martes, 23 de febrero de 2016

NUESTRO PROCESO DE APRENDIZAJE COMO BIEN CULTURAL: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

En nuestro proceso de aprendizaje en tanto acercamiento al mundo debemos favorecer un diálogo reflexivo, en el que cada uno de nosotros debe interactuar desde su dimensión social, psicológica, antropológica, política, cultural. Ya que éstos son nuestros bienes culturales, que permiten nuestra perspectiva cultural productora y el modo más adecuado de  aportar nuestro conocimiento y experiencia.

La idea de abrirnos al mundo persigue un doble objetivo. Por un lado, queremos incorporar y difundir, a la vez, los alcances sociales y culturales que hemos alcanzado en nuestro pensar-hacer. Del otro, intentamos motivar la participación activa de las otras personas en la confección de su historia, al intentar crear un espacio de diálogo, de conocimiento y reflexión. Deseamos intercambiar haceres, pensares con el otro.

De esto modo, cada uno de nosotros nos concebimos como un sujeto-espacio, capaz ayudar a producir o recuperar nuestras identidades a través de la muestra de la diversidad cultural en la que estamos insertos. Abogamos por una cooperación en igualdad para entender nuestros modos culturales, en oposición a la idea de homogeneidad cultural.

En este sentido, podemos describir e interpretar múltiples experiencias, de las que se desprenden las diversas aportaciones que podemos dar en la dimensión comunitaria de nuestro aprendizaje. Así contribuimos a una mejor comprensión de nuestras identidades culturales. La labor se desarrolla a través del diálogo educativo, con el cual ofrecemos un nuevo modo de expresión y de recuperación de nuestros haceres.

Recuperamos espacios que se han deshabitados por diferentes razones; espacios que pueden ser tanto tangibles como intangibles. Al ofrecer estas oportunidades de recuperación trabajamos en nuestra memoria histórica y social, y con ello construimos nuevas identidades que respondan a las circunstancias que van sucediendo en los diferentes contextos que habitamos.

Sin darnos cuenta estamos tras la búsqueda de nuestras identidades y comprensiones de nuestro mundo y del que nos rodea. A esto sumamos, los ámbitos futuros de actuación que nos planteamos, tanto individual como socialmente. Por ello, consideramos que nuestro aprendizaje cotidiano potencia nuestra participación crítica a través del diálogo. Fomentamos nuestra curiosidad y la de los otros; al favorecer la riqueza de la diversidad propiciamos la reflexión crítica en la interpretación de las cosas. En definitiva, construimos diversos significados que animan los diversos elementos de la diversa social y de identidades.

En términos generales, desde los diversos significados que partimos tienen el poder de elaborar una memoria cultural integrante. La recuperación y reinvención de nuestros patrimonios, que nos permite ofrecer a los demás las posibilidades de reencuentros con nuestra historia personal o colectiva. El acercamiento a las oportunidades de recrear el presente, el pasado y nuestro futuro, para mejorar nuestras perspectivas de vida.

Al ser sociedades pluriculturales, debemos ser conscientes las amplías y complejas relaciones que podemos establecer y desarrollar. Esta pluriculturalidad nos plantea más estrategias que son necesarias abordar; para sacar a la luz los conflictos y las soluciones que subyacen en nuestra sociedad, para sacar a la luz los vínculos a situaciones que están dentro de esta variedad cultural.

No vivimos en un mundo homogéneo ni igualitario, de eso somos conscientes. Por tanto, hay diferencias y coincidencias que son necesarias tener en cuenta, porque eso se nutre nuestras relaciones personales, sociales y culturales. Que nos puede excluir, pero también acercar y unir. Por ello, la necesidad de desarrollar diálogos educativos, capaces de abordar entre iguales toda esta multiplicidad en que nos encontramos inmersos.


PD. Facebook: consultoría y asesoría filosófica Obed Delfín
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