Llegó el día, esto fue a principio de
diciembre del 2024, y le mandé un mensaje de whatssapo a la doctora de que iba
esa tarde a la consulta hacerme la verga esa del examen de la cistoscopia.
—Todo bien, me respondió.
Cómo va a estar la vaina bien, si tenía
que pagarle por ese examen 250 dólares. Nunca había trabajado para nadie hasta
que me encontré con esta doctora. Ahora todos los meses es guardar dinero para la
cuenta de ella. En esta vaina ya llevamos como seis meses.
Además, como simón se anda devaluando que
jode y esa misma mañana había completado los 250, lo mejor era irme de una vez
para la consulta. A las 12:30 pm salí de la Ítaca laboral y me fui caminando
para Parque Carabobo, la vaina es cerquita. Ahí mismo. Eso sí, había un sol
raja piedra.
Cuando iba llegando al edificio vi a la
asistente de la doctora caminando muy oronda por la acera en sentido contrario
al que yo iba. Nos saludamos y me dijo que la esperara allá arriba.
—No creo que se refiera al cielo.
Seguí mi camino y la esperé en la entrada
del consultorio hasta que llegó, al ratico. Nos pusimos a hablar y me ofreció
café.
No sé si esa es una prueba para ver si yo
estoy tomando café o no, porque la doctora hace rato que me dijo que no tomara
esa vaina.
—No, gracias. Muy agradecido.
Es una muchacha muy simpática y es de los
lados de Antímano. Debe ser por eso.
Al ratico llegó otro paciente y se puso a
esperar igual que yo. Luego llegó otro paciente más con la esposa. Yo me
imagino que cuando la esposa acompaña al marido al urólogo es para burlarse del
carajo. Seguro que para sus adentros dice:
—Por coño e madre se lo tiene bien merecido
el hijo de puta. Que se joda el coño e su madre.
Algo así debe pensar la mujer. O puede
haber otra razón más elevada o algún remordimiento de conciencia.
Cuando llegó la doctora saludo a todo el
mundo y la muergana sin saludarme si quiera, me dijo:
—¿Asustao?
Por eso es que las matan. Además, quién
dijo miedo, si cualquier día es bueno para morir.
Pasaron los otros pacientes. Yo tenía
varias preguntas que hacerle a la doctora. No sobre el examen de mierda ese,
sino sobre otras vainas. En esa me llamó.
—Delfín, pasa.
Cualquier día de estos que me vuelva a
decir Delfín le voy a arrear una patada por esas nalgas.
Será después que me opere, porque con esa
cara de oriental que tiene debe ser más mala que guarda humo.
Pasé al cubículo y empezamos a hablar. Le
pagué primero, no vaya a ser que me muriera durante la verga esa y las
maldiciones que me echara me dirijan al infierno. Mejor era quedar en paz de
una vez.
—¿Qué puedo comer? ¿Puedo beber
aguardiente? ¿Fornicar? Le pregunté.
Solo preguntas metafísicas y espirituales
le hice a la doctora.
Me dijo que no comiera: tomate,
chocolate, ni nada oscuro, ni beber aguardiente, ni café; toda verga baja en
sodio, ni picante, poco condimento y otro poco de vergas más.
—¿Pero esta vaina no es vida? Le dije.
—Puedes bailar pegao, eso sí.
—Por lo menos una.
Ya aclarado el panorama al respecto. Me
dijo:
—Ahora, te quitas el pantalón, el
interior y te quedas como Dios te trajo al mundo y te acuestas en esta camilla.
—Es que es una coño e madre con ropa y
todo.
Me quedé en pelotas y me acosté en la
camilla. Ah, me había dado una batica de esas quirúrgicas, que no sé para qué
sirven esas mierdas, son la vaina más inútil. Si ya uno anda rueda libre, para
qué ponerse ese puto camisón de mierda.
—Pones un píe aquí y otro aquí, está es
la posición ginecológica para los hombres y echas el trasero más hacia acá, más
hacia afuera.
Ahí fue cuando le pregunté si era de
oriente.
—Sí, de Anzoátegui.
—Se te ve de lejito, pensé.
El examen es que meten por la uretra un
endoscopio para revisar cómo está el conducto urinario, la vejiga y cuánta
verga puedan ver ahí adentro. En términos platónicos, el examen sirve para ver
el alma apetitiva, el alma concupiscible. La cual reside en el bajo vientre y
es la encargada de la gula, del mete y saca, del perreo y el sandungueo, de los
bajos instintos, de los placeres eróticos. De las vainas buenas de la vida, en
pocas palabras.
Descartes y Aristóteles estarían
encantados con estos exámenes endoscópicos, después de haber abierto a tantos
cadáveres y a cualquier ser vivo que se les atravesara.
Mientras iba introduciendo la vaina esa
por la uretra me iba explicando lo que se veía en la pantalla. Una vaina como
si Tarantino estuviese narrando unas de sus películas. El examen es lo más parecido
a una película pornográfica, la que faltaba era la protagonista de Garganta
Profunda haciendo una felación.
Lo cierto es que como la puta próstata ha
crecido presiona la vejiga urinaria y obstruye, no del todo, por donde sale la
orina. Por esa razón es que hay que joderla, rebajarla, matarla, algún término
médico más adecuado, pero eso es lo que hay que hacer con la mierda esa de la próstata.
No es una gran vaina el examen, yo no
sentí nada. Según me contó la doctora hay manclenques que se ponen a chillar, a
gritar, y no sé qué otras vergas más hacen.
Lo que sentí fueron ganas de mear, como
si me hubiese tomado unas diez cerbatanas, unas chelitas como le dicen ahora. Y
pensaba, dígame si me orino encima de la doctora, me puede caer a coñazo aquí
mismo.
Terminó el examen, me vestí y nos pusimos
a conversar sobre lo que viene de ahora en adelante, antes de que llegué la muerte.
Lo viene ahora es la operación porque
padezco de pasión, cual heleno, de hiperplaxia prostática y contra esa mierda
lo único que se puede hacer es operar. Que es más o menos la misma vaina de la
cistoscopia, pero en un quirófano donde más gente lo puede joder a uno.
Como ya le había pagado estábamos en paz conversando
como dos alegres compadres, mientras me hacia el informe médico.
Me han contado que se la pasa formándole
peo a medio mundo en el hospital donde hace consulta y opera. Como a mí todo me
vale verga, nos llevamos bien. Incluso hasta me está cayendo bien la hija de
puta.
Me dio mi informe y me vine para la casa.
Nos quedamos en volver a ver en enero del 2025, al cual ya hemos llegado como
un amante desesperado.
La vaina es así de sencillo, sin tanta
verga.
Lo que faltan son los dólares que tengo
que reunir para la operación. Total, de algún culo sale sangre.