacia rato ya Luis estaba platinado. Ese local lo cerró y se mudó para la esquina de Alcabala donde puso un cyber y su taller de reparación y venta de equipos de computación.

Eso hace su rato. Por allá en los noventa.

Lo cierto es que Luis contactó con otro pana y éste me llamó.

Este es el panela Boby, también conocido como el Serafín. Es guerrero el hombre, echao pa´lante.

Hablamos, le dije lo que necesitaba como equipo según los programas y lo que hago. Me hizo un presupuesto y ahí nos tranzamos. Le di una parte para que fuese armando la maquinaría y el chasis, quedándole debiendo unos reales, que se los pagaría en las próximas tres quincenas.

Porque el pobre siempre está jodido, porque siempre vive con una mano adelante y otra atrás.

Le terminé de pagar lo que le debía y le dije que trajera el equipo.

Le revisamos las tripas al equipo y los programas que estaban instalados. Y nos sentamos a conversar largo rato.

Me puse a trasegar la información del pianito al equipo nuevo, 14 años que el pianito guapeo conmigo, el Nigno me sacó las patas del barro con ese pianito. Pero ya ha envejecido tecnológicamente.

Tengo que sacarle la información a los otros dos Lazaros. Que solo me es posible acceder a ellos por el ¨modo seguro de prueba¨. El Serafín me planteó la idea de convertirlos en equipos para almacenar información con lo que ya tienen.

Esa es la idea. Pero ahora viene la etapa de empezar a reunir para comprar un televisor de 32 pulgas para conectarlo al PC.

Ya compré el cable HDMI, por lo menos.

La vaina no ha estado mal. Hacia falta un equipo nuevo, éstos tienen mínime 20 años llevando más que violín prestao.


miércoles, 10 de abril de 2024

EL ARTESANO Y LA ARTESANÍA


El artesano no es un sujeto que se parece a un hippie, que tiene el cabello largo, que calza sandalias de cuero y vende sobre un tapete en algún bulevar de la ciudad.

No.

Un artesano es quien domina una técnica. Es lo que los antiguos helenos llamaban un τεχνικός, porque tenía una τέχνη.

Hasta ahí, la vaina iba bien. Hasta que llegaron los romanos y dijeron imitando a Don Vito Corleone:

—Eso es lo que nosotros llamamos Ars, y de ahora en adelante le decimos arte.

La cagaron.

Porque de ahí en adelante hasta estos días hay un enredo de Dios padre sobre qué vaina es arte y que es artesanía. Pero eso es harina de otro costal.

Volvamos a lo nuestro.

El artesano y la artesanía indudablemente han mutado en el tiempo, me refiero a cómo lo pensamos y concebimos.

Primero, eso que nosotros llamamos artista, tal como lo conocemos en estos días, es algo muy reciente. Apenas del siglo XIX, y se da en la figura del compadre Beethoven. Es él el artista que impone su criterio sobre la obra de arte y pide cuánto deben pagarle por su hacer. Nadie viene a naricearlo. Esa vaina la impuso el compadre. Tal vez por eso se quedó sordo, a lo mejor de alguna pescozada que le dieron.

Porque todo recordamos que el paisano Mozart, con toda su genialidad, no se distinguía en su status del cocinero real. Estaban al mismo nivel, porque ambos eran artesanos.

El artesano con la Revolución Industrial o se convirtió en burgués y en capitalista industrial, claro si tenía capital acumulado; o se convirtió en proletario, esto es, en obrero; si no tenía ningún capital.

Asumamos que la mayoría de los τεχνικός no tenían capital, por los gastos que conlleva estar vivo. Éstos, con la Revolución Industrial, se convirtieron en obreros especializados. Después siguieron los obreros rasos, sin ningún saber técnico.

En ese periodo y posteriormente vez de llamarse artesanos empezaron a llamarse obreros especializados o mano de obra calificada. Acá en Venezuela, el INCE formaba “mano de obra calificada” para las empresas o industrias. En lenguaje heleno, el INCE formaba artesanos.

