sábado, 3 de febrero de 2018

LO QUE PODEMOS CAMBIAR EN NUESTRAS CONVERSACIONES DIFÍCILES: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


En las conversaciones difíciles hay cosas que no podemos cambiar y otras que sí podemos cambiar. Nos interesan, particularmente, éstas últimas porque en ellas somos agentes activos y modificadores de una situación o relación que nos perturba. Las que no podemos cambiar, no interesa porque podemos conocerlas, saber que están allí.

Por muy hábiles que lleguemos a ser en el manejo de nuestras conversaciones, siempre hay aspectos que no podemos cambiar. Por lo que, seguimos involucrados en situaciones en las cuales desenredar «lo que pasó» nos resulta más complicado de lo que pensamos que iba a ser. Ya que, cada uno de los involucrados posee información de la que el otro carece, por ejemplo, yo no sé todo lo que la otra persona piensa y siente, solo sé una parte o puede ser que suponga una parte, que es peor aún.

 Esta carencia de información o de ignorancia sobre lo que la otra persona piensa o siente resulta difícil superarla. Que cada uno de nosotros nos pongamos al tanto del otro no es fácil. Debemos agregarle a esto, que seguimos involucrados y enfrentados en situaciones emocionales, las cuales tienen un gran peso en nuestras relaciones interpersonales. Estas situaciones emocionales nos resultan amenazantes, porque ponen en peligro aspectos importantes de nuestra identidad. De lo que somos o creemos que somos.

Entre las cosas que sí podemos cambiar está: el modo cómo respondemos a cada una de nuestras conversaciones y situaciones. Para cambiar las cosas que sí podemos modificar podemos comenzar por preguntarnos y averiguar fácticamente: ¿Qué información tiene la otra persona que nosotros no tenemos? Esto es fundamental porque vivimos en un mundo de relaciones basado en supuestos, es decir, en nuestros supuestos. Que terminan por convertirse en nuestras verdades, pero que en realidad solo son ficciones.

Nunca preguntamos: ¿Qué es lo que el otro siente? ¿Qué piensa el otro? ¿Cómo nos ve a nosotros? ¿Qué siente por nosotros? Solo nos imaginamos o nos hacemos el supuesto de lo que esa persona siente, piensa y como nos ve. La importancia de indagar esto es que nos permite aclarar porque nuestras conversaciones son difíciles y complicadas; porqué no  superamos las situaciones pantanosas en que nos encontramos metidos.

No es suficiente con indagar, indagamos con el fin de buscar alternativas de solución. La indagación no es un mero ejercicio intelectual, es el inicio de una praxis de relaciones humanas favorables y adecuadas. Con el fin de tener una vida prospera en cuanto a nuestra salud mental y corporal. 

El segundo aspecto que podemos cambiar en las conversaciones y situaciones difíciles es el modo cómo manejo nuestros sentimientos.  Con el fin de llegar a manejar de manera constructiva nuestros sentimientos. Por lo tanto, debemos preguntarnos ¿cómo estamos manejando nuestros sentimientos? Tanto en lo personal como con los otros. No importa si se es una persona que se involucra o no emocionalmente, lo importante es si manejamos adecuadamente nuestros sentimientos.   

Esto nos lleva a explorar asuntos más profundos o nucleares que pueden estar molestándonos, que no conocemos. Esta molestia puede ser solo personal. Sin embargo, por lo general, terminamos proyectándola sobre los demás; por lo cual termina por afectar nuestras relaciones con las demás personas. En esta indagación, si se desea hacer partícipe a otros, resultan adecuados el terapeuta, el consultor y los amigos, aunque para recurrir a éstos últimos se debe poseer una identidad sólida y el amigo a consultar debe ser una persona seria y prudente.

 Al indagar sobre el núcleo de nuestros sentimientos y su proyección exterior a los otros, podemos llegar a reconocer lo que está en el fondo o sustrato de nuestra ansiedad y perturbación emocional. No es fácil, ni cosa que se hace en un rato. Debemos abordar nuestros sentimientos con lentitud, detenernos en ellos con paciencia. Porque debemos saber que éstos son producto de un largo proceso y asimismo debemos tratarlos.

Hemos señalado que podemos cambiar dos aspectos para mejorar nuestras conversaciones y situaciones difíciles, a saber: Primero, el modo cómo respondemos a cada una de nuestras conversaciones y situaciones. El segundo, el modo cómo manejo nuestros sentimientos. Como estos aspectos podemos modificarlos, entonces nos convertimos en sujetos activos y transformadores. Esta será nuestra función de ahora en adelante.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

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