Las
habilidades comunicativas y expresivas son tan deseables como las directivas.
Ya que, unas y otras tienen que convivir para lograr una buena gestión, en
cualesquiera sean los ámbitos o comunidades en que nos desenvolvamos. En muchos
casos, la falta de preparación para asumir una comunicación exitosa es lo que
causa el deterioro y fracaso de y en nuestras relaciones interpersonales,
laborales, vecinales… y termina por causarnos temor a hablar delante de un conjunto
de personas más allá de nuestro círculo más íntimo.
Comunicarnos y
expresar una imagen de manera coherente tiene estructuras y secuencia a seguir.
Asimismo, éstas están constituidas por una suerte de improvisación, que dependen
de las circunstancias que en un momento cualquiera nos encontremos. Además, del
carisma que cada persona pueda transmitir de manera adecuada. Todos estos
elemento se conjugan en la comunicación y en la imagen exitosa.
Para que
nuestras relaciones comunicativas las realicemos de modo beneficioso a nuestros
fines, tenemos que desarrollar una serie de tácticas y disciplinas que estructuran
entre la retórica y la expresividad corporal. En el arte de hablar en el
desarrollo de nuestras relaciones se funda, en primera instancia, en nuestra
naturalidad; es decir, debemos ser nosotros mismos. Aunque en verdad, un ser
nosotros mismo mejorados por el uso de la retórica y la expresión corporal
adecuada.
Para generar
una comunicación exitosa tenemos que tener argumentos apropiados. Revestidos éstos
de lógica y razones. Nuestros argumentos tienen que tener sentido y estar bien
ordenados. Tenemos que saber expresarlos con convicción, ya que la falta de
ésta lleva al oyente a ponerlos en duda. Además, debemos utilizar la
enunciación conveniente y la expresión corporal apropiada. Lo verbal y lo
corporal no pueden estar en contradicción. Cicerón decía que «ser un buen
orador requiere hablar con convencimiento, de manera ordenada, con los ornatos
del lenguaje y de memoria, todo ello acompañado también de una cierta dignidad
de gestos».
Hay, por lo
menos, tres aspectos a considerar para tener buena comunicación e imagen. Primero,
los argumentos deben ser producto de una reflexión y ordenación del pensamiento
adecuados a los fines que se desean lograr. Segundo, el uso estratégico de las
distintas figuras retóricas o del habla. Tercero, la adecuada expresión vocal y
corporal o lo que se conoce como «puesta en escena».
Siempre
estamos comunicándonos, no podemos dejar de comunicar y transmitir una imagen. Aunque
no digamos ni una palabra, nuestra expresión corporal está transmitiendo gran
cantidad de expresiones sobre nosotros. Constantemente estamos en una comunicación
verbal o corporal. A diario utilizamos para comunicarnos el lenguaje oral o
verbal. Es decir, nos comunicamos mediante la palabra o el cuerpo. Recuerden
esos ojos que a veces matan.
Para tener
una comunicación efectiva o exitosa debemos
tener en consideración tres elementos fundamentales: Primero, lo que decimos
tiene que ser verdad o tener veracidad; los contenidos que transmitimos deben
ser ciertos. Si pensamos que vamos a construir una comunicación fundada en la
mentira, hemos comenzado erradamente. Segundo, nuestra pasión debe estar puesta
en lo expresamos; debemos contar los hechos y nuestros argumentos con
expresividad y emoción, con la intención de despertar en el oyente el máximo
interés. Por último, nuestros razonamientos los debemos utilizar de manera
hábil y estratégicamente, para comunicar con persuasión y precisión lo que
deseamos.
Una
comunicación adecuada y favorable a las metas propuestas se compone de una
dosis adecuada de lenguaje verbal y corporal. Los dos son importantes en el marco
de toda comunicación. Puesto que, ambos se complementan y se refuerzan. Esto es
importante recordarlo siempre. Más allá de lo verbal y corporal, para una
comunicarnos podemos hacer uso de los recursos audiovisuales, cuando éstos sean
necesarios para lograr un mayor efecto. En este presente, la tecnología
audiovisual es parte fundamental en la retórica.
Con nuestro
lenguaje verbal transmitimos de manera consciente, mediata o espontánea. Nos
referimos directa o indirectamente a lo que decimos. La manera cómo lo
expresamos está compuesta de: argumentos, razones con que apoyamos nuestros
argumentos. La lógica en la que basamos nuestras razones. En nuestra voz
ponemos volumen, velocidad, tono, pronunciación, acentos… Contamos hechos,
opiniones, damos ejemplos…
Por otra
parte, con nuestro lenguaje corporal transmitimos de manera consciente o
inconsciente expresiones naturales o aprendidas socialmente. Nuestra expresión
corporal está conformada por las distintas expresiones de nuestro rostro; las
posturas y movimientos de la cabeza, piernas, brazos, manos, inclinación…
tenemos un conjunto de micro-lenguajes conformados por tics, gestos sociales,
coloración de la piel, sudoración, respiración, movimientos oculares
involuntarios, las diversas distancias que adoptamos respecto a las demás
personas… Y nuestra imagen personal, constituida por el vestuario, el peinado,
los complementos, el perfume…
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