sábado, 11 de noviembre de 2023

EL HACER LIBERADOR COMO TERAPIA


 

El día de la clausura de la exposición “Muñecas en Rosa” en el Jacobo Borges se llevó a cabo el conversatorio “La salud integral y la muñeca de trapo” a cargo del Dr. Ricardo León y la muñequera Miriam Sosa. El mismo giró sobre el arte como actividad terapéutica.

Debemos señalar que la muñequera Miriam Sosa atraviesa actualmente por el trance del tratamiento del cáncer de mama y el Dr. León, quien es su hijo, la acompaña en este difícil tránsito.

El Dr. León señaló que el cáncer de mama es el primer factor de muerte en las mujeres. Por tanto, recomendó la importancia de que las mujeres toquen regularmente sus senos para detectar alguna anomalía en ellos y acudir lo más pronto posible a una consulta médica.

La conversa, muy testimonial por parte de quienes participaron en ella, tuvo el propósito indicar la necesidad de hacer del arte un recurso terapéutico, para ayudar a liberar la tensión que toda enfermedad, en general, provoca. De aquí el carácter sanador del arte.

Esto es muy interesante. No obstante, considero que hay expandir la idea más allá del arte o de la actividad artística. Porque, por lo general, cuando se habla de arte inmediatamente uno piensa en las artes plásticas, en concreto en la pintura; y uno de una vez se imagina a alguien con un pincel delante de un lienzo pintando un jarrón.

La idea debe ser considerar toda actividad manual creativa. Ahora bien, ¿qué es creativo? Por ejemplo, si a mí me dijesen que practicara el arte como actividad terapéutica y éste se refiere a pintar, le diría que no. Yo prefiero desarmar y armar una bomba de agua de ½ HP o colocar unos tomacorrientes, o desarmar una lavadora para ver qué le pasa, si la llego a arreglar es otro asunto. Eso me parece creativo.

Porque la idea es que la actividad manual sea creativa, para mí y para cualquier persona que asuma tal actividad. Y el arte no es lo único creativo en este mundo, esas son pretensiones de los artistas romanticones. Es cualquier hacer que consideremos y sea para nosotros actividad creativa. Porque debemos considerar la teoría de las inteligencias múltiples. A todo el mundo no le gusta el arte, ni le interesa; pero si le interesa hacer algo creativo en cualquier campo que sea de su interés.

Pero no se trata de sustituir una cosa por otra, como le pasó al Dr. House que, neuróticamente, quería sustituir la práctica médica por la gastronomía de alto nivel. Eso no es creativo, porque el factor psíquico trae plomo en el ala.

Lo que se desea es que la actividad creativa sea liberadora, produzca lo que Aristóteles llamó “catarsis”. Entonces, tal actividad en todos los casos no tendría que ser necesariamente manual, sino una actividad liberadora. Que cada quien elija cuál es la que más le conviene o es más adecuada a su persona.

Además, no debiésemos esperar a padecer una enfermedad para recurrir a tal actividad, la misma tendría que ser una actividad preventiva. Tampoco es el deporte, porque si a la persona no le interesa el deporte nunca lo practicará. Es lo que sea adecuado a la persona y que contribuya a desprenderse, en primer lugar, de eso que llamamos “mala energía”.

Alguien podría decir, y con razón, que estamos hablando de alguien que no hace o no ha hecho nada con las manos ¿cómo queda el obrero o el trabajador manual en este caso? La persona debe conseguir cuál actividad es liberadora para él, no puede ser una imposición; sino más bien una indagación una exploración hasta que la descubra o se tope con ella. Porque por lo menos una actividad ha de serle útil.

Nadie se la puede imponer. El individuo tiene que descubrir cuál es la actividad adecuada para él.

La actividad que se elija por ser creativa ha de ser liberadora, y debe conllevar a algo más. Y esto debe ser fundamental. Cuando los sujetos realizan una actividad liberadora tienden a ensimismarse, a olvidarse del mundo y de ellos mismos. A veces nos sucede que transcurre toda una mañana o toda una tarde haciendo algo sin que el tiempo haya contado, porque estábamos ensimismados. Nosotros decimos “concentrados”.

Ahora bien, esta actividad liberadora debe servir para un hacer algo más allá.

En el conversatorio se habló del amor como emoción acompañante, como parte del apoyo que toda persona enferma necesita. Del amor hacia quien está enfermo. Tal vez, por estar en un periodo donde lo emocional tiene mucha relevancia, tal emoción se hace tan importante. De esto escribí hace mucho tiempo atrás.

No obstante, estuvo presente en el conversatorio algo en lo que aparentemente no caemos en cuenta, por el predominio de lo emocional. Y esto se dio tanto en los ponentes como en quienes intervinieron. Me refiero a la reflexión.

El fin último del hacer creativo-liberador ha de ser la reflexión: sobre el mundo en que vivimos y sobre nosotros mismos. Como dijo Ortega: yo y mis circunstancias. No estoy hablando de una racionalidad, sino de un pensar sobre nosotros, que incluye nuestro entorno.

Y lo dijo, porque todos reflexionaron sobre sus vidas, sus emociones, sus circunstancias, sus haceres. Y lo hicieron porque, en el caso particular de la muñequería, este hacer las había conducido a la reflexión. Porque no es hacer la muñeca por hacerla, sino que la actividad creativa-liberadora permite desarrollar una visión reflexiva del mundo en cual cada uno se encuentra. Del mundo en que estamos insertos y en el que nos movemos a diario.

Todo esto es lo que los antiguos llamaron “el cuidado de sí mismo”, y que parece haberse olvidado como la pregunta por el ser, que tanto preocupó a Heidegger.


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