lunes, 9 de junio de 2014

DE LA BOBOSOFÍA: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

El término en cuestión viene dado porque al publicar el artículo intitulado “De la levedad del sujeto: Consultoría y Asesoría Filosófica”, y compartirlo en un grupo de filosofía, alguien tachó del título la palabra «filosófica» y colocó en el mismo «bobosóphica». El título entonces quedó “De la levedad del sujeto: Consultoría y Asesoría Bobosóphica”.

Un término por demás muy interesante porque sería algo así como el conocimiento o saber de las bobadas o boberías; es saber o conocer de los bobalicones. Esto es, una consultoría y asesoría de bobadas, de bobalías, de bobalicones. O de quien hace la consultoría es un bobatel o un bobático. Todas son expresiones muy acertadas, si nos fijamos en el contexto en que nos desenvolvemos.

En términos generales, hacemos bobadas y nos comportamos, en muchos casos, bobamente; algo así como aquellos «pendejos» a que hace referencia Facundo Cabral. Somos bobalicones en nuestras acciones, nos dejamos arrastrar por otros, y en ese arrastramiento que hacen de nosotros lo que hacemos es bobear. Y lo peor es que en medio de ese bobear creemos que tenemos al mundo bajo nuestro dominio.

Nos dicen lo que tenemos que hacer y como bobos vamos y lo hacemos. Luego decimos apasionadamente que nosotros nunca hacemos boberías. E incluso nos enfadamos si alguien se atreve a decirnos abiertamente bobos. Abiertamente no, para eso existe la retórica. Para decirnos de muchas maneras que somos bobalías, sin que nos demos de cuenta y nos sintamos orgullosos del halago que nos han hecho.

 Así pasamos la vida de bobada y entre bobear, en la escuela, en el trabajo, en el país donde cada uno habita, en las relaciones que establecemos y entre las que nos hacen establecer. Incluso hacemos cursos, talleres para que nos digan cómo podemos ser más bobatel; porque el ser se dice de muchas maneras dijo el Estagirita. Bobear, por su parte, se hace de muchas maneras, está incito en la naturaleza humana ser bobo; y si no se es, te lo hacen llegar a ser, se te hace una condición existencial. Bien lo expresó Pink Floyd en «La Pared».

Por tanto, debe hacerse necesario una bobosofía, que estudie qué es está bobera que nos atenaza, que indague sobre la naturaleza de nuestra bobalías; de por qué somos bobalicones, qué hace que insistamos en ser y padecer la bobera. Tal vez, diría Sartre, estamos condenados bobear. De allí que nos distingamos por nuestra bobedad ante las circunstancias de la vida.

Bobeamos a granel, ante la caja boba, en medio de la multitud de bobalías, y como todo bobo pensamos y creemos que así son las cosas, que son de esa manera y no pueden ser de otra. Hablamos de manadas y ahora bobeamos en querer ser originales, originalmente bobos. La manada del bobalicón original. No es para menos que cada noticia, acontecimiento nos distraiga bobamente, y no ponemos mientes en lo que hacemos. Antaño y ogaño somos la bobedad desnudada, hasta el término está en desuso; pero no la acción ni el ser.

En medio de lo bobático andamos desenfrenadamente a donde nos lleven los demás, aquellos que nos tiene como marionetas; aquellos que saben mercadear con la bobería, que hacen marketing de la misma, que hacen tecnología de las bobadas, para entretenernos suavemente y arrullarnos en medio de las maravillas de esta bobería. Y creamos que vivimos plenamente en medio de este mundo de apariencias, como lo dijo el filósofo del jardín de Academo.   

En este ir venir de nuestras boberas nos empastelan con una u otra distracción, con una u otra emoción, con un u otro argumento, y así andamos bien felices; porque condición del bobo es ser feliz, no importa por qué, sólo hay que ser feliz; mañana habrá otra razón o causa a la cual hay que perseguir como el burro que corre detrás de la zanahoria. Y la vida va pasando entre bobera y bobera.

Nunca podemos tenemos tiempo para atender reflexivamente nuestras circunstancias, estamos más atentos para atender las circunstancias del actor que contraerá matrimonio, o del chisme tan urgente de la farándula que no podemos distraernos. O de la noticia en algún lugar que no tiene nada que ver conmigo, pero lo hago propio, y me desgarró por eso. Pero no sé que le sucede a mi vecino, ni a mi madre, ni a mi amigo, ni siquiera sé lo que me pasa a mí, y cómo lo voy a saber si ando bobático.

Y en este ir y venir en un aparente sentido de vida, lo que me digan es bien venido sin reflexionarlo, y para qué lo voy a pensar, si me están diciendo que es así entonces es bueno. No pienses, no reflexiones lo importante es hacer, no importa qué, hazlo. Por allí hay gente que está pensando por nosotros, para decirnos lo que tenemos que hacer, y lo vamos hacer, no nos quepa duda, porque bobos no somos.

Incluso, me pongo firme, levanto mi voz y a todo pulmón dijo no te metas con mi bobera, que es mías, es lo único que es mío; que me pertenece, es lo que soy. Lo demás no importa, el mundo está para disfrutarlo. De allí que tal vez haga falta, porque se siente la carencia, de abocarnos a saber y conocer de la bobosofía. Para darnos cuenta qué es esta bobería que nos embarga, por qué y cómo estamos haciendo lo que hacemos.



PD. Visita en facebook: Consultoría y Asesoría Filosófica Obed Delfín

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