El término en
cuestión viene dado porque al publicar el artículo intitulado “De la levedad
del sujeto: Consultoría y Asesoría Filosófica”, y compartirlo en un grupo de
filosofía, alguien tachó del título la palabra «filosófica» y colocó en el
mismo «bobosóphica». El título entonces quedó “De la levedad del sujeto:
Consultoría y Asesoría Bobosóphica”.
Un término por
demás muy interesante porque sería algo así como el conocimiento o saber de las
bobadas o boberías; es saber o conocer de los bobalicones. Esto es, una
consultoría y asesoría de bobadas, de bobalías, de bobalicones. O de quien hace
la consultoría es un bobatel o un bobático. Todas son expresiones muy
acertadas, si nos fijamos en el contexto en que nos desenvolvemos.
En términos
generales, hacemos bobadas y nos comportamos, en muchos casos, bobamente; algo
así como aquellos «pendejos» a que hace referencia Facundo Cabral. Somos
bobalicones en nuestras acciones, nos dejamos arrastrar por otros, y en ese
arrastramiento que hacen de nosotros lo que hacemos es bobear. Y lo peor es que
en medio de ese bobear creemos que tenemos al mundo bajo nuestro dominio.
Nos dicen lo
que tenemos que hacer y como bobos vamos y lo hacemos. Luego decimos apasionadamente
que nosotros nunca hacemos boberías. E incluso nos enfadamos si alguien se
atreve a decirnos abiertamente bobos. Abiertamente no, para eso existe la
retórica. Para decirnos de muchas maneras que somos bobalías, sin que nos demos
de cuenta y nos sintamos orgullosos del halago que nos han hecho.
Así pasamos la vida de bobada y entre bobear,
en la escuela, en el trabajo, en el país donde cada uno habita, en las
relaciones que establecemos y entre las que nos hacen establecer. Incluso
hacemos cursos, talleres para que nos digan cómo podemos ser más bobatel;
porque el ser se dice de muchas maneras dijo el Estagirita. Bobear, por su
parte, se hace de muchas maneras, está incito en la naturaleza humana ser bobo;
y si no se es, te lo hacen llegar a ser, se te hace una condición existencial.
Bien lo expresó Pink Floyd en «La Pared».
Por tanto,
debe hacerse necesario una bobosofía, que estudie qué es está bobera que nos
atenaza, que indague sobre la naturaleza de nuestra bobalías; de por qué somos
bobalicones, qué hace que insistamos en ser y padecer la bobera. Tal vez, diría
Sartre, estamos condenados bobear. De allí que nos distingamos por nuestra
bobedad ante las circunstancias de la vida.
Bobeamos a
granel, ante la caja boba, en medio de la multitud de bobalías, y como todo
bobo pensamos y creemos que así son las cosas, que son de esa manera y no
pueden ser de otra. Hablamos de manadas y ahora bobeamos en querer ser
originales, originalmente bobos. La manada del bobalicón original. No es para
menos que cada noticia, acontecimiento nos distraiga bobamente, y no ponemos
mientes en lo que hacemos. Antaño y ogaño somos la bobedad desnudada, hasta el
término está en desuso; pero no la acción ni el ser.
En medio de lo
bobático andamos desenfrenadamente a donde nos lleven los demás, aquellos que
nos tiene como marionetas; aquellos que saben mercadear con la bobería, que
hacen marketing de la misma, que hacen tecnología de las bobadas, para
entretenernos suavemente y arrullarnos en medio de las maravillas de esta
bobería. Y creamos que vivimos plenamente en medio de este mundo de apariencias,
como lo dijo el filósofo del jardín de Academo.
En este ir
venir de nuestras boberas nos empastelan con una u otra distracción, con una u
otra emoción, con un u otro argumento, y así andamos bien felices; porque
condición del bobo es ser feliz, no importa por qué, sólo hay que ser feliz;
mañana habrá otra razón o causa a la cual hay que perseguir como el burro que
corre detrás de la zanahoria. Y la vida va pasando entre bobera y bobera.
Nunca podemos
tenemos tiempo para atender reflexivamente nuestras circunstancias, estamos más
atentos para atender las circunstancias del actor que contraerá matrimonio, o
del chisme tan urgente de la farándula que no podemos distraernos. O de la
noticia en algún lugar que no tiene nada que ver conmigo, pero lo hago propio,
y me desgarró por eso. Pero no sé que le sucede a mi vecino, ni a mi madre, ni
a mi amigo, ni siquiera sé lo que me pasa a mí, y cómo lo voy a saber si ando
bobático.
Y en este ir y
venir en un aparente sentido de vida, lo que me digan es bien venido sin
reflexionarlo, y para qué lo voy a pensar, si me están diciendo que es así
entonces es bueno. No pienses, no reflexiones lo importante es hacer, no
importa qué, hazlo. Por allí hay gente que está pensando por nosotros, para
decirnos lo que tenemos que hacer, y lo vamos hacer, no nos quepa duda, porque
bobos no somos.
Incluso, me
pongo firme, levanto mi voz y a todo pulmón dijo no te metas con mi bobera, que
es mías, es lo único que es mío; que me pertenece, es lo que soy. Lo demás no
importa, el mundo está para disfrutarlo. De allí que tal vez haga falta, porque
se siente la carencia, de abocarnos a saber y conocer de la bobosofía. Para
darnos cuenta qué es esta bobería que nos embarga, por qué y cómo estamos
haciendo lo que hacemos.
PD. Visita en facebook: Consultoría y
Asesoría Filosófica Obed Delfín
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