martes, 28 de octubre de 2014

LA CONSTRUCCIÓN DE RELACIONES CON EL OTRO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Al construir nuestras relaciones establecemos determinaciones, aunque éstas no se hagan de manera explicitas.  Por ejemplo, en nuestras relaciones sociales establecemos el cumplir las promesas que hacemos a los demás. De esta manera, logramos sobre los demás cierta influencia, ya que al cumplir nuestras resoluciones y promesas damos votos de confianza mutuos. Además, tratamos de ser mejores y actuar mejor. Por ello, al no cumplir nuestras promesas deterioramos nuestras relaciones y nuestra influencia. Por lo que, jamás debemos hacer una promesa que no vamos a cumplir.

En la conformación de relaciones interpersonales se hace necesario concentrarse en el área de influencia que uno posee. Porque al enfocarnos en hacer algo favorable con respecto a las cuestiones que podemos abordar, ampliamos nuestra área de acción. Nuestras áreas de acción o influencia las podemos fortalecer al cambiar nuestros hábitos de actuar y de pensar. Por supuesto, aquellos que estén resultando inadecuados. Al cambiar hábitos desfavorables cambiamos nuestros métodos de acción.

Si nuestras relaciones son sinceras se fundan en la amistad. Aunque ésta tiene grados. No somos amigos de todos por igual o de igual manera, eso bien lo sabemos. Cuando vivimos según la amistad estamos fomentando la interdependencia de la vida, ya que confiamos en las relaciones humanas. Por el contrario, desconfiamos de técnicas superficiales de relaciones humanas y de fórmulas manipuladoras, sean para alcanzar pseudo relaciones personales que solo pretenden un mero éxito individual.

Si nuestras relaciones interpersonales son fundadas en la amistad suponemos lo mejor en los demás. Nadie establece una relación suponiendo que el otro lo va a dañar. Suponemos la «buena fe» que da buenos frutos en una relación. Actuamos, entonces, según el supuesto de que nosotros y los demás queremos y pensamos poner lo mejor de cada uno. Si nos abocamos en este sentido, podemos ejercer una influencia favorable para lograr que aflore lo mejor que hay en cada uno de nosotros. Que cada uno de nosotros planteamos una relación de oportunidades para todos.

No obstante, muchas veces nuestras formas de juzgar y medir a los otros afectan de antemano las relaciones. Estos prejuicios provienen, a menudo, de nuestras propias inseguridades y frustraciones. Esto nos debe lleva a estar pendiente de esas realidades cambiantes y complejas que nos conforman. Ya que toda persona posee diversas dimensiones y potencialidades, algunas son evidentes y otras latentes.

Es más fácil juzgar o enjuiciar al otro o  a los otros. Aun cuando lo primero que tenemos a mano somos nosotros mismos. Partiendo del hecho que lo que tenemos a manos somos nosotros mismo procuremos, primero comprendernos a nosotros, y luego a los demás. Así llegaremos, por un camino distinto, primero comprender a los demás y después a ser comprendidos por los otros.

De allí, que cuando nos comunicamos con otro debemos y tenemos que prestarle toda nuestra atención, es decir, estar totalmente presentes. Para no llegar a establecer un «simulacro automático de diálogo». Cuando estamos presentes para el otro podemos llegar a tener empatía con esa persona, podemos llegar a ver las cosas desde el punto de vista del otro. La gente solo acepta la influencia de otra persona cuando siente que esa persona la comprende.

Un aspecto muy minimizado en nuestras relaciones es el no recompensar las actitudes honestas. Incluso, a veces, no comulgamos con las preguntas honestas y francas, pues censuramos, juzgamos y abochornamos a los demás cuando hacen este tipo de preguntas. De esta manera, hemos aprendido a cubrirnos y a protegernos de no preguntar. Cuando, por el contrario, la tendencia constructiva a la crítica constituye un factor fundamental para una comunicación honesta.

Toda comunicación constructiva debe ser comprensiva, más no blandengue. Cuando se empleas respuestas comprensivas es porque hemos generado empatía, hemos reflexionado sobre el pensar-hacer de la otra persona. Cuando esto se da suceden tres cosas, a saber: Primero, se adquiere una mayor comprensión y claridad sobre las dificultades y las diferencias con respecto a la otra persona. Segundo, se gana un nuevo crecimiento respecto a la interdependencia responsable. Tercero, se construye un ámbito de confianza real en la relación.

El conjunto de respuestas comprensivas alcanza su mayor valor cuando alguien quiere hablar sobre una situación cargada de emociones encontradas. Muy propio de las relaciones laborales cuando llegan al punto peligroso del estrés; ya que acá las relaciones interpersonales y laborales están en entre dicho, son endebles y caóticas. En esta situación de zona roja, las respuestas comprensivas corresponden más a una actitud que a una técnica.



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2 comentarios:

  1. NINGUNA BUENA FE
    ABRIR LOS OJOS

    ROMPER hábitos desfavorables

    RECTIFICAMOS nuestros métodos de acción.

    Si nuestras relaciones son sinceras
    se fundan en la CO-LABORIDAD.

    EN UN área de influencia que LABRAMOS.

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