Lo mismo debe haber ocurrido en todos los países de este mundito miserable.

Ante este desmadre y la aplanadora que traía la Revolución Industrial, por allá en Inglaterra o por ahí cerca William Morris y John Ruskin intentaron salvar algunas prácticas artesanales ornamentales o decorativas, porque a todas las otras prácticas artesanales se la había tragado la Revolución Industrial sin vaselina.

Y estoy convencido de que es por esta vía que a nosotros nos llega la concepción de artesano y artesanía que tenemos hoy en día. Por lo cual, considero que el sujeto artesano del que habla Simón Rodríguez, en sus escritos, es lo que nosotros llamamos “mano de obra calificada” u “obrero especializado”.

En el ámbito de la construcción es fácil ver estas diferencias entre los obreros.

Pero para que el pastel esté más enreverado junto a la artesanía están las manualidades.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

En estos días a la Ítaca laboral se acercó una persona para preguntarme sobre un asunto de la red de venta y me mostró una foto de uno de sus trabajos. Yo le dije que se dirigiera a la parte que correspondía a los artesanos. A lo cual ella me dijo:

—Allá me dijeron que viniera para acá.

Así están las cosas, diría Chivo Negro.

Quien domina una técnica manual es un artesano, si no la domina o es un aprendiz o un mirón. Solo los poetas, y de milagro, en el mundo heleno se salvaban de ser artesanos. Éstos eran productores, esto es, ποιητής.

Platón, en República, al texto los mismos romanos le cambiaron el nombre, el título del diálogo es “Politeía”. Solo una vez usa el término αρχιτεκτων. Que en sentido estricto significa “primer técnico”. Pero no recuerdo si es Derrida o Bachelard, porque estaba leyendo a ambos autores por la misma fecha, hace 20 años atrás, uno de estos autores indicaba que este término era político, porque era el técnico que estaba cerca del Rey, del Faraón. Estaba en la crema. En otras palabras, el αρχιτεκτων era el asesor real.

Por el contrario, el divino Platón para referirse a quien ordena y diseña la polis usa el término οικοσδομως. Que se traduce también por arquitecto, pero según los anteriores autores no tiene la carga política del anterior. En sentido estricto el término se traduciría como: casacasa.

En estos tiempos, artesano es un término ambiguo y como todo lo ambiguo difícil de ubicar y definir con precisión. Lo mismo le pasa a la artesanía. Solo queda recurrir a cierto sentido común y, por los momentos, dejar quieto al que está quieto.

 

miércoles, 27 de marzo de 2024

LA VENGANZA A LOS ESPAGUETIS


 

Cuando el coño e madre de Amerigo Vespucci vino por estas tierras fue  cuando se armo el peo. Ya por ese entonces al Colón le habían puestos los hierros, para no pagarle un coño por haber venido para esta vaina.

La gente cuenta que cuando el Prepucio se asomó por los lados de Sinamaica, que en wayú se llama Karouya, el coño e madre dijo:

—Esta verga se parece a Venezia.

—¿Vos estais endrogao?

Le preguntó un guajiro.

—Este mardito debe venir del concierto de Pink Floyd allá en la Venecia y todavía está drogao. Cómo se va a parecer esta verga a Venecia, si vos todavía no habeis visto ni a Santa Rosa de Agua ni a Isla de Toa.

Pero como el Vespuccio venía apoyao de allá de la España, decretó:

—Toda esta reverga, de ahora en adelante, se va a llamar Venezuela.

—Si me lo mamais.

Dijo uno que estaba ahí oyendo.

A este lo jodieron, le dieron una redoblona por salío.

Los Wayú se arrecharon y preguntaron:

—Cómo es que se va a llamar esta verga ahora.

