lunes, 7 de julio de 2014

AUTONOMÍA PERSONAL, PENSAR-HACER SOBRE VIEJOS PROBLEMAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La autonomía personal se desarrolla junto con la confianza en sí mismo. Ya que si uno confía en uno mismo y en las personas con las cuales comparte, sea trabajo, estudio, vecinos, no tiene porque recurrir a ningún mecanismo de control, más bien se otorgará a sí y a los demás una condición de autonomía. La confianza nos permite establece acuerdos de ayuda y cooperación mutua entre todos.

            A partir de esta cooperación se inicia, entonces, la tarea de hacer más productivas las estructuras de organización sean estas familiares, vecinales, organizacionales, empresariales. Pues ahora todo está pensado para ayudarnos a nosotros y a los otros a ser más eficaces, y para poder alcanzar los objetivos de los acuerdos equitativos de yo gano-tú ganas. Ahora bien, si las estructuras de nuestros acuerdos de cooperación están mal gestionadas no habrá autonomía ni confianza.
 
            Si carecemos de carácter autonomía y confianza— y de competencias no podemos dar poder ni beneficios ni reconocimiento a los demás. Si lo hacemos sentimos que estamos en peligro, pues perdemos nuestro sistema de control. Por ello debemos comprendernos reflexivamente a nosotros mismos, emplear el enfoque adentro-afuera y afuera-adentro simultáneamente, para entender y conocer nuestro carácter y nuestras competencias; para de esta forma construir nuestra confianza y nuestro poder.

            Hasta que no asumamos como propiedad nuestra el enfoque adentro-afuera y afuera-adentro no podremos intentar resolver los asuntos fundamentales de nuestras vidas. No podremos delegar autoridad y confianza en otros, por más que usemos el lenguaje de la confianza, de la autonomía, del empoderamiento. Sólo seremos un discurso hueco. 

            Al convertirnos realmente en sujetos autónomos nuestra personalidad y carácter se pondrán de manifiesto. Podremos quienes organizar estrategias, estructuras y sistemas sinérgicos acordes a nuestro orden interno y al de los demás. Esto nos lleva a transformaciones importantes como resultado de rupturas con formas tradicionales de pensar-hacer. Cambios de paradigma que se caracterizan por desarrollar nuevas formas de pensar y hacer sobre viejos problemas.

            Estos cambios de paradigmas nos inducen a desechar presunciones injustificadas sobre la gente; ya que tales presunciones no tienen cabida en cuanto se espera que se produzcan mejores relaciones en nuestras organizaciones sociales. No podemos intentar magnificar nuestros recursos usando técnicas manipuladoras, porque es parte de paradigmas de valores trastornados, donde las cosas están al revés. En medio de estos trastornos confundimos eficiencia con eficacia, conveniencia con prioridad, imitación con innovación y pretensiones con competencia.

            La personalidad que uno despliega surge del núcleo de ideas y sentimientos sobre la naturaleza del hombre que uno tiene. Lo que tengamos como centro de nuestra vida —el trabajo, el placer, el amigo, el enemigo, el cónyuge, uno mismo, los principios, las pasiones—, eso condiciona y afecta nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Pues esta percepción es lo que dirige nuestras creencias, nuestras actitudes y comportamientos. A partir de esta percepción determinamos nuestros objetivos y perseguimos nuestras metas, con las cuales labramos nuestro camino.

            No obstante, muchas veces lo hacemos antes de clarificar nuestras creencias y actitudes, sin definir nuestra misión y clarificar nuestros valores. En consecuencia, luego de recorrer nuestro camino nos damos cuenta que éste era equivocado. Y allí nos descorazonamos y perdemos el sentido de nuestra vida. Debemos entonces volver la mirada a nuestra confianza, a nuestro carácter; para replantearnos nuevamente nuestro camino, ya que nada está perdido.

            La meta de este volver la mirada es desarrollar reflexivamente nuestras potencialidades, que consiste en liberar el potencial creativo de nosotros mismos. Hacer de este potencial parte de un proceso de cambio y desarrollo que sea relevante y que tenga significado en nuestro pensar-hacer. Recordemos que la acción se funda en la emoción, es decir, nuestro pensar-hacer está signado por el conjunto de nuestras emociones, por eso nuestro hacer debe estar guiado por una razón apasionada.

            Razón que afirma el más alto nivel de motivación humana, pues consideramos que las personas somos lo  más valioso de toda relación, sea organizacional, empresarial, comunitaria o personal. Pues somos responsables para descubrir, desarrollar y administrar todos los otros valores que constituyen a las personas. Cada individuo debemos reconocerlo como un sujeto libre, capaz de logros inmensos; nunca como una víctima o un instrumento limitado por las condiciones y el condicionamiento.

            De esta manera, nuestro paradigma estará orientado hacia un proceso, no hacia un producto. Este proceso de desarrollo personal, organizacional, empresarial, comunitario consistirá en seleccionar prioridades, valores y objetivos; en detectar y evaluar alternativas; planear y decidir pasos prácticos; en comparar resultados obtenidos con las metas y objetivos propuestos.



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