jueves, 13 de marzo de 2014

INTERPRETACIÓN Y RECONSTRUCCIÓN EN LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La solución de problemas y la toma de decisiones en una situación de conflictos requieren el uso de la reflexión-analítica, para comprender, combinar y almacenar la información que se trata.

En este proceso crítico-analítico usamos tres tipos de almacenamiento y procesamiento de datos. El primero, es el tipo sensorial que preserva la información que recibimos por nuestros sentidos, esto es, se encargar de retener la percepción que tenemos de las cosas. El segundo, es el tipo operativo o de trabajo, éste  mantiene la información con la cual realizamos operaciones, comparamos y ordenamos diversos elementos, estas operaciones son fundamentales para el planteamiento de los problemas, su solución y la toma de decisiones. La tercera, es el tipo a largo plazo, que permite almacenar los datos e información y la recuperación de los mismos.

La calidad de la información que recuperamos de estos tres tipos de almacenamiento que llamamos memoria, en ocasiones, no es todo lo fiable que deseamos. Por ello, sin darnos cuenta, reconstruimos tales fallos, que posemos en nuestra memoria, con datos anexos no verificados, lo que conlleva a una alta probabilidad de equivocarnos. Las reconstrucciones que hacemos de los hechos ocurridos son automáticas y, por lo general, no somos conscientes de ellas. Tales reconstrucciones las realizamos y las interpretamos a partir de nuestras expectativas, motivos, necesidades y sentimientos.

En este proceso de reconstrucción, la tendencia a recordar los primeros datos de nuestra lista de recuerdos se le denomina «efecto primacía» y  «efecto recencia» a la tendencia a recordar los últimos datos de nuestra lista de recuerdos. Como apreciamos hay un conjunto de información que tendemos a reconstruir de manera automática. Por ello, cuando se ha de tratar con información para la solución de conflictos es necesario consultar en su conjunto los tres tipos de almacenamientos de información, para comprobar si se han olvidado partes, y así evitar que nuestro proceso de reconstrucción mental nos lleve a una solución errada del problema.

En la solución de conflictos se hace necesario el uso de modelos mentales que nos permitan la reconstrucción confiable de la información. Además que combinen actitudes, valores y creencias; pues éstas constituyen parte de las imágenes que tenemos acerca del funcionamiento del mundo, que nos limitan a modos automáticos de pensar y actuar, es decir, son parte de nuestra interpretación del mundo.

Nuestros modelos mentales determinan el modo de interpretar el mundo y el modo de actuar en él. Aunque a veces no nos comportamos coherentemente con las teorías que pregonamos y con lo que hacemos; por el contrario, sí nos comportamos coherentemente con nuestros modelos mentales, con nuestras interpretaciones del mundo.

Nuestros modelos mentales son determinantes en lo que hacemos, en parte porque afectan y determinan la forma en que percibimos el mundo, y de este modo inciden en nuestra realidad. El problema de nuestros modelos mentales no radica en que sean atinados o erróneos. El problema surge cuando los modelos mentales son tácticos, cuando existen por debajo del nivel de la conciencia, cuando funcionamos automáticamente a partir de ellos; actuamos de manera no-reflexiva, no crítica ante el mundo.  

La principal limitación de mantener modelos mentales no reflexivos, acríticos y rígidos es que éstos nos impiden pensar de forma sistémica, ya que sólo percibimos parte del problema; además impiden el aprendizaje y fomentan los errores en vez de la solución de problemas, pues permanecemos estancándonos en prácticas obsoletas, estamos en ausencia de creatividad. Por otra parte, permanecemos en un mundo de creencias que se autogeneran y no se cuestionan, y adoptamos tales creencias basándonos en conclusiones sobre hechos observables y en nuestra experiencia sobre el pasado.

En este sentido, nuestra capacidad para lograr resultados esperados está limitada por nuestras convicciones, por nuestras creencias que convertimos en verdad. En este aspecto, esta verdad es evidente, ya que nuestras creencias se basan en datos reales. En este conjunto de suposiciones conformamos nuestra «estructura de inferencias», la cual determina nuestras estrategias en la solución de conflictos o problemas.

Pues a partir de mi «estructura de inferencias» se realizo actos según mis creencias, adopto creencias sobre el mundo, extraigo conclusiones, tengo supuestos basados en los sentidos que añadí, y añado sentidos culturales y personales, selecciono datos de lo que observo y que están signados por mis creencias. Asumimos generalizaciones no verificadas, porque éstas se vuelven automáticas y ya no las volvemos a comprobar en las sucesivas ocasiones en que los utilicemos. La mera suposición se transforma en hecho.


En función de nuestra estructura de inferencias podríamos en la solución de conflictos volvernos parte del problema más que ser agentes de solución. Necesitamos revisar nuestros modelos mentales, nuestra estructura de inferencia, nuestros tipos de almacenamientos de información para llevar a ser parte de la solución de conflictos y no una pieza de conflicto.    

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