martes, 26 de mayo de 2015

POR QUÉ PERSISTE LA PREGUNTA ¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La pregunta ronda permanentemente como espada de Damocles sobre quien dice que estudia filosofía. Ahora bien, la gente tampoco sabe para qué sirven la mayoría de los estudios o carreras universitarias. A lo sumo sabe de manera distorsionada para qué sirven la medicina, la abogacía y la ingeniería, y por eso las considera las únicas carreras universitarias válidas. Es decir, que tal pregunta no es potestad exclusiva de la filosofía, como muchos orgullosamente pretenden. Que la gente no sepa para qué sirve la filosofía no es ningún problema; que no lo sepa quien la estudia ese si es el problema. Y de esos abundan muchos.

            ¿Por qué le resulta a quien estudia filosofía decir para qué sirve ésta? Es una pregunta que debe tener respuestas pragmáticas sobre el oficio del hacer filosófico. Recuerdo al amigo Pedro Alvarado quien me decía una vez: ese «carajo» tiene una licenciatura, una maestría y un doctorado en filosofía y no sabe qué hacer para ganarse la vida. Y en esto, en verdad, radica el fundamento de la pregunta planteada. ¿Cómo se puede ganar la vida quien estudia filosofía? ¿Cómo se gana el sustento diario quien estudia filosofía?   

            En la Escuela de Arquitectura, por ejemplo, muchos profesores ejercen, además, la profesión diseñando; es decir, ejercen la arquitectura en la docencia y el diseño. Por lo menos, el hacer arquitectónico lo llevaban a cabo en dos instancias. Ahora bien, por lo general, eso no sucede en la Escuela de Filosofía, donde el hacer filosófico solo se ejerce en la docencia. Con esto, el alumno no tiene la oportunidad de ver otra forma del ejercicio profesional, y eso es una limitante que repercute en la imposibilidad de responder la pregunta inicial.

            Los campos de estudio de la filosofía son amplios: ética, estética, filosofía política, filosofía de la historia, historia de la filosofía, lógica, filosofía del lenguaje… y continúa. ¿Por qué entonces no se puede dar respuesta a la pregunta inicial? ¿Por qué se sigue pensando que lo único que puede hacer un graduado de filosofía sea dar clases? ¿Qué sucedió para llegar a esta situación? Incluso, habría que preguntar ¿siempre ha sido esto así? Spinoza no daba clases, ni lo hizo Descartes, que yo recuerde.        

            ¿Por qué se ha reducido el oficio filosófico a esto? No estoy denigrando de la docencia ni es mi intención. ¿Por qué eso que analiza la totalidad de las cosas solo puede ejercer la docencia? ¿Por qué el graduado en filosofía es un amputado laboral? ¿Por qué en el horizonte de trabajo lo que logra vislumbrar es la docencia? ¿Por qué se ha dado esta situación? Y peor aún ¿Por qué ésta persiste?[1]      

            La restricción ficticia del campo laboral o, más elegante aún, del oficio filosófico es preocupante, ya que existe una dinámica donde el pensar filosófico se puede llevar a la praxis. Y creo que el estudiante de filosofía está huérfano y desorientado acerca de éstos. En la actualidad, no se sabe qué hacer con dos mil quinientos años de saber filosófico. Y es paradójico. La filosofía atrapada en sí misma. O tal vez, alguien la ha atrapado y la encadenado. Tal vez, en eso consistía aquel llamado del barbudo alemán, liberar a ésta de las trampas que le han tendido.      

            Parece la filosofía un saber inútil. Un saber que no puede ensuciarse las manos con acciones prácticas de la vida. Y en esto hay mucho romanticismo ramplón. Aristocracia de alpargata, diría Pocaterra, quien no era filósofo. Hay un ascetismo peligroso en el mero estudiar, no digo saber. Que más bien se parece a una asepsia. Pues no quiere contaminar el saber filosófico con un hacer impío, como si el saber-hacer no fuesen una sola cosa. El hacer filosófico es saqueado impunemente por mercachifles; pero no se puede culpar al mercachifle sino a quien ha abandonado el hacer filosófico, luego no hay cabida para la queja.    

            La filosofía debe volver a tomar su hacer en el mundo de acciones prácticas. No puede seguir holgazaneando. Indudable no es la filosofía, sino aquellos que en las Escuelas de Filosofía se gradúan. Como señala Roger C. Schank “En Estados Unidos hay 3000 universidades; he enseñado en tres de ellas, las mejores, supuestamente. El problema es que fabrican gente con doctorados que se convierten en profesores en otras universidades, que fabrican a su vez a otros doctores que se convierten en profesores de otras universidades y así”[2]
  
            Es necesario dar respuesta a la pregunta, y tal respuesta está en la historia de la filosofía misma. En su hacer práctico. El mundo está allí y no espera por nadie. Por más saber que diga poseer. El hacer filosófico debe plantearse con determinación. Así como la medicina tiene sus grandes investigadores también tiene a los médicos de consulta general, a los cuales acudimos por nuestras dolencias. Por ello no es menos medicina, y a nadie se le ocurre objetar tal práctica médica. La filosofía debe dejarse de ser tan pacata y mojigata, tal vez aquello de la miseria de la filosofía. Debe asumir su hacer.


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[1] En un artículo de este blog intitulado “De la filosofía a la filografía” objetaba en ese entonces el paso del amor al saber al amor al libro.

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