jueves, 19 de octubre de 2023

EL AGUA DE COCO

 


El miércoles temprano me envía un mensaje Javier, por el whatsverga, de que está jodido, de que tiene dengue. Como yo no sé nada de medicina pensé que esa verga era el merequetengue o una vaina parecida a esas que cantaba “de película” el Rolando Laserie. Y además, me decía que quería agua de coco.

Por esta verga no hay ni una playa cerca. Las playas que yo sé que existen, quedan por Barlovento, Chuspa, El Supí, playa Culito, playa Pantaleta, y otras por allá en Río Caribe.

¿De dónde coño saco agua de coco? Me pregunté.

Pero luego recordé que en el supermercado venden esa verga en unas botellas. No es que el coco venga dentro de una botella, sino que le sacan el agua al coco y la echan dentro de la botella. Un trabajo jodido, después que la naturaleza se ha pasado millones de millones de años para que el coco evolucionara hasta la forma en que hoy lo conocemos. Con el agua adentro.

Porque todos sabemos, incluso los esquimales, que ya el puto coco trae el agua adentro, para qué coño se la sacan para meterla en otra verga. El humano es el ser más inútil de la naturaleza, es el único que sobra en este planeta. La verga es que así lo hacen. Trasplantan el agua de coco a una botella. A lo mejor venden la vaina esa donde viene el agua, porque de esa vaina hacen muchas cosas. Hacen el Plagatox y hasta mecates, porque en estos días vi haciendo esa vaina en el Indostan, esos si le echan bolas a toda verga.

Los hindúes y los paquistaníes le para bolas a nada, y le caen a lo que sea como cochino a la mierda y hacen los que se les ocurre. Bueno, llegué al supermercado y fui al estante donde tienen el agua de coco, y no había. Coño e la madre.

Había una verga rara, amarilla, que por la memoria colectiva supuse que era parchita. Pero que otro lo averigüe. Esta que yo buscaba es un agua que trasiegan del coco a la botella en ese supermercado. Me fui para el otro estante donde venden ya un agua con etiqueta y todo. A la verga, había una sola botella. ¿Servirá esta verga?

Decía “sin gas”, ni que fuese el proyecto Gran Mariscal de Ayacucho. Y “sin azúcar”. A lo mejor sirve. No hay más nada. La marca decía “Canaria”, yo no sé si  en esa isla del coño habrá cocos. Pero ir tan lejos para traer cocos no tiene sentido, cuando en la recta de Tucacas hay que jode.

¿Cuánto cuesta esta vaina? Un dólar y verga. Si no sirve no es mucho lo que se pierde. Agarré la botella y me fui a la caja a pagar esa vaina. La muchacha me preguntó por el número de la cédula y se lo di, que más iba a hacer. Porque si uno no da el número ese del coño no puede pagar. Así está la verga.

Ni en el centro de reseña de Parque Carabobo piden el número de cédula, ahí zampan a los choros de cabeza después que los tienen llevando sol parejo en la avenida México. Y está bien, para que no sean tan coños e madre, porque se la pasan robando a los mismos parroquia. Jodiendo a la misma gente del barrio. No es que vayan a joder a otro lao, sino que son unos coños e madre.

Y no vengan con la guevonaita, con la explicación sociológica.

Pagué el agua y me la llevé. Ni bolsa pedí. Total me la llevé a mano pelá. Fui hasta donde Javier y nadie respondió, ni al teléfono ni al timbre. Debe estar durmiendo, me dije. Y me fui pa’ la verga, para la casa.

Seguro que  cuando se despierte me llama. Llegué y puse a Tego Calderón, mientras le daba leña a una reseña que estoy escribiendo sobre una joyera-orfebre. En eso sonó el teléfono.

—Ok, en inglés respondí. Ya voy para allá, cuando llegue te llamo.

Apagué el pianito y me largué a llevar el mandao.

Llegué y llamé. Javier bajó y me dijo:

—Vamos al Arabito.

—Vamo a dale, dije yo.

Cómo el sol estaba que partía los cojones, Javier llegó acalorao. Yo del calor no digo un coño, ya de esa vaina comenté algo.

—Aquí está el agua de coco, dije.

Y saqué la vaina de la bolsa donde la había metido.

—Esta vaina no sirve para nada, dijo Javier.

—No había más, era la única.

El muchacho muy diligentemente trajo dos vasos y Javier sirvió el agua de coco.

Y me eché un trago con ganas.

¡Nogoda!

—Esta mierda sí es mala, coño e la madre esto es jarabe, dije mientras encomendaba mi alma a Dios.

Verga, con esa vaina pueden exterminar a la raza humana. No sé, si ese será el propósito de esa puta de agua de coco del coño de su madre.

Lástima que no le tomé foto a la puta botella de la mierda esa.

Esa vaina sabe a medicamento, a vaina rara, a vedija. Al fabricante de esa regorgalla hay que enviarlo a Auschwitz, nogoda. Cómo es posible hacer una vaina tan mala y llamar a esa vaina agua de coco.

Tomar agua del Guaire debe ser más saludable, que tomar esa reverga. Si los soviéticos hubiesen conocido esa agua de coco “Canaima”, seguro que se la echan encima al reactor de Chernóbil cuando se escoñetó. Apagan esa vaina y lo desinfectan.

Aunque creo que el vaso de agua de coco que se tomó Javier le cayó bien, porque hasta los valores en la sangre, en la orina y en toda vaina se le estabilizaron. Y no es pa’ menos.


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