En la
posibilidad de tomar el control de mi vida me puedo, según Trask, plantear dos
trayectos. El
primero se identifica por ser un camino de éxito en la relación conmigo mismo;
tal éxito me hace ser responsable para conmigo mismo; así cuando se presente un
evento, y éste presente un cambio importante en mi vida, posiblemente me dé
aprehensión enfrentar el proceso de cambio que se puede producir.
En esta situación y con una visión hacia
un horizonte propuesto debo transformar aquella aprehensión, aquel miedo, en un
motivador favorable a mis circunstancias, pues al producirse o estar
produciéndose un cambio estoy atravesando una situación de riesgo, que según el modo que trate la misma alcanzaré o no el triunfo de mi gestión
personal.
En medio de esta situación debo tener y
mantener una actitud de reflexión permanente,
pues el cuidado de mi mismo me permite restaurar y restablecer la
condición conmigo mismo, pues es imprescindible asumir la aprehensión o el miedo como un motivador favorable a mí. Ya
que éste es parte inherente de mí
actuar, no un algo extraño.
El segundo
trayecto se identifica como el recorrido de la mediocridad, es el camino de la irresponsabilidad para
conmigo mismo; en este escenario he asumido, por diversas razones, la
aprehensión que me genera una situación de cambio personal como un motivador
negativo; lo que me puede producir un estado de ansiedad para conmigo mismo.
Si este escenario se da y permanece
latente puede llegar a una parálisis de mis
emociones, afectos y acciones; en tal parálisis presento una actitud de evasión, de carencia de
entusiasmo, de aburrimiento ante el mundo, y
particularmente ante o en mismo. Me siento fracasado conmigo mismo, pues no he
sido capaz de alcanzar algo que me propuse o se me presento; en este caso he
sido arrastrado por el mundo debido a mi inoperancia.
En este estado de aburrimiento, el cuidado
de mí mismo y el saber de mí mismo son ruines, pues tengo una actitud de
desmerecimiento; que activa en mí la culpa. El sentirme culpable por mí fracaso
me causa ansiedad, esto es, estoy atrapado en el círculo del resentimiento y
del fracasado.
El miedo, la aprehensión, que siento ante
una situación de cambio, es una emoción que incluye sensaciones de temor,
confusión, nerviosismo, anticipación, ansiedad y suspenso. Si concibo el miedo
como un motivador desfavorable a mí lo trato de evitar o, simplemente, lo
evito. Pues en mi contexto he aprendido que el miedo es una sensación de impedimento,
y cuando éste llega a mi pienso que algo anda mal en mi vida. Esto es, la
visión de mi mundo la he constituido a partir de que el miedo es un
des-motivador, un algo que debo evitar. Por tanto, no lo enfrento.
Lo cierto es mucho más simple, el miedo es
nuestro motivador principal, por siempre está presente en mi, en diversos
grados cierto, pero está presente, es parte constitutiva de mi ser en tanto
sujeto que soy. El desafío diario,
entonces, es asumir que el miedo es un motivador favorable a mi condición de
persona, que él es parte de mi aprendizaje, del cuidado que tengo que para
conmigo mismo. En esto consiste el control que tendré sobre mis miedos; y no
vivir en un estado de pánico permanente para conmigo mismo.
El estado de pánico al que puedo llegar, y
en el cual puedo permanecer, se da cuando el miedo me bloquea y ya no puedo
seguir adelante. El miedo, por el contrario, como parte constitutiva de mí
mismo hace que me ponga en estado de alerta y me prepare a actuar de una u otra
forma. Éste es un factor que debo considerar en la toma de mis decisiones.
Cuando el sentimiento de miedo me invade,
tengo dos opciones: Primero, lo hago parte de mi proceso de acción y actúo o
actúo de modo no reflexivo. Segundo, lo ignoro y actúo o me éste me paraliza.
Hago una acción reflexiva o irreflexiva, pero el miedo siempre será parte mi
ser.
Del modo como asuma mi miedo, lo hago
dentro del mismo miedo y de la emoción que estoy sintiendo en ese momento. Como
lo haga y los resultados de mi decisión tienen un impacto a lo largo de mi
vida. Si decido manifestarme como un sujeto con valentía y esfuerzo, que muchas
veces creo no tener, puedo concebir mis aprehensiones como un motivador
favorable, lo que hace que afirme la seguridad de mi condición de sujeto. Con
lo cual minimizo la magnitud del riesgo, que siempre es exagerada por mis
patrones de aprendizaje.
En mi vida no puedo apartarme del miedo, no
lo puedo poner a un lado, no puedo deshacerme de él. Lo que puedo hacer es decidir
si permito que éste me motive o me paralice. Eso si lo puedo hacer. Según sea
mi decisión tendré un concepto de mí mismo. O tengo más confianza y respeto de
mi mismo, o me siento inseguro y no me tengo respeto.
Si opto por un miedo como motivador
favorable estaré recorriendo un sendero que me fortalecerá como sujeto, en el
cual me doy cuenta que soy capaz de asumir mis temores. Desde esta postura
actúo favorablemente con respecto a mí mismo, lo cual significa que tomo
posesión de mi actuar y, por ende, de mi vida; a partir de aquí soy conformador
de mis experiencias; me comienzo a amarme a mí mismo; que es condición
necesaria para el cuidado de mi mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario