sábado, 24 de febrero de 2018

LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTROS CEREBROS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Oímos hablar de cerebro triuno, lado derecho e izquierdo, neurotransmisores, sinapsis… No obstante, por mi ignorancia no he oído ni leído acerca de la conformación de nuestros múltiples cerebros a lo largo de nuestra vida. ¿A qué me refiero con esto?

A lo largo de nuestra vida pasamos por diversos ciclos o edades, es decir, somos en cada tiempo: bebe, niño, adolescente, adulto y anciano. En cada una de estas edades nos comportamos de manera diferente y tenemos actitudes diferentes. Pensamos y sentimos diferentes. No pienso igual cuando soy un adolescente a cuando soy un anciano, me refiero a una misma persona.

Al ser un adolescente no pienso, ni siento ni me comparto igual a cuando era el niño que antes fui. Todo esto se da aparentemente en un mismo cerebro. Se habla del cerebro límbico, del neocortex… Sin embargo, no se habla del cerebro niño o cerebro adulto. Cómo si estos no existieran.

El adulto siente el mismo desamparo por la pérdida de la madre que cuando siendo bebe era separado de ésta. La misma persona a diferentes edades siente lo mismo. El niño no puede comportarse ni pensar como el adulto que no es ni ha sido; ya que su cerebro no ha transitado por la edad adulta. En cambio, si puede comportarse como el bebe que ha dejado de ser. Cuando un niño hace o dice algo que parece de adulto decimos que es un niño «muy maduro», con lo cual hacemos referencia a algo que todavía no es.

Cada ciclo vital de nuestra vida contiene retos diferentes que nos imponen distintos criterios de realización y nos exigen diversas vías de consecución. En cada ciclo generamos y mantenemos metas vitales por las condiciones personales y contextuales que nos facilitan o impiden se realización. En cada ciclo nuestro cerebro corresponde a una edad y con éste enfrentamos nuestros problemas. El adolescente es atrevido, el viejo timorato.

Cada edad o ciclo es un marco útil donde desarrollamos nuestra personalidad individual y social; en este marco llevamos a cabo complejas dinámicas de acomodación y asimilación a los nuevos retos. Estos condiciones o circunstancias cambiantes generan en nosotros fuerzas para adaptarnos a los nuevos roles que surgen en cada edad; por ejemplo, ser padres.

Tales cambios vitales esperados o inesperados aparecen en cada ciclo; por ejemplo, que en la adolescencia terminemos el primer romance. Por tanto, en cada edad generamos estrategias y recursos cognitivos-emocionales acordes con cada edad. Por ello, cuando un viejo asume un rol de adolescente se le critica o decimos que se ve ridículo, porque nos parece que no está acorde con su edad actual.

Frente a un niño asumimos el rol de niño para jugar con él, lo que hacemos es  hacer uso de nuestro cerebro de niño, que está ahí guardado. El niño no puede hacer lo mismo con el adulto o el anciano, el se comportará como niño o asumirá al del bebe que fue.

A lo largo de la vida, a medida que vamos pasando de un ciclo a otro, nuestro cerebro se va constituyendo en un palimpsesto. Por esa razón, estamos constituidos por diversos cerebros que se van activando con los años, y en la vejez éstos están superpuestos. A eso lo llamamos experiencia. Aunque la experiencia se aplica en acciones prácticos, no siempre estamos ejecutando tales acciones. ¿Es esto solo experiencia o es el conjunto de cerebros que se han conformado?

Pensar en esta complejidad de cerebros es interesante. Porque nos permite replantearnos cómo somos, lo que hacemos y pensamos. Muchos adultos que son padres quieren que sus hijos adolescentes se comporten como adultos, lo cual no es posible. Por ejemplo, si a un niño le asignamos una responsabilidad de estar atento a algo en un momento determinado él se distraerá, por el ciclo de niño que es, y empezará a jugar. No lo puede evitar eso constituye su naturaleza en esa edad.

No es solo experiencia, es que nuestro cerebro es otro y uno a lo largo de nuestra vida. Estamos conformados en acto o en potencia, como diría Aristóteles, por diversos cerebros. Estos se irán activando a medida que ingresos a los diversos ciclos de nuestra vida. Debemos entender esto, para estar en consonancia con cada edad de nuestra vida. Esto no tiene nada que ver que me tengo que convertir en un gruñón porque he llegado a viejo o ser un díscolo sin freno por estoy en la adolescencia. 

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

No hay comentarios:

Publicar un comentario