En distintos lugares y por distintas vías
uno escucha hablar de que hay que ser humilde, se impone socialmente como un
deber. Cosa por demás extraña. Pero,
¿qué es la humildad? ¿Por qué se ha convertido en valor tan importante en la
terapéutica de autoayuda? ¿Qué relación existe entre la humildad y la gerencia?
¿Es la humildad un concepto de la biogerencia? En fin ¿De qué hablamos cuando
hablamos de humildad?
El término humildad (deriva
del latín «'hŭmĭlĭtas, ātis, f. humilis'»,) tiene varias acepciones: Primero, como
virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y
debilidades; según el concepto de Humanitas,
de acuerdo con Panofsky, estaríamos en la confrontación entre el hombre y
cuanto lo trasciende; esto es, la consideración de la humanidad en
contraposición a la divinidad. Segundo, como bajeza de nacimiento -de clase
baja u origen pobre- Consideración muy propia de los aristos helenos, por lo cual lo humilde era visto con desprecio.
Tercero, como sumisión; esto tiende más a las relaciones de sometimiento entre
los hombres. Cuarto, se aplica a la persona que tiene la capacidad de restar
importancia a los propios logros y virtudes y de reconocer sus defectos y
errores; asunto de las personas «modestas» y muy acorde con ciertas tendencias
religiosas, que desean encajonar a todos en esta gris modestia.
En tanto ésta sea una
virtud, la humildad consiste en aceptarnos con nuestras habilidades y nuestros
defectos, sin vanagloriarnos por ellos. ¿Vanagloriarnos ante quién o ante qué? Por
otra parte, la humildad es opuesta a la soberbia. La soberbia entonces es una
virtud o una anti-virtud. La persona
humilde, dicen, no es pretenciosa ni interesada ni egoísta, como lo es una
persona soberbia; quien se siente auto-suficiente y generalmente hace las cosas
por conveniencia. Extraña conclusión con respecto a la persona soberbia, y la
caracterización de la persona humilde desborda lo que la humildad consiste y se
aboca a rasgos psicológicos, un tanto difíciles de comprobar. Deseamos al
humilde más no al soberbio. Y ¿para qué lo deseamos? Esta apreciación encaja en
la tercera de definición de humildad, aquella que consiste en ser un ser sumiso.
La humildad es una cualidad o característica humana que es atribuida a
toda persona que se considere un ser pequeño e insignificante frente a lo
trascendente de su existencia o a Dios según si se habla en términos
teológicos. Esta caracterización está en consonancia con la primera definición,
en aceptar que somos «un ladrillo más en pared» y no podemos pretender la
semejanza con la divinidad.
Una persona humilde, generalmente dicen, ha de ser modesta y vivir sin
mayores pretensiones. La última definición humildad sinónimo de modestia. Alguien
que no piensa que es mejor o más importante que otros, un asunto entre humanos;
donde todos somos iguales. No obstante, no se explicita el concepto de igualdad
ni en qué consiste ésta. Vuelve a quedar difusa la noción de igualdad. Señala Arendt, «la sociedad se iguala bajo
todas las circunstancias, y la victoria de la igualdad en el Mundo Moderno es
sólo el reconocimiento legal y político del hecho de que esa sociedad ha
conquistado la esfera pública».
Por otra parte, se dice que la humildad en las personas es toda aquella
cualidad que revela el completo concepto de lo que es el ser humano, es la
verdadera virtud que muestra en un más completo sentido lo que convierte a una
persona en humano. La humildad, en este sentido, es algo cognoscitivo. Es tener
conocimiento del ser, en tal caso sería una ontología. Creo que esto es
desacertado, por ser una pretensión sin sentido, pasar de ser una virtud a ser
un principio de conocimiento. Con respecto a que «convierte a una persona en
humano», es al revés, a lo humano lo convierte en persona, esto es, en ser
social.
El valor de la humildad, se dice, ayuda a las personas a contener la
necesidad de decir o hacer gala de sus virtudes a los demás. Estamos en el
concepto de modestia. Otro aspecto señala que, una persona que vive la humildad
hace el esfuerzo de escuchar y de aceptar a todos; acá se refiere al aspecto de
sumisión ante el otro. Ya lo dice Nietzsche, «es sabido cuáles son las tres
pomposas palabras del ideal ascético: pobreza, humildad, castidad»
Otros dicen que, ser humilde es dejar hacer y dejar ser, si aprendemos a
eliminar la arrogancia, reconocemos las capacidades físicas, intelectuales y
emocionales de los demás. La primera parte se asemeja al principio de economía
liberal «laissez faire, laissez passer» que se refiere a una completa libertad
en la economía, al libre mercado. Por otra parte, se refiere a eliminar «la
arrogancia» para reconocer… Otra consecuencia sin sentido. Pues nada asegura
que al eliminar la arrogancia podamos reconocer las capacidades en el otro;
estamos nuevamente ante un asunto de conocimiento.
Otros señalan, la humildad permite a la persona ser digna de confianza,
flexible y adaptable. Volvemos a estar en la definición de sumisión. Además,
agregan en la medida en que somos humildes, adquirimos grandeza en el corazón
de los demás. Es decir, los otros nos ven con benevolencia, se sigue
reafirmando la noción sumisión. Debemos ser sumisos ante los otros. En este
sentido, Nietzsche dice «en este terreno del autodesprecio, auténtico terreno
cenagoso, crece toda mala hierba, toda planta venenosa, y todo ello muy
pequeño, muy escondido, muy honesto, muy dulzón».
Algunos dicen que, el éxito en el servicio a los demás proviene de la
humildad; cuanto más humilde, mayores logros obtendremos. Una persona humilde
puede adaptarse a todos los ambientes, por negativos que éstos sean; nunca
dirán “no era mi intención decirlo”, según la actitud, las palabras reflejarán
eso, entonces debemos cuidar nuestras palabras para no lastimar sin desearlo. Estos
siguen asumiendo el concepto de humildad como sumisión a otro hombre. Y
refuerzan esa idea a los fines de ser más productivos. «Solo nosotros somos los
buenos, los justos» dicen éstos, los demás son malos, injustos con ellos. Parecen
un bolero o una ranchera desgarrada.
Como apreciamos es una palabra, un
concepto que manejamos acríticamente. Una palabra que embriaga nuestra
emocionalidad. Que repetimos esta palabra sin pensar que es lo que estamos
diciendo. Confundimos los ámbitos cuando la nombramos, incluso no hacemos
distinción de sus diversos significados. De allí, la confusión de los ámbitos.
Repetimos la palabra presuponiendo que para todos los ámbitos significa lo mismo.
Uso indiscriminado del lenguaje. Todo concepto, toda palabra tiene diferentes
significados y sentidos. Por eso es necesario preguntarnos ¿de qué hablamos
cuando hablamos de humildad?
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