miércoles, 7 de febrero de 2018

LA CONVERSACIÓN DEL ¿QUÉ PASÓ?: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Esta conversación, me refiero a la conversación del ¿qué pasó?, nos consume una gran cantidad de tiempo. Primero, porque es una de las conversaciones difíciles en la cual nos enfrascamos constantemente. Segundo, porque en ésta nos pasamos luchando con nuestras diversas versiones sobre: ¿Quién tiene la razón? ¿Quién quería decir qué cosa? y ¿Quién tiene la culpa? Es una lucha de suposiciones y, por tanto, de enredos personales e interpersonales.

En cada una de estas preguntas, que muchas son certezas nuestras, anidan la verdad, las intenciones y la culpa. Y para nuestra desgracia, la mayoría de las veces, suponemos algo equivocado a lo que pasó. Por tanto, es necesario que busquemos aclarar cada una de esas suposiciones, con el fin de mejorar nuestra capacidad de manejar adecuadamente las conversaciones difíciles. Sino seguiremos viviendo en nuestras ficciones.

¿Cuál es la historia aquí? Veamos, en primer lugar, la presunción de nuestra verdad. Cuando queremos, por terquedad muchas veces, plantear nuestro punto de vista, nos olvidamos cuestionar ¿cuál es la presunción sobre la cual armamos toda nuestra posición? Acá la hago en interrogante, pero por lo general asumimos nuestra suposición como una afirmación tajante. Por ejemplo, yo tengo razón, usted se equivoca. Lo cual causa interminables molestias, ya veremos por qué.

La suposición de nuestra verdad excluye toda acción que nos permita determinar los hechos de lo que pasó. De lo que trata la misma es solo de nuestras percepciones, de nuestras interpretaciones y de nuestros valores; que son por los cuales entramos en conflicto con las otras personas. Por lo general, no entramos en conflicto por los hechos, sino por nuestras percepciones o valores con los que juzgamos a los mismos y los individuos.

Debemos tener siempre presente que la búsqueda de la solución en las conversaciones difíciles no se trata acerca de lo que es verdadero, sino de lo que es importante. Por esta razón, si buscamos establecer si algo es cierto o falso, o si es una interpretación o un juicio acertado vamos desencaminados.

Porque insisto, lo importante es explorar las interpretaciones y los juicios. Tenemos que indagar ¿Qué contienen en sí o qué ocultan tales interpretaciones y juicios? ¿Por qué hemos emitido tales juicios e interpretaciones? ¿Cómo podemos solucionar los conflictos que nuestras interpretaciones y juicios han generado?

En la conversación del ¿qué pasó? Al apartarnos de la suposición de nuestra verdad nos liberamos de la auto-imposición de que tenemos la razón. Y se abre la posibilidad de comprender las percepciones, interpretaciones y valores del otro; se abre la disposición de comprendernos ambos.

Esta apertura hacia el otro se refleja también hacia nosotros mismos. Por lo que dejamos de enviar mensajes y comenzamos a hacer preguntas, con las cuales tratamos de averiguar cómo ve el mundo la otra persona, es decir, por qué se dan sus interpretaciones, sus juicios. Asimismo nos auto-interrogamos sobre nuestras presunciones de verdad, las ponemos en tela de juicio.

Al mismo tiempo, esta apertura nos permite plantear nuestros puntos de vista como percepciones, interpretaciones y valores, y no como la verdad que poseemos. Nos concebimos como una circunstancia en medio de otras circunstancias. Cambiamos nuestra verdad, por opiniones y suposiciones lo que nos permitirá abordar las conversaciones difíciles desde otra perspectiva personal e interpersonal.

En el próximo artículo analizaremos la «invención de nuestras intenciones», que corresponde a la segunda discusión en las conversaciones difíciles.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

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