sábado, 8 de abril de 2017

EL OTOÑO DE LA VIDA O LA EDAD DE LA REFLEXIÓN PAUSADA: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

En lo que va de siglo XXI, al igual que el XX, ser viejo es un estigma. Asusta llegar a la vejez. Por esa razón se han inventado ridículos eufemismos como: adulto mayor; adulto contemporáneo, juventud prolongada, tercera edad. Todas estas palabrejas tienen el mismo fin, huir de la palabra exacta, es decir, viejo. Creemos que nos vestimos como se visten los jóvenes, que actuamos y hablamos como ellos, que somos desvergonzados como éstos. Después de tantas vueltas, irremediablemente se llega a viejo; esa es la verdad. Llegamos al otoño de la vida y luego al invierno de ésta.

 En la «La deshumanización del arte» Ortega y Gasset escribe que “el culto al cuerpo es eternamente síntoma de inspiración pueril, porque solo es bello y ágil en la mocedad…” En eso hemos estados en estos últimos decenios rindiendo culto al cuerpo a través de lo joven. Esto lo vemos en las revistas, la publicidad, la televisión… Todo gira en torno a la juventud, no es raro entonces que la vejez se haya terminado por convertir en un estigma.

Este culto a la juventud y al cuerpo joven, que no negamos su belleza, nos ha convertido en seres pueriles, en sujetos fatuos, en viejos verdes. Queremos trivializar todo. Que nada posea profundidad porque eso afecta a nuestro sentirnos jóvenes. Por esto, andamos en un eterno errar. Se habla de la crisis de los cuarentas, de los cincuenta, cuando la edad comienza a alejarse de la mocedad. Crisis por haber perdido la preciada juventud, esto es, porque los apetitos y los impulsos han comenzado a mermar. Porque como bien dice Aristóteles, “la vejez no consiste en que el alma sufra desperfecto alguno, sino en que lo sufra el cuerpo en que se encuentra”.

Por el contrario, nos dice Ortega y Gasset “el culto al espíritu indica voluntad de envejecimiento, porque solo llega a plenitud cuando el cuerpo ha entrado en decadencia”. Si nos resistimos a la vejez, entonces nos resistimos al culto del espíritu, al culto de la reflexión. Porque estamos sumidos en el culto del triunfo de lo corporal, de lo pueril, de lo banal. No es extraño, entonces, nuestro comportamiento extraviado en algún punto X. Nuestras crisis por la edad alcanzada. La banalidad con que queremos llevar nuestro pensar-hacer. Somos solo eso, el culto de lo cándido, de lo mojigato.

Nuestro culto de lo banal se traduce en el selfie que, como dice Byung Chul-Han, “es, exactamente, este rostro vacío e inexpresivo. La adicción al selfie remite al vacío interior del yo”. Esto representa lo inmediato, lo ahora y ya. Lo que tiene un presente que no envejece, lo eternamente joven. Sin embargo, vacío. Ansiamos permanecer en la puerilidad; semejantes a «Oscar Matzerath» el personaje de Günter Grass de su novela «El tambor de hojalata», quien se resiste a crecer. Este es el espíritu de nuestra época.

Para quienes hemos llegado al otoño de la vida es un placer disfrutar de las mieles de la reflexión, que es el culto del espíritu. De allí que Pseudo Longino diga en «De lo sublime», “a lo largo de la Odisea muestra que es propio de un gran genio ya declinante entregarse en la vejez a la fabulación”. Y agrega más adelante el autor “Por eso en la Odisea se podría comparar a Homero con el sol poniente: es aún igualmente grande, pero menos intenso”. El símil aplicado al bardo es por demás es exquisito.

Así es la vida cuando el plenilunio de la existencia entra en su fase menguante. No obstante, en esta fase “el demorarse requiere una recolección de sentido” como señala Byung Chul-Han. Ya la vida no conserva permanentemente la intensa tensión, ni el continuo agolparse de las pasiones desbocadas. “Pero como el océano que se repliega sobre sí mismo y abandona sus propios límites, aparecen los reflujos de su grandeza aún en sus divagaciones fabulosas e increíbles” refiriéndose Pseudo Longino a Homero.

Aunque la reflexión no es asunto exclusivo de la vejez, porque compete a todas las edades de la vida. Ésta debe convertirse en un placer de la vida, a la cual debemos dedicar el tiempo de nuestro existir. Debemos estar atentos a lo señalado por el divino Platón en «República 586a-b»: “Por eso los faltos de inteligencia y virtud, que siempre andan en festines y otras cosas de este estilo, son arrastrados, según parece, a lo bajo y de aquí llevados nuevamente a la mitad de la subida y así están errando toda su vida; y, sin rebasar este punto, jamás ven ni alcanzan la verdadera altura ni se llenan realmente de lo real ni gustan de firme ni puro placer, sino, a manera de bestias, miran siempre hacia abajo y, agachados hacia la tierra y hacia sus mesas, se ceban de pasto, se aparean y, por conseguir más de todo ello, se dan de coces y se acornean mutuamente con cascos y cuernos de hierro y se matan por su insatisfacción, porque no llenan de cosas reales su ser real y su parte apta para contener aquéllas”

Síguenos en:
Facebook: consultoría y asesoría filosófica Obed Delfín
Twitter: @obeddelfin
Youtube: Obed Delfín


Escúchanos en: “Aquí y Allá en las mañanas” Todos los domingos a las 9:00 am (hora de Caracas) por http://www.radios.co.ve/alba-caracas/http://albaciudad.org/radio/  

No hay comentarios:

Publicar un comentario