miércoles, 12 de febrero de 2020

NUESTRA EXPERIENCIA Y LA REALIDAD



¿Cómo recolectamos la información con que gestionamos nuestro vivir? ¿Tomamos nuestras decisiones a partir de esa información? Por ultimo, ¿nos organización a partir del análisis de nuestra realidad? Estas interrogantes las vamos a abordar desde la perspectiva del empirismo.

El empirismo filosófico considera que no estamos sometidos a la sujeción de ninguna autoridad externa para alcanzar el conocimiento, hasta aquí coincide con el racionalismo. Para los empiristas la fuente de conocimiento son nuestros sentidos y, además, no es posible un conocimiento absoluto. Es necesario, por otra parte, que desarrollemos la capacidad de identificar falsos juicios y falsos conocimientos que confunden nuestro entendimiento, debemos liberarnos de ellos y desarrollar una forma de pensar que nos asegure el camino para un conocimiento correcto.

Entre los prejuicios que oscurecen nuestro recto pensar tenemos: 1) Los prejuicios sociales producto de nuestras limitaciones como sujeto  social. 2) Los prejuicios que responden a nuestra  individualidad y nos llevan por caminos incorrectos del conocimiento. 3) Los culturales que generan confusión a partir de nuestros intercambios sociales. 4) Los dogmaticos, que provienen de los dogmas de fe y contienen falsos conocimientos. De todos éstos debemos alejarnos y evitarlos.

Tales prejuicios dificultan la rectitud y eficacia de nuestra forma de pensar y de nuestros intercambios sociales, porque son obstáculos para el buen conocimiento; pues asumimos como verdad algo que no lo es, o atribuimos autoridad a alguien y damos por ciertas sus opiniones; o consideramos como principios intocables los supuestos que perviven en la tradición social, y esto termina por dificultar nuestra adecuada toma de decisiones.

Debemos estar prevenidos, por otra parte, de nuestros componentes irracionales que nos llevan a tomar decisiones basadas en meros impulsos o en una secuencia de falsos pensamientos, que hacen decidir o adquirir lo que no deseamos o a interesarnos por lo que no necesitamos en verdad, o a decidir basados en percepciones sesgadas.

Para poseer una forma de adecuada de pensar que evite los errores antes mencionados, Francis Bacon propone como punto de partida los sentidos: aquello que tocamos, vemos y sentimos. Para este filósofo a todo pensamiento le corresponde un saber sensorial, por ejemplo, al pensar sobre la felicidad le corresponde el placer. Por lo que las ideas son un conjunto de sensaciones reunidas bajo un nombre.

A partir de lo anterior, las ideas las debemos fundar en hechos, no en otras ideas o teorías. De lo que se trata es de identificar los hechos que fundamentan nuestras ideas y decisiones, si no hay hechos que fundamenten éstas estamos en una situación de ceguera o bajo el influjo de un prejuicio que nubla nuestro recto conocer. Desde esta perspectiva es valioso que contemos con una forma sólida para la creación y gestión de nuestro pensar, ya que así aseguramos nuestra efectividad y evitamos conclusiones erradas.

Para David Hume, el origen de las ideas esta en el conjunto de impresiones provenientes del mundo exterior o en las sensaciones internas; tales impresiones se transforman en ideas a partir de la actividad asociativa de: 1) Semejanza, la idea de dureza proviene de la resistencia que operan los materiales sobre nuestro cuerpo, esto es semejante en el vidrio o la piedra. 2) Contigüidad, esperamos encontrar detrás de la fachada de una casa, cocina, sala de estar y dormitorios, pues en nuestra experiencia esto se presenta de forma contigua. 3) Relación espacio-temporal, tenemos la idea de que todo lo que sube bajar, ya que cada vez que lanzamos algo hacia arriba este cae. Cada uno de estos tres elementos corroboran nuestras ideas.

Es en la experiencia y en la costumbre que las cosas se dan de una determinada manera y esto es lo que nos hace tener ideas estables sobre la realidad en que estamos. Para Hume, es a partir de la relación causa-efecto que fundamos nuestro conocimiento, hacemos una simple asociación realizada por la costumbre de experimentar algo de forma repetida, por lo cual concluimos que: de A se produce B.

En el plano del conocimiento, desde la perspectiva del empirismo, tenemos que aceptar que éste siempre depende de la experiencia concreta que lo demuestre, y que el saber alcanzado será siempre probable. En el plano ético y de la acción humana implica que las nociones de bien, mal, justicia, honor y otras, tienen su fundamento en la experiencia de utilidad y de placer. Estaremos del lado de las virtudes que nos resultan útiles para nuestra conservación individual y social. Esto significa que el fundamento de la ética es el sentimiento provocado por la experiencia de vida, por la aceptación, reconocimiento o sensación de bienestar personal y social que llegamos a tener cuando realizamos tales actos.

El empirismo filosófico encara los desafíos humanos dándole lugar privilegiado a la experiencia, al sentimiento y la costumbre. Esto quiere decir, que lo primero que debemos observar es si nuestros conocimientos e ideas están asentados en la experiencia concreta y si contamos como una forma de experimentación sólida. No interesan las ideas meramente especulativas; lo importante es contar con datos concretos para lograr la satisfacción de nuestros propósitos.


Consultoría y Asesoría Filosófica Obed Delfín



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