lunes, 4 de agosto de 2014

EL DESARROLLO DEL SUJETO COMO UNA CADENA DE EVENTOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

En el desarrollo de nuestras potencialidades está implícito nuestro crecimiento personal. Este crecimiento no es proceso natural, se necesitan artificios para lograrlo. Se da en la construcción de nuestras relaciones personales y en nuestro propio esfuerzo individual. Y a partir de allí podemos comenzamos a recoge lo que hemos sembrado en nosotros y los demás. Podemos decir, que el crecimiento se da a través de una cadena de eventos, en la cual nos podemos saltar alguno, pero seguro que tendremos que volver a éste, ya que es un eslabón que no se ha realizado.

Durante este proceso estamos en diferentes niveles de crecimiento, que son niveles de pensares y haceres diferentes constituidos por lo físico, lo social, emocional e intelectual. De allí que cada proceso de despliegue personal sea diferente, ya que tiene sus particularidades específicas. Aunque en aspectos generales sea semejante para todos. Por ejemplo, si me encuentro en un nivel de desarrollo personal diferente a alguien, lo más probable es que las cosas sobre las que debo trabajar sean diferentes; e incluso estando en el mismo nivel las trabajaré de manera diferente, ya que somos dos individuos que interpretamos el mundo de forma particular. No hay uniformidad absoluta, eso lo sabemos.  

De allí que las comparaciones siempre sean peligrosas, y hay que actuar con cierta prudencia. Las comparaciones generan mucha inseguridad. No obstante, abusamos de ellas, las hacemos, por ejemplo, con nuestros hijos, compañeros de trabajo, y otros conocidos o desconocidos. Si atinar sobre qué tipo de comparación estamos haciendo, cuál es su fin. Comparamos alegremente, sin atender a las determinaciones que están influyendo en una u otra persona. Por ello, causamos heridas.  

Si nuestro sistema personal de valores y seguridades proviene de comparaciones, esto quiere decir que estamos buscando las miradas de los otros para vernos, no lo hacemos desde nuestra propia perspectiva. Si sólo dependemos de la mirada del otro viviremos inseguros y angustiados, pues somos dependientes de esa mirada. Nos sentiremos superiores o inferiores de acuerdo a esa mirada que el otro hace de nosotros. Somos una mirada del otro.

Sabemos que las opiniones, como las costumbres y las modas cambian constantemente. No puede existir seguridad al sólo estar sometido a la opinión de los otros. Nuestra seguridad, en primera instancia, depende de nosotros; luego provendrá del exterior. Por ello, no podemos construir nuestros valores y seguridades, es decir, nuestro carácter, sólo de instancias externas, ya esta dependencia ni desarrolla ni fortalece, sólo crea debilidades. Es necesario desarrollar y desplegar nuestra mirada sobre nosotros mismos. La otra mirada importa, pero la nuestra es primordial. 

Es nuestro pensar-hacer lo que debemos analizar, si queremos compararnos debemos ser justos con nosotros mismos, y saber que esta comparación no es un juicio sino una mera evaluación, para aprovechar lo que nuestro entorno nos ofrece. Nuestra felicidad la fundamos, en primer lugar, en nuestro progreso, no en el del otro. Luego podemos compartir nuestra felicidad, y es necesario este compartir; porque de que vale tener una felicidad si ésta está replegada sobre sí misma. De este modo, nuestro deseo de bienestar personal lo compartimos con nuestro de deseo de relacionarnos.   
           
Nos basamos en nosotros y en los otros. Esta relación es intrínseca. No existen atajos personales, que como bucles sólo nos hacen volver sobre nosotros. El bucle también nos conduce sobre los otros. Y este proceso es parte de la cadena de eventos de nuestro desarrollo personal. El proceso es metódico, puedo saltar pasos, si así lo deseo, pero a la larga lo más probable es me encuentre volviendo a ellos para completarlos. A veces hacemos esos saltos para impresionar, y ¿a quién queremos impresionar? A los otros, volvemos a estar afuera de nosotros, estamos de nuevo en un inicio de la cadena de eventos.  Cuando tratamos de aparentar ser más de lo que somos, terminamos porque los demás y nosotros mismos nos perdamos el respeto.
   
En este proceso desarrollo personal debemos partir de donde estamos, desde nuestro punto inicial. De este yo que soy aquí y ahora. Para ello necesito pensar en lo que soy y he sido, por eso mi pasado es importante, no lo puedo echar al olvido; pues tengo que analizarlo, pensarlo. Verme en ese espejo que he venido siendo. Reflexionar sobre este que he sido y soy, reflexionar sobre cómo es y ha sido mi relación con otras personas. Este análisis de mi mismo y de mi relación con los otros, es lo que me permite establecer objetivos y metas a futuro. Plantearme qué quiero llegar a ser.    

Esta introspección reflexiva me permite una comprensión de mis fortalezas, de mis oportunidades, de mis posibilidades en futuro que yo me planteo para mí, y  para con quienes mantengo relaciones. Ahora me planteo lo que deseo ser, lo que debería ser según lo que soy y lo voy hacer; lo que deseo ser en mi relación con los demás, cómo va a ser esa relación con los otros. Es por nosotros por donde debemos empezar. Nuestra reflexión se debe iniciar en nosotros mismos, en ésta incluiremos a los otros necesariamente.  

No importa si no sabemos qué cosa irá después de la otra en este proceso. Lo importante, en primer lugar, es iniciar este proceso de reflexión. Nuestro esquema y proceso de desarrollo lo iremos develando solos o con ayuda de otro. Lo importante es comenzar por donde estamos hoy.



PD. Visita en facebook: Consultoría y Asesoría Filosófica Obed Delfín


En www.arte958fm.com (todos los martes 1:30 a 2:30 pm, hora Caracas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario