Al construir
nuestras relaciones establecemos determinaciones, aunque éstas no se hagan de
manera explicitas. Por ejemplo, en
nuestras relaciones sociales establecemos el cumplir las promesas que hacemos a
los demás. De esta manera, logramos sobre los demás cierta influencia, ya que
al cumplir nuestras resoluciones y promesas damos votos de confianza mutuos.
Además, tratamos de ser
mejores y actuar mejor. Por ello, al no cumplir
nuestras promesas deterioramos nuestras relaciones y nuestra influencia. Por lo
que, jamás debemos
hacer una promesa que no vamos a cumplir.
En la
conformación de relaciones interpersonales se hace necesario concentrarse en el
área de influencia que uno posee. Porque al enfocarnos en hacer algo favorable
con respecto a las cuestiones que podemos abordar, ampliamos nuestra área de acción.
Nuestras áreas de acción o influencia las podemos fortalecer al cambiar nuestros hábitos
de actuar y de pensar. Por supuesto, aquellos que estén resultando inadecuados.
Al cambiar hábitos desfavorables cambiamos nuestros métodos de acción.
Si nuestras
relaciones son sinceras se fundan en la amistad. Aunque ésta tiene grados. No
somos amigos de todos por igual o de igual manera, eso bien lo sabemos. Cuando
vivimos según la amistad estamos fomentando la interdependencia de la vida, ya
que confiamos en
las relaciones humanas. Por el contrario, desconfiamos de técnicas
superficiales de relaciones humanas y de fórmulas manipuladoras, sean para alcanzar pseudo relaciones personales que solo pretenden un mero
éxito individual.
Si nuestras
relaciones interpersonales son fundadas en la amistad suponemos lo mejor en los
demás. Nadie establece una relación suponiendo que el otