La construcción de una brújula personal
nos orienta a través de las coordenadas de la vida y nos indica que rumbo o
dirección debemos ir tomando en nuestro hacer individual y colectivo. A medida
que nuestro territorio va cambiando, y lo hace constantemente, nuestros mapas
mentales se tornan obsoletos. En el día a día de cambios rápidos, nuestros
mapas de la vida pueden estar caducos y ser imprecisos, aun cuando estén recién
salidos de nuestro pensar.
Los mapas que se tornan imprecisos son
motivo de grandes frustraciones, para quienes tratamos de encontrar un camino o explorar el territorio de la vida. Muchas veces, en nuestro
pensar-hacer, viajamos por aguas y desiertos desconocidos, ya que no disponemos
de mapas que los describan con precisión, lo que pasa casi siempre. Para llegar
a los sitios que nos hemos propuesto, más que un mapa muchas veces lo que
necesitamos es una brújula, que nos diga cuál es
nuestro sur, oeste, este, norte y cualquier otra dirección.
Nuestros mapas personales y colectivos
ilustran la descripción del terreno en que nos movemos. La brújula, por el
contrario, nos brinda una dirección, una perspectiva que realizamos nosotros
mismos. Un mapa puede ser algo dado, una buena herramienta que muchas veces no
sabemos leer. Pero una brújula es algo que yo debo
interpretar y tomar decisiones, por ello ésta se convierte en una herramienta
de liderazgo y poder, sea personal, colectivo, gerencial…
Nuestros
paradigmas o niveles de razonamientos, que a veces tenemos, equivalen a un mapa
que hemos heredado de la realidad, un mapa del territorio al cual hemos
llegado, y que nosotros hemos añadido algunos trazos. El asunto, entonces, es que la
mayor parte de los asuntos eficaces o ineficaces de lo personal están dados en el mapa social que tenemos, un mapa que nosotros no hemos
trazados, y que nunca llegaremos a trazar del todo. El mapa o los mapas por los
cuales me rijo en mis recorridos son la causa de mi situación. No estoy
poniendo, a modo de excusa, la causa de mi situación fuera de mi voluntad de
decidir, lo que señalo que es que mi voluntad es más un mapa dado que una
brújula propia.
Para cuando cada individuo intenta tomar
las riendas de su vida, el mapa dado ya es algo incompleto; en el peor de lo
casos éste se basa en soluciones instantáneas, en formas de pensar a corto
plazo, orientado sólo a resultados. Es un instrumento de uso. Las riendas de la
vida no pueden ser guiadas por un instrumento de esta naturaleza. Otro aspecto,
de muchos de estos mapas, es que han sido diagramados por una mentalidad de
escasez. Y allí la vida naufraga irremediablemente.
Entre las
alternativas que tenemos en esta vida, una consiste en cambiar de nuestro pensar-hacer
orientado por mapas a un pensar-hacer orientado por brújulas sentidos
personales y sociales. Lo que nos permitirá desarrollar orientaciones
estratégicas en nuestro hacer. De este modo, nuestras acciones se centrarán en
fines, en visiones de conjunto y en compromisos con marcos de sentidos y
principios. Pues nuestra brújula, nos permite discernir con nuestra propia pericia y juicios,
para así tomar decisiones y actuar.
Toda persona puede tener su propia
brújula, tener el poder de fijar sus propios objetivos y de hacer sus propios
planes que reflejan cual es su realidad. Ya que
nuestros marcos de sentidos y principios no son prácticas. Nuestras prácticas o praxis
son las actividades y acciones específicas que funcionan en una determinada
circunstancia, pero no necesariamente en otra. De allí que nuestra terapéutica
filosófica no puede estar signada por fórmulas universales, ya que la filosofía
no adiestra.
Si administramos nuestra vida sólo por
medio de prácticas, posiblemente no tengamos juicios, porque éstos nos serán suministrados
bajo la forma de normas y reglamentos, esto es, en forma de mapas. Por el
contrario, si uno desarrolla marcos de sentidos y
principios se confiere
asimismo y a los otros el poder de
actuar, sin tener que estar conduciéndose por parámetros. Además, los procesos
de evaluación, corrección y control son reflexivos, no punitivos.
Los marcos de
sentidos y principios son de aplicación más general, pues éstos son como faros
guías. Cuando se transforman en algo rígido han dejado de ser brújulas y se han
convertidos en mapas. Los marcos de sentidos al ser incorporados en nuestros hábitos potencian nuestro pensar-hacer, pues creamos una amplia variedad
de reflexiones y prácticas con las cuales plantear diferentes alternativas de
solución, según las situaciones en que nos encontramos.
Con nuestros
marcos de sentidos nos guiamos a través de nuestros propios principios
reflexivos, en actos de pensar-hacer. Donde desarrollamos una mayor pericia,
creatividad y responsabilidad personal, que denominamos virtudes; las cuales
compartimos sin egoísmo a todos los niveles, sean sociales, comunitarias,
organizacionales, empresariales… ya que no constituyen ninguna información
secreta, sino nuestra personalidad. En oposición a
hacer nuestras praxis personales y sociales por medio de meras prácticas
instauradas, que se adquieren por medio de diferentes tipos de capacitación, es decir, de mapas
dados.
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Filosófica Obed Delfín
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