jueves, 17 de septiembre de 2015

INDIVIDUALIDAD CULPABLE O EXITOSA SIN ENTORNO APARENTE: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Tener actitudes desfavorables a nuestras metas tiene sus consecuencias y, a veces por alguna razón o razones, no nos damos cuenta de ello. Cuando no actuamos sin que medie nuestra reflexión sobre esa no-actuación, nos sentimos indignos de nuestra pasividad. De allí, que la indignidad nos tironea hasta caer en el nuestro propio desmerecimiento y llegar a un sentimiento de culpa.

En esta situación damos marcha hacia la ansiedad, y de ésta a la parálisis de nuestro pensar-hacer, y así caemos en un círculo indefinido. Si fallamos porque no hemos actuado de acuerdo a nuestras metas, ocasiona que nos encontremos en el sendero de considerarnos víctimas porque no hemos podido ser consecuentes con nosotros mismos. Esto nos causa mucho pesar. Nos recriminamos permanentemente por esta actitud blandengue ante nosotros y la vida. 

El proceso de nuestro desarrollo personal y social depende de que tengamos el valor y la fortaleza de actuar favorablemente, en primera instancia, para nosotros; luego para con los demás. Cuando iniciamos nuestra re-construcción personal y social, comenzamos a tener cierto control sobre nuestras acciones y reacciones ante nosotros y el mundo. Comenzamos a dar respuestas adecuadas a nuestro pensar-hacer ante cualquier evento que se nos presente en la vida cotidiana. A partir de acá, obtenemos resultados, aunque no siempre son los esperados, se conforman con nuestra responsabilidad y nuestro hacer.
  
Al arriesgarnos a acometer nuestra vida vamos adquiriendo seguridad a medida que vamos dominando las herramientas de nuestro hacer. El hacer no es algo meramente espontáneo, tenemos que aprender a ser-hacer lo que somos. Indudablemente aumenta nuestra estima hacia nosotros, nos vemos y percibimos de otra manera; porque el tomar decisiones y hacer compromisos nos da un valor personal y social. De aquí que se produzca ese cambio en nuestra percepción sobre lo que somos y hacemos.

Cuando no actuamos adecuadamente a los fines que nos hemos propuesto, sentimos que hemos fallado y esto nos puede llevar a convertirnos en víctimas. Fracaso tras fracaso, sin reflexión, nos dirige por este sendero. Al percibirnos como víctimas comenzamos por agredirnos a nosotros mismos, luego los demás lo harán. En muchos casos, nuestra re-construcción debe darse a partir de las agresiones que hemos sufrido de los demás y de las situaciones adversas del mundo que nos rodea. No nos inventamos que somos víctimas, esa es una posición criticable en este individualismo del mercado de la felicidad; el cual quiere culpar al individuo de su propia condición, como si no existiese o no perteneciéramos a un entorno que es hostil.    

Toda la culpa está en el individuo que no arriesga y que está constantemente retrocediendo. Él es culpable de su propia condición. Esta es una posición sesgada e individualista en la sociedad del triunfalismo. Yo como entidad aislada del mundo tengo toda la culpa de lo que me pasa: el jefe no tiene culpa por su abuso, igual mis padres; no los que hacen acoso permanentemente. Solo yo soy culpable. El sujeto sin contexto social. La pura abstracción del sujeto.  

El individuo, él solo ha generado su complejo de víctima; nada ha influido sobre él. Cuando mucho nos dicen que todos «tenemos en cierto grado de víctimas». Como el caso, de la muchacha que fue violada porque ella (ella culpable) se puso una falda corta, no porque hay un depredador que la violó. Este mercado del triunfalismo, nos dirá que nosotros sentimos que las experiencias de nuestra vida, sean agradables o desagradables, son responsabilidad de otras personas o de las circunstancias de la vida. Nos no valoramos, porque nos consideramos víctimas, el esfuerzo que hemos hecho. Como si ese sentir fue algo meramente personal sin relación alguna con nuestra vida.  

Tenemos que quitarnos, nos dicen, esa actitud de víctimas. Como si fuese algo como bañarse.  Además, nos conminan a que tenemos que tomar una decisión, entre elegir la «acción positiva» o permitir que la duda y la desconfianza sobre nosotros influyan en nuestra mente. Como si todo lo que nos sucede fuese un hecho mental, que nos lo podemos quitar diciendo una cuantas palabras. Estas concepciones del éxito son instrumentales, por eso siempre insisten en el cómo; no en el qué ni en el por qué. Todo lo quieren resolver de manera instrumental.  

En la vida no jugamos ningún juego. Lo que hacemos es vivir una compleja, con muchos matices. No es algo positivo o negativo, éstas son simplificaciones banales. Para llegar a ser dueños de nuestro propia pensar-hacer y así tomar nuestras decisiones, debemos reflexionar, pensar sobre lo qué somos, sobre lo qué han hecho de nosotros, como bien decía Sartre. De este modo, podremos avanzar en la re-configuración de nuestro hacer personal y social, porque ambos van conjugados en una unidad múltiple.  

Nuestra vida puede desplegarse si le hacemos frente a nuestros miedos, que casi siempre nos han sido inculcados o hemos heredados de otros miedosos. Porque cuando nos damos cuenta de nosotros ya han pasado varios años de nuestra vida. En este nuestro pensar sobre nuestras circunstancias interiores y exteriores podemos resistirnos o aceptar la responsabilidad de nuestra vida. Responsabilidad que debe darnos la emoción de confianza, porque no hay otro que decida por nosotros. Y en esto está el compromiso con  nosotros mismo, lo que no siempre acarrea una vida fácil, pero si propia.


PD. Facebook: consultoría y asesoría filosófica Obed Delfín
Twitter: @obeddelfin
Youtube: Obed Delfín

No hay comentarios:

Publicar un comentario