miércoles, 5 de febrero de 2025

GERIATRIMETRO


 

Uno antes cuando utilizaba el Metro veía culos buenos, bien arregladas, bañadas, perfumadas. Ahora no, solamente viejos, a toda hora lo que se ve son viejos. La razón es muy sencilla: el Metro no les cobra pasaje a los viejos.

Por tanto, el único medio que tienen para desplazarse en la ciudad es el Metro. Porque los buseteros no los van a perdonar y les van a cobrar sus 50 centavos de dólar para ir y otros 50 centavos de dólar para venir. Y esos no tienen esa plata para pagar el pasaje.

¿Y dónde caen?

En el Metro Geriátrico.

Por esa razón, y otras muchas más, es que el Metro se ha convertido en el lugar de la desesperanza.

No obstante, ahora el Metro se arrechó y estableció que todo el mundo debe poseer una tarjeta SUVE para andar en el sistema. Tengo entendido que hay tres colores, a saber: Una roja para las personas en edad laboral activa; una azul para los estudiantes y la tarjeta amarilla para los pellejos, los vejetes.

Las mujeres son viejas a los 55 años de edad y los hombres a los 60 años.

Se jodieron aquellos que promulgaban que "la vejez es una idea".

Ahora, la vejez es una tarjeta amarilla.

Además, esos mismos pellejos que se la pasaban diciendo que "la vejez es una idea"; ninguno protestó ni dijo que él quería comprar la tarjeta roja, porque "la vejez es una idea".

No, él compró su tarjeta amarilla. Que es un pago único de unos 80 centavos de dólar y de ahí en adelante queda exonerado hasta que lo cremen, incluso si quiere lo pueden cremar con la tarjeta amarilla y todo.

Yo hice mi cola, el primer día, y compré mi vaina. Sin ningún problema.

Bien, en los torniquetes hay unos lectores de tarjeta, son nuevos. Los tarjetas rojas ponen su tarjeta y la maquina dice: ¡Bienvenido!

Cuando los tarjetas amarillas ponemos la tarjeta en el lector, la maquina dice: "Exonerado, viejo coño e madre", y cuando ya uno pasa le grita "Mardito".

Y está bien así. ¿Por qué coño hace tanto viejo en este planeta? La naturaleza es para cachorros que llegaran a adultos. La naturaleza no es para viejos, miren National Geographic. La naturaleza solo admite adultos aptos, los viejos son mera carroña. Es jodido, pero es así.

El Metro como lugar de la desesperanza y la demencia senil, también alberga su departamento de ventas de chucherías. Hoy había dos carajos durmiendo en el piso del vagón, eran de esos carajos que limpian el piso del vagón con un trapo que está más sucio que el piso.

En el vagón que me monté había una vieja dándosela de aséptica, murmuraba que hedía. Como no va a heder, si todavía hay gente que medio se baña. Ya el jabón apareció, pero el agua en muchos lugares no.

La vieja venía con sus remilgos de limpieza y uno de los carajos que estaba tirado durmiendo en el piso del vagón, por un frenazo del Metro, se despertó y seguro que se acordó que tenía que pasarle el trapo al piso a ver si le daban algodón, se levantó todo turulato y le pasó el cuerpo y los brazos a la vieja, casi la abrazó. A la vieja le dio repeluzno y empezó a sacar toallitas desechables para limpiarse la ropa y los brazos.

Que verga.

La vaina con los viejos es esa. Hay que ir pensando en cómo despedirse a la llanera de este planeta. La vejez no es vida. Vida es beber, fornicar, volver a beber y volver a fornicar.

La familia no mata al viejo, no porque lo vayan a meter preso, eso sería lo de menos, sino porque no quiere sentir la ausencia de la soledad que genera toda muerte. Porque nadie llora por el muerto, sino por la soledad que siente. Eso es el gen egoísta.

Hasta ante la muerte somos egoístas.

Pero ni modo.

No estaba muerto andaba de parranda, dice la canción.


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