—Venezuela. Y si a alguno de ustedes no le parece los vamos a reventar a coñazo limpio. Contestó en Vespucci.

Así es la verga, ya vas a ver coño e tu madre. Dijeron los guajiros. En la bajaita te vamos a agarrar.

Toda esa vaina fue bien temprano en la mañana.

Los Wayú de una vez se pusieron a tramar la venganza contra los italianos por haberle cambiado el nombre a esta vaina.

Ya a golpe de mediodía al Prepucio le dio ambrosio plaza y preguntó:

—¿Hay algo de comer? Porque tengo el hambre pareja.

—¿Qué querei comer mardito?

Preguntó una guajira.

—Unos espaguetis. ¿Tenei?

Porque ya el coño e madre había entrado en confianza.

—Los que tengo es de la bolsa CLAP, me queda un kilo.

—Echale bola, vamos a comer esos espaguetis.

Y aquí comenzó la venganza de Venezuela contra Italia.

La guajira puso en el fogón la olleta a hervir el agua. Cuando ya la vaina empezó a hervir sacó los espaguetis del CLAP los partió por la mitad y los echó a la olla.

El Vespucci apretó el culo, por aquella irreverencia.

Como los espaguetis son vermicelli esos están rápidito.

—Imagino que le vas a poner una salsa boloñesa y un queso pecorino, minime.

Le dijo Vespuccio a la guajira.

Ésta ni bolas le paró. Sacó los espaguetis de la olleta y los escurrió.

Ya el Vespucci estaba sentado a la mesa mirando a la guajira y esperando su plato de pasta. La guajira agarró una totuma de las grandes, le sirvió el plato de espagueti y le echó:

·         Caraotas, mayonesa,

·         le rayó como medio hilo de queso de año,

·         y le puso unas tajadas.

—Te comei esa verga o si no te jodo.

Le dijo la guajira.

—Mirá, traele un guarapo de papelón con limón pa’ que este mama tripa baje los espaguetis.

Le gritó a un sute que andaba por ahí cerca.

Aunque Vespucci se arrecho, no dijo un coño.

Pero, más nunca volvió por estas tierras.

Después por la misma venganza Venezuela se convirtió en el segundo comedor de espaguetis del mundo, y eso porque allá son unos millones más que aquí. Pero cuando los pasemos en población se van a joder.

También dicen que le pusieron a esta vaina América, por ese carajo.


sábado, 23 de marzo de 2024

EL BOLÍVAR DE TRAPO


 

Mandaron nueva tarea, ya me estoy arrechando, hacer el personaje del compadre Bolívar, porque se está cumpliendo el bicentenario de Bolívar mexicano.

Copiamos un patrón para hacer el muñeco. El patrón es una modalidad en el hacer de las muñecas de trapo, me traje mi patrón y dije el miércoles hago el muñeco.

Ayer en la Ítaca laboral dieron la correspondiente bolsa de víveres y dos pollitos chiken gallina e. Los cuales fueron a parar al horno casi de manera inmediata.

Llegado el día de hoy busqué mis cosas para hacer el muñeco de la ciudad. Y me doy cuenta que no tengo ni tela ni blanca ni clara.

—¿Y si lo hago con tela negra?

Verga van pensar que es el Negro Primero o el Afrodescendiente Primero, así debe decirle ahora por si las dudas. O son capaces de decir que es San Benito vestido de militar.

Mejor busco con tranquilidad una tela que sirva. Me encontré un recortico que la amiga Miriam me regaló en este sábado pasado. Este sirve dije, lo planché porque estaba más arrugado que camisa de amanecio.

La tela es de listas blancas y rojas, muy finas. Pero se ve bien. Agarré mi patrón lo dibuje en la tela, las dos caras, y me dije:

—Esta vez le coso los ojos y la boca antes de rellenarlo.

Y así lo hice, pero pendiente de no irla a cagar. Le hice los ojos separados como los de Cortázar, cosí el saquito y le di vuelta para que la cara quedara por fuera y fue todo un éxito. Ni los vuelos de la NASA.

No le voy a poner mucho relleno porque se puede llegar a parecer al Sargento García, el del Zorro. Y ni de vaina. Además el compadre era flaco, medio esmirriaito.

Chunguito quedó el muñequito. Ahora hay que vestirlo.

—¿El pantalón será negro?

No me acuerdo cómo se viste el Bolívar, pero vi una foto de un Bolivita de trapo. Ah no, el pantalón es blanco para que resalten las botas negras. El compadre era un galán.

Conseguí entre los retazos que me regalaron un pedacito de tela flexible, o como se llame, blanca. Esta es la propia y el pedacito alcanzaba para hacerle los calzones al mero mero. 

 Le hice el molde del pantalón, lo corte y se lo cosí. En la cintura para tapar un roto de la tela blanca le puse un cinturón, yo he visto que el compadre usa un cinturón o una vaina semejante.

Le hice las botas negras y lo calcé.

Me falta la casaca azul con la pechera roja, esa se la haga en otro momento. Y ponerle el pelo y las patillas a lo Elvis Presley. Por hoy ya está bueno.

Ahí va el muérgano. Va quedando bien.  




EL BOLÍVAR DE TRAPO II

Al compadre lo había dejado en calzones y con las botas puestas. Pero llegó el día de que no siguiese descamisado, porque ya era bastante de que hubiese muerto así allá en la Santa Marta.

Me dije:

—Le voy a hacer una vainita de alta costura.

Tal vez no quede como un Giorgio Armani, pero por los menos como Traki. Algo es algo.

Y en esa me puse con las primeras luces del día. Busqué una tela azul oscuro, porque no puede ser de otro color la guerrera. Esas son las vainas de las representaciones, que hay que ceñirse a que quede igualito. Y cuándo así. Igual a él era cuando el compadre estaba en vida. Después cada quien se lo ha representado cómo quiere.

Hice un patrón para que la guerrera no me quedara torcida. Me puse a coserla, pero cuando ya había cosido una manga intenté probar cómo le podía poner la misma al compadre. Ahí mismo me di cuenta de que la cosa no estaba bien y que la vaina no iba por ahí. Tenía inventar otra manera de hacerla.

Y pa’ luego es tarde, me dije.

Ya había jodido el pedacito de tela azul que tenía. Me puse a buscar otro retacito y lo encontré, de una tela más gruesa, ésta me gusta más. Agarré al compadre y directamente tracé el patrón, dos tapas: la delantera y la trasera para coserlas directamente sobre el cuerpo. Así me resultaba más fácil hacerlo.

Ya con la parte delantera y la trasera a la medida, me puse a coser la pechera con muchas florituras, pensé adornarla con unas astromelias como aquellas que bordada la máquina de coser inventada por Blacaman “que no sólo cosía mejor que una novicia, sino que además bordaba pájaros y astromelias según la posición y la intensidad del dolor”. Pero solo fue el intento.

La guerrera y la pechera le dieron distinción y categoría al compadre. Con unas solapas groseras y ataconas, como decía el Musiú.

Ya vestio estaba. Ahora solo faltaba el pelo, pensé en verde o naranja como se lo pintaba la Nowys cuando estudiaba filosofía. Pero no, la gente se va a arrechar porque es capaz que dicen que se parece a Mondongo.

Esa es la vaina cuando se agarra la manía de la representación que se quiere que quede igualito. Es la imitación de una idea, decía el viejo Platón. Se puede hacer como se quiera. Pero la culpa es del virtuoso, como el gran carajo domina bien la técnica entonces llega a tales grados de similitud. Pero dejemos eso hasta acá, que la discusión se puede alargar y me puedo arrecho.

Cuando es Janis Joplin o Led Zappellin el pelo no es ningún problema, se le pone una melena y listo. Se resuelve fácil.

Pero no es fácil cuando el peinado es más o menos ordenado.

—Quién dijo miedo.

Me voy a lanzar por este barranco, me dije. No debe ser tan jodido, busqué algunos ejemplos y me dije:

—Ya está listo, el león no es tan fiero como lo pinta la selva.

Claro el león no es de ninguna selva, es de los llanos, de la sábana. Quién sabe quién se inventó esa mentira del rey de la selva. El de la selva es el manchado, el jaguar y todos los parecidos a éste. Este es el rey de América.

Le hice su pelo y las patillas como prometí. Porque lo prometido es deuda. Pachuco se ve el coño e madre. Porque el compadre era patiquín, jembrero pues.

Lo estaba fotografiando cuando me dije:

—Algo le falta al hombre.

¡Coño la tricolor!

Esa verga es lo que le falta. Me voy a inventar una.

Y ahí está.

No le puse las estrellas porque ahora la República tiene muchos estados y no solo las diez provincias de aquel entonces.

En verdad que el compadre quedo guenomozo, coqueto el muérgano.




domingo, 17 de marzo de 2024

EL AFÁN EDUCATIVO


 

Si hay una vaina que distingue al venezolano —posiblemente a otros países de América también, no lo sé— es la insistencia de que el muchacho estudie. Siempre me ha llamado la atención esa constante insistencia, la vengo oyendo desde que era muchacho y siempre me ha llamado la atención.

Se dice: “Estudia para que seas alguien”, “estudia para que no seas un pendejo”. Es una insistencia, incluso en gente que no ha podido estudiar, que apenas alcanzaron ciertos grados de la primaria sin culminar ésta. Se lo recomiendan a otros: a los hijos, a los sobrinos, a los primos. Insisten en que es necesario estudiar.

Esta insistencia popular se manifiesta de manera histórica en los preceptos fundacionales de la República. Porque es desde tales preceptos que se ha desbordado hasta el hacer popular. Leyendo a Augusto Mijares caigo en cuenta que ese interés está implícito en nuestro republicanismo, el ensayista señala: “el afán por desarrollar la educación como base de la República forma una tradición tan constante que ningún problema se queda sin explorar, y se establece definitivamente que la redención económica y política del pueblo ha de ser el objeto primordial de aquel propósito”[i].

El asunto educativo está en los cimientos y en la consolidación de la República. Algún maricón vendrá a decir que la educación que se da no vale una mierda, pero marico triste si sabes leer y medio escribir gracias a ese interés fundacional.

De allí que, en los diversos gobiernos, siempre la educación aparezca como un aspecto sensible a abordar. Como una preocupación. Una preocupación, por demás, popular. Porque así fue planteada en la “doctrina emancipadora”, dice Mijares.

Por eso podemos entender el esfuerzo de construir los grandes centros educativos que se inician en el gobierno de López Contreras y culminan con la Universidad Central de Venezuela. Posteriormente los centros educativos se seguirán construyendo en todo el país aunque, desgraciadamente, ya no con el mismo nivel arquitectónico.

De allí todo ese interés tan particular en el hacer venezolano. En este país, el más pelao tiene, por lo menos, dos títulos universitarios o de Técnico Superior. Hay manía por estudiar como una posibilidad económica-social, y esto se da también en la adquisición de oficios. Pero es que está en los preceptos fundacionales de la República.

Y ha sido preocupación tanto de gobiernos civiles como militares. Pues en ambos pervive, de distinta manera, el republicanismo.

Es bueno recodar esto porque es parte un hacer continuo que impregnó las propuestas fundacionales de la República, las cuales han perfilado un modo de ver el mundo. Pues nuestra visión de la educación es de una “educación popular” y de “orientación democrática”, como lo apunta Mijares. Y esto ha traído muchos enfrentamientos.

No sé cómo ha sido ni cómo es en otros países de la América. Pero en Venezuela es desde su fundación una preocupación de Estado. Con aciertos y con errores se ha considerado el valor de la educación en la construcción de la República, que como tal siempre está en formación y cambio.



[i] Augusto Mijares. Lo afirmativo Venezolano. Caracas, Monte Ávila Editores, p. 193.


jueves, 14 de marzo de 2024

DE LO QUE NADA EXISTE Y NO


Todos sabemos que ni los griegos ni Grecia existen. Eso de los griegos y de Grecia es un invento de los romanos. Aquellos se llaman a sí mismos helenos y no griegos. Pero al dominador le vale verga cómo te llamas tú, él te pone el nombre que quiere. Para eso es el dominador, para eso es Imperio.

Lo mismo pasa con los chinos y China, eso no existe. Ellos se han llaman con otro nombre. Parece que fueron los portugueses los que se vinieron a ponerle ese nombre de China. Después Mao dijo que era comunista y de ahí la canción.

El nombre es una imposición de uno sobre otro.

La misma historia se repite con África. África originalmente era una región, o un pueblo o algo así por los lados de Libia. No era todo el continente lo que se llamaba África, eso vino después. Un continente norte-sur es muy jodido por los cambios que presenta.

Todavía hay pendejos que creen que África es una unidad. Ni la de tu madre la es.

Y así con muchos pueblos y regiones. Alguien le ha puesto otro nombre del que tenían o el que se le pegó en gana al que manda.

A este continente le pusieron un nombre de mujer que era un hombre. La verga ya por ahí se empezó a complicar. También este es un continente sur-norte, arriba–abajo y estos tipos de continentes son jodidos por los cambios climáticos y toda una serie de asuntos.

El conquistador, por ser esa su condición, va nombrando las vainas como le salen del forro.

En estos días vi un vídeo donde un carajo decía, muy atinadamente, que cuando los de allá llegaron a acá, México no existía, pero tampoco España existía, porque esa verga era unos reinos que se la pasaban peleando entre ellos. Que la existencia de España vino después. Y la cosa es cierta.

Uno que no existe conquista a otro que tampoco existe. Así es la historia.

Hay que echarle bolas a esa vaina.

Incluso esa vaina que se llama Alemania existe después que nosotros éramos,  hace rato, República. Es jodida la vaina.

Ahora dicen que América se llama con un nombre de una gente que habitan en la actual Panamá, que era Colombia y antes otra. El continente no tenía un nombre común. Cada quién se llama como le daba la gana y llamaba a su conuco como quería.

Solo los dos grandes imperios amerindios habían impuesto sus nombres a ellos y a los que tenían bajo su dominio. Porque para eso eran imperios, no para dejarse mandar por otros. Después perdieron esa condición.

La verdad es que este mundo es un revoltijo, una zaranda de inequidades.

Si los Caribes, por ejemplo, hubiesen llegado a Europa se hubiesen entrado a trompada limpia con los de allá. Pero no se les ocurrió ir para esos lados o no pudieron llegar por falta de GPS y de satélites adecuados.

Después vivimos enrrollados que así no se llama esta vaina, que así no es. Que originaria era de otra forma. Toda esa vaina es válida. Pero el poder impone. Porque el poder se ejerce, dice el compadre Foucault.

Y se ejerce imponiendo nombre. Por eso, si no se han dado cuenta, el mandato bíblico es de que el menso de Adán les imponga nombre a todos los animales. Después Eva llamó a éste mamaguevo, pero no entremos en esas honduras.

Las ciudades son un acertijo de nombres, se le cambian los nombres a las calles, a las avenidas, las plazas, a los parques, a todo se le cambia de nombre según quien esté en el poder. Hasta los padres y las madres le imponen el nombre al muchacho, éste se acostumbra a ese nombre y después hasta le parece bonito.

El nombrar y renombrar es una manía de los humanos. Si vemos la historia muy pocos nombres de los pueblos y ciudades perduran. A uno le hablan de Guatire o Cartanal y uno no sabe que eso antes tenía otro nombre.

Por eso creo que no hay que preocuparse mucho por eso, porque ya llegará el día que lo bauticen con otro nombre. Nada perdura, en este mundo todo es mudable decía el viejo Platón. Y hasta tenía razón el muérgano.

 

jueves, 7 de marzo de 2024

JENÓFANES DE COLOFÓN Y LAS MUÑECAS DE TRAPO


 

Mientras intento hacer la tarea de la muñeca de trapo he estado pensando en esa vaina de lo antropológico que las muñecas tienen, y me acordé que hubo un filósofo griego que criticó esa manía nuestra por el antropomorfismo.

—Hay que buscar al viejo Diógenes Laercio, me dije.

Porque Laercio siempre cuenta algo en “Sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”. Laercio, para quien no lo sabe, es el precursor del Tik Tok, del Only fans, de las revistas y programas televisivos de farándulas.

Pero no lo conseguí en éste y tuve que recurrir a Rodolfo Mondolfo, “Pensamiento Antiguo”. Y ahí estaba el compadre, preclaro como siempre.

Y esto pasa porque a medida que voy haciendo una muñeca de trapo, he hecho tres o mejor dicho dos y media, me doy cuenta que poco me importa el antropomorfismo de la muñeca, esto es, su parecido con lo humano. Poco me vale. A la larga, me interesa más la indumentaria y hacia esos lados tenderá a ir el trabajo a medida que dominé la tekné del trapo. El cuerpo solo será un soporte.

Además, me gusta coserlas poco, me gusta con pocas puntadas. Que queden todas desmadejadas, para que se parezcan a Joe Cocker cuando cantaba “Con una pequeña ayuda de mis amigos” o a Janis Joplin cuando tenía unas cuatro botellas entre pecho y espalda.

Me gusta ese aspecto.

Ni ponerles pantaletas, eso quita tiempo. Tanto en ponerlas como en quitarlas, Dígalo ahí.

¿Qué tiene que ver Jenófanes de Colofón con las muñecas de trapo? O ¿El culo con las pestañas? Estarán pensando.

Tal vez nada. Meras ganas de hablar guevonadas.

El asunto es que Jenófanes hace una crítica del antropomorfismo en la religión. La cual se puede extender a toda actividad humana. Pues, dice el filósofo “los mortales creen que los dioses tienen un nacimiento y vestiduras, voces y cuerpo similar al de ellos”; los Etíopes, por ejemplo, “representan a sus dioses chatos y negros, y los Tracios dicen que tienen los ojos azules y los cabellos rojos”.

Y aquí viene lo bueno, “si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar y realizar obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses semejantes a los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a imitación del propio”.

La disertación de Jenófanes es genial. No tiene desperdicio. Es un crack.

Eso misma pasa con nosotros cuando empezamos a hacer representaciones humanas, cada vez las queremos hacer más parecidas a los humanos. Imitaciones, diría el viejo Platón.

Pero no hay necesidad de eso. Si uno quiere sí, pero no es necesario.

En mi caso, me gusta otra expresión plástica. Como esas modelos que las hacen muy abigarradas, donde la modelo es un soporte dentro de toda la escenografía. Me gusta eso, como las fotos que comparto en Arte y Ciencia Tercer Millenium. Hacia allá quiero ir, no sé si llegue. Y si no llego no habrá ningún problema. Me vale verga.

Dice el man de Colofón “Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses, todas las cosas que son objeto de vergüenza y de censura entre los hombres: hurtos, adulterios y engaños recíprocos. Ellos han relatado, sobre los dioses, una cantidad de acciones contrarias a las leyes: hurtos, adulterios y engaños recíprocos”. Por eso las muñecas tienen relatos, por los atributos que les otorgamos.

Desde muñecadetrapo reportando.

No he resulto la vaina del tul. Unos tres coñazos me ganaré.