La pregunta ronda permanentemente como
espada de Damocles sobre quien dice que estudia filosofía. Ahora bien, la gente
tampoco sabe para qué sirven la mayoría de los estudios o carreras
universitarias. A lo sumo sabe de manera distorsionada para qué sirven la
medicina, la abogacía y la ingeniería, y por eso las considera las únicas
carreras universitarias válidas. Es decir, que tal pregunta no es potestad
exclusiva de la filosofía, como muchos orgullosamente pretenden. Que la gente
no sepa para qué sirve la filosofía no es ningún problema; que no lo sepa quien
la estudia ese si es el problema. Y de esos abundan muchos.
¿Por
qué le resulta a quien estudia filosofía decir para qué sirve ésta? Es una
pregunta que debe tener respuestas pragmáticas sobre el oficio del hacer
filosófico. Recuerdo al amigo Pedro Alvarado quien me decía una vez: ese
«carajo» tiene una licenciatura, una maestría y un doctorado en filosofía y no
sabe qué hacer para ganarse la vida. Y en esto, en verdad, radica el fundamento
de la pregunta planteada. ¿Cómo se puede ganar la vida quien estudia filosofía?
¿Cómo se gana el sustento diario quien estudia filosofía?
En
la Escuela de Arquitectura, por ejemplo, muchos profesores ejercen, además, la
profesión diseñando; es decir, ejercen la arquitectura en la docencia y el
diseño. Por lo menos, el hacer arquitectónico lo llevaban a cabo en dos
instancias. Ahora bien, por lo general, eso no sucede en la Escuela de
Filosofía, donde el hacer filosófico solo se ejerce en la docencia. Con esto, el
alumno no tiene la oportunidad de ver otra forma del ejercicio profesional, y
eso es una limitante que repercute en la imposibilidad de responder la pregunta
inicial.
Los
campos de estudio de la filosofía son amplios: ética, estética, filosofía política,
filosofía de la historia, historia de la filosofía, lógica, filosofía del
lenguaje… y continúa. ¿Por qué entonces no se puede dar respuesta a la pregunta
inicial? ¿Por qué se sigue pensando que lo único que puede hacer un graduado de
filosofía sea dar clases? ¿Qué sucedió para llegar a esta situación? Incluso,
habría que preguntar ¿siempre ha sido esto así? Spinoza no daba clases, ni lo
hizo Descartes, que yo recuerde.
¿Por
qué se ha reducido el oficio filosófico a esto? No estoy denigrando de la
docencia ni es mi intención. ¿Por qué eso que analiza la totalidad de las cosas
solo puede ejercer la docencia? ¿Por qué el graduado en filosofía es un
amputado laboral? ¿Por qué en el horizonte de trabajo lo que logra vislumbrar
es la docencia? ¿Por qué se ha dado esta situación? Y peor aún ¿Por qué ésta
persiste?[1]
La
restricción ficticia del campo laboral o, más elegante aún, del oficio
filosófico es preocupante, ya que existe una dinámica donde el pensar
filosófico se puede llevar a la praxis. Y creo que el estudiante de filosofía
está huérfano y desorientado acerca de éstos. En la actualidad, no se sabe qué
hacer con dos mil quinientos años de saber filosófico. Y es paradójico. La
filosofía atrapada en sí misma. O tal vez, alguien la ha atrapado y la
encadenado. Tal vez, en eso consistía aquel llamado del barbudo alemán, liberar
a ésta de las trampas que le han tendido.
Parece
la filosofía un saber inútil. Un saber que no puede ensuciarse las manos con
acciones prácticas de la vida. Y en esto hay mucho romanticismo ramplón.
Aristocracia de alpargata, diría Pocaterra, quien no era filósofo. Hay un
ascetismo peligroso en el mero estudiar, no digo saber. Que más bien se parece
a una asepsia. Pues no quiere contaminar el saber filosófico con un hacer
impío, como si el saber-hacer no fuesen una sola cosa. El hacer filosófico es
saqueado impunemente por mercachifles; pero no se puede culpar al mercachifle
sino a quien ha abandonado el hacer filosófico, luego no hay cabida para la
queja.
La
filosofía debe volver a tomar su hacer en el mundo de acciones prácticas. No
puede seguir holgazaneando. Indudable no es la filosofía, sino aquellos que en
las Escuelas de Filosofía se gradúan. Como señala Roger C. Schank “En Estados
Unidos hay 3000 universidades; he enseñado en tres de ellas, las mejores,
supuestamente. El problema es que fabrican gente con doctorados que se
convierten en profesores en otras universidades, que fabrican a su vez a otros
doctores que se convierten en profesores de otras universidades y así”[2]
Es
necesario dar respuesta a la pregunta, y tal respuesta está en la historia de
la filosofía misma. En su hacer práctico. El mundo está allí y no espera por
nadie. Por más saber que diga poseer. El hacer filosófico debe plantearse con
determinación. Así como la medicina tiene sus grandes investigadores también
tiene a los médicos de consulta general, a los cuales acudimos por nuestras
dolencias. Por ello no es menos medicina, y a nadie se le ocurre objetar tal
práctica médica. La filosofía debe dejarse de ser tan pacata y mojigata, tal
vez aquello de la miseria de la filosofía. Debe asumir su hacer.
PD. En
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Escucha:
“PASIÓN Y RAZÓN” por WWW.ARTE958FM.COM y
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Caracas)
[1] En un artículo de este blog intitulado “De la filosofía a la
filografía” objetaba en ese entonces el paso del amor al saber al amor al
libro.
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