martes, 12 de mayo de 2015

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE HUMILDAD: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

En distintos lugares y por distintas vías uno escucha hablar de que hay que ser humilde, se impone socialmente como un deber. Cosa por demás extraña.  Pero, ¿qué es la humildad? ¿Por qué se ha convertido en valor tan importante en la terapéutica de autoayuda? ¿Qué relación existe entre la humildad y la gerencia? ¿Es la humildad un concepto de la biogerencia? En fin ¿De qué hablamos cuando hablamos de humildad?

El término humildad (deriva del latín «'hŭmĭlĭtas, ātis, f. humilis'»,) tiene varias acepciones: Primero, como virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades; según el concepto de Humanitas, de acuerdo con Panofsky, estaríamos en la confrontación entre el hombre y cuanto lo trasciende; esto es, la consideración de la humanidad en contraposición a la divinidad. Segundo, como bajeza de nacimiento -de clase baja u origen pobre- Consideración muy propia de los aristos helenos, por lo cual lo humilde era visto con desprecio. Tercero, como sumisión; esto tiende más a las relaciones de sometimiento entre los hombres. Cuarto, se aplica a la persona que tiene la capacidad de restar importancia a los propios logros y virtudes y de reconocer sus defectos y errores; asunto de las personas «modestas» y muy acorde con ciertas tendencias religiosas, que desean encajonar a todos en esta gris modestia.

En tanto ésta sea una virtud, la humildad consiste en aceptarnos con nuestras habilidades y nuestros defectos, sin vanagloriarnos por ellos. ¿Vanagloriarnos ante quién o ante qué? Por otra parte, la humildad es opuesta a la soberbia. La soberbia entonces es una virtud o una anti-virtud.  La persona humilde, dicen, no es pretenciosa ni interesada ni egoísta, como lo es una persona soberbia; quien se siente auto-suficiente y generalmente hace las cosas por conveniencia. Extraña conclusión con respecto a la persona soberbia, y la caracterización de la persona humilde desborda lo que la humildad consiste y se aboca a rasgos psicológicos, un tanto difíciles de comprobar. Deseamos al humilde más no al soberbio. Y ¿para qué lo deseamos? Esta apreciación encaja en la tercera de definición de humildad, aquella que consiste en ser un ser sumiso.

La humildad es una cualidad o característica humana que es atribuida a toda persona que se considere un ser pequeño e insignificante frente a lo trascendente de su existencia o a Dios según si se habla en términos teológicos. Esta caracterización está en consonancia con la primera definición, en aceptar que somos «un ladrillo más en pared» y no podemos pretender la semejanza con la divinidad.   

Una persona humilde, generalmente dicen, ha de ser modesta y vivir sin mayores pretensiones. La última definición humildad sinónimo de modestia. Alguien que no piensa que es mejor o más importante que otros, un asunto entre humanos; donde todos somos iguales. No obstante, no se explicita el concepto de igualdad ni en qué consiste ésta. Vuelve a quedar difusa la noción de igualdad.  Señala Arendt, «la sociedad se iguala bajo todas las circunstancias, y la victoria de la igualdad en el Mundo Moderno es sólo el reconocimiento legal y político del hecho de que esa sociedad ha conquistado la esfera pública».

Por otra parte, se dice que la humildad en las personas es toda aquella cualidad que revela el completo concepto de lo que es el ser humano, es la verdadera virtud que muestra en un más completo sentido lo que convierte a una persona en humano. La humildad, en este sentido, es algo cognoscitivo. Es tener conocimiento del ser, en tal caso sería una ontología. Creo que esto es desacertado, por ser una pretensión sin sentido, pasar de ser una virtud a ser un principio de conocimiento. Con respecto a que «convierte a una persona en humano», es al revés, a lo humano lo convierte en persona, esto es, en ser social.

El valor de la humildad, se dice, ayuda a las personas a contener la necesidad de decir o hacer gala de sus virtudes a los demás. Estamos en el concepto de modestia. Otro aspecto señala que, una persona que vive la humildad hace el esfuerzo de escuchar y de aceptar a todos; acá se refiere al aspecto de sumisión ante el otro. Ya lo dice Nietzsche, «es sabido cuáles son las tres pomposas palabras del ideal ascético: pobreza, humildad, castidad»

Otros dicen que, ser humilde es dejar hacer y dejar ser, si aprendemos a eliminar la arrogancia, reconocemos las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de los demás. La primera parte se asemeja al principio de economía liberal «laissez faire, laissez passer» que se refiere a una completa libertad en la economía, al libre mercado. Por otra parte, se refiere a eliminar «la arrogancia» para reconocer… Otra consecuencia sin sentido. Pues nada asegura que al eliminar la arrogancia podamos reconocer las capacidades en el otro; estamos nuevamente ante un asunto de conocimiento.     

Otros señalan, la humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable. Volvemos a estar en la definición de sumisión. Además, agregan en la medida en que somos humildes, adquirimos grandeza en el corazón de los demás. Es decir, los otros nos ven con benevolencia, se sigue reafirmando la noción sumisión. Debemos ser sumisos ante los otros. En este sentido, Nietzsche dice «en este terreno del autodesprecio, auténtico terreno cenagoso, crece toda mala hierba, toda planta venenosa, y todo ello muy pequeño, muy escondido, muy honesto, muy dulzón».

Algunos dicen que, el éxito en el servicio a los demás proviene de la humildad; cuanto más humilde, mayores logros obtendremos. Una persona humilde puede adaptarse a todos los ambientes, por negativos que éstos sean; nunca dirán “no era mi intención decirlo”, según la actitud, las palabras reflejarán eso, entonces debemos cuidar nuestras palabras para no lastimar sin desearlo. Estos siguen asumiendo el concepto de humildad como sumisión a otro hombre. Y refuerzan esa idea a los fines de ser más productivos. «Solo nosotros somos los buenos, los justos» dicen éstos, los demás son malos, injustos con ellos. Parecen un bolero o una ranchera desgarrada.  

           Como apreciamos es una palabra, un concepto que manejamos acríticamente. Una palabra que embriaga nuestra emocionalidad. Que repetimos esta palabra sin pensar que es lo que estamos diciendo. Confundimos los ámbitos cuando la nombramos, incluso no hacemos distinción de sus diversos significados. De allí, la confusión de los ámbitos. Repetimos la palabra presuponiendo que para todos los ámbitos significa lo mismo. Uso indiscriminado del lenguaje. Todo concepto, toda palabra tiene diferentes significados y sentidos. Por eso es necesario preguntarnos ¿de qué hablamos cuando hablamos de humildad? 



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