jueves, 9 de noviembre de 2023

EL MORRALITO TRICOLOR


 

Verga, tenía años detrás de un morralito tricolor y por fin me puse en uno. Hasta el compadre Donald Trump tiene uno y yo no.

Cuando Neil Armstrong, allá en 1969, bajó del modulo lunar y puse el ñame sobre la superficie lunar llevaba a cuesta un morralito tricolor, fíjense bien. Se ve clarito, lo que pasa es que la foto es medio en blanco y negro y no se ve bien el morralito.

Incluso se dice que cuando el Moisés dividió las aguas de no sé qué verga llevaba el morralito tricolor. Es decir que el morralito del coño tiene pedigre. Se han conseguido vestigios del mismo en las excavaciones de la tumba del Tutankamón, se rumorea que el morralito estaba entre las pertenencias más apreciadas del Tuta. Y estamos hablando 1342 años antes de Chucho.

En la cultura Olmeca y Azteca también se han conseguido ciertas representaciones del morralito. Se dice que la Serpiente Emplumada tenía uno.

Y el único guevón en este planeta que no tenía una verga de esa era yo. Ya lo tengo.

El bendito es identificador, eso tiene un nombre en la lógica y en la filosofía del lenguaje pero ahora no me acuerdo. Porque si uno ve a un carajo, digamos por lo menos a una cuadra de distancia, que viene con un morralito tricolor, lo primero que uno piensa es que:

—Allá viene un comemierda o, en su defecto, allá viene un guevón.

Eso es inmediato, podríamos decir que es una reacción fisiológica.

Ahora bien, estuve revisando el morralito porque lo conseguí y ya estaba medio sucio, tal y cual cómo yo lo quería. Está en su punto. Como mandao a hacer. Y tengo que decir que el coño e madre está bien hecho y bien diseñado. Y no es para jalarle bolas a estos mamertos de mierda.




El morralito, además, de hincharle las pelotas a la gente ha sufrido la desgracia de todos los morrales escolares que han regalado los gobiernos de este estero. Porque los adecos, creo que en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, regalaron un morral, cuya función era ser un morral escolar, lo mismo que el tricolor. Aquel era azul con las letras blancas “ME” estampadas, que quería decir Ministerio de Educación.

El destino de ese morral fue que los obreros de la construcción lo utilizaban para llevar la vianda o la botella de ron. Toda construcción pública o privada estaba llena de esos morrales. Porque al niño le compraban un morral del Hombre Araña o de quién coño fuese, y a la niña el de la Barbie.

Y esos morrales eran para la clase baja, pobre, pela bolas, el proletariado.

Pero, así era la verga, decía Juanga.

La misma vaina pasa con el morralito tricolor, cualquier coño e madre incluido yo, cargamos con un morralito de esos. Menos el escolar. En el Metro, en las busetas quienes llevan esos morralitos son los obreros, no los párvulos.

Tienen que estar muy pelando bolas para que lo usen. Es una verga  arrecha, diría Marx refiriéndose a las contradicciones del capitalismo.

Entonces cuál es la guevonada de la clase necesitada, si compran un morral de 15 o 20 dólares y no usan el morral escolar que regala el gobierno.

Apartando esa vaina del discriterio político.

El morralito ya lo tengo, así que cuando vaya para Carapita y zonas aledañas puedo ir tranquilo.

¡Azucar!


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