martes, 24 de junio de 2014

LA LEGIBILIDAD DEL SUJETO EN EL DISCURSO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La legibilidad del sujeto implica una relación que es circular y autorreferencial basada en la narración predeterminada de nuestra percepción de la realidad. Esta relación contiene una infinidad de narraciones y descripciones que están en conflicto con una realidad que está más allá de ese discursivo predeterminado, del cual todos hacemos uso. En este conflicto se acaba imponiendo la narración que mejor se ajusta a una determinada realidad, que necesariamente no es la nuestra.

En este sentido, los promotores de un nuevo discurso subrayan que es pertinente prescindir de los prejuicios y aplicar las buenas ideas, vengan de donde vengan. Pero, ¿cuáles son esas buenas ideas? La respuesta es: las que funcionan.

Estamos ante lo separa el acto humano de la gestión de las cuestiones sociales, en el marco de relaciones biosociales, biopolíticas y biogerenciales. Este acto de intervención es aquel que modifica el contexto que determina el funcionamiento de las cosas; no cualquier cosa que funcione en el contexto de las relaciones existentes.

He aquí la vertiente de la legibilidad del sujeto, es el momento en el que una reivindicación específica está dirigida a algo más, y empieza a funcionar como metáfora de la completa re-estructuración de todo el espacio de vida. Ya no es un simplemente elemento en la negociación de intereses, sino que se pone en juego el espacio vital del sujeto.

La des-territorialidad del sujeto está acompañada del resurgir de una nueva re-territorialidad. La ofensiva de las nuevas relaciones  provoca una escisión en el ámbito de las identidades específicas, pues se proponen el surgimiento de otras, sin saber si estas otras ya han aparecido; estamos ante la necesidad perentoria del fluir, del todo cambia, la visión por la visión heraclitiana de la vida. No importa, sólo hay que fluir.

No obstante, percibimos el uso de recursos permanentes donde la vida debe anclarse.   Lo mismo cabe decir del sujeto que se aferra a una determinada tradición cultural por considerarla la razón secreta del éxito; este referirse a una fórmula cultural particular es un tamiz para el anonimato del sujeto.

Lo que está oculto en el contenido específico de la universalidad del éxito, es más bien que el éxito es efectivamente excluyente. Una anonimia aterra al individuo que sigue ciegamente su curso, sin ningún agente que la anime. En este aspecto, el horror de la legibilidad es, por una parte, el espectro particular y viviente dentro de un sistema universalmente exitoso indiferente a él; por otra, es el mismo sistema universal que está en el centro discursivo de cada espectro particular viviente. El éxito me rodea, pero no lo toco ni me toco, sino que me afirmo en mi anonimia.

En este sentido, las estrategias están alejadas del sujeto o son sin el sujeto, a las que recurren las relaciones de poder para reproducirse. Nosotros nos enfrentamos a una situación opuesta, como sujetos prisioneros al modo de la caverna de Platón; en el cual confluyen consecuencias imprevisibles de actos de otros que truncan nuestros actos. En los cuales tampoco contamos con alguna estrategia que abarque y regule tales interacciones. Circunstancias e interacciones se nos advienen en nuestro ser.

Atrapados seguimos enredados en el paradigma tradicional que parece otro, buscamos desesperadamente una instancia que legítimamente ocupe y nos haga ocupar la posición de sujeto que sabe y que se sabe. Una instancia que legitime nuestro hacer, nuestro pensar.  En última instancia que avale nuestras decisiones: comité de ética, comunidad científica, autoridad gubernamental, el gran otro, la invisible posibilidad de ser un yo.

Entre tecnologías de ejercicios de las relaciones de poder que estructuran formas de armonía en la vida de los individuos a través de las regulaciones y sistemas disciplinares en los cuales los individuos hayan su bienestar. Estas dos formas de discursos configuran la administración eficaz para hacer del sujeto una legitimidad armónica productiva.

Se busca que los individuos se auto-regulen y controlen, para que así busquen crear una forma de vida verdadera, de manera ésta se extienda a la vida social, laboral, familiar. Se busca impactar sobre todos los aspectos de la vida en un eje tecno-progresista y bio-conservador. El activismo vivencial demanda de un conjunto de saberes reproductivos para consolidar este eje de vida.

La calidad de vida es una preocupación permanente, como práctica de la soberanía del sujeto. En la que se estructura una vida disciplinada y sometida a la evaluación de las capacidades por las autoridades, para intervenir a favor o en contra de la expansión del sujeto. Son asuntos que impulsan la vida de cada sujeto. Cada individuo constituye, entonces, una materia prima, que los agentes con autoridad se esfuerzan en potenciar para extraer de él todos los beneficios posibles.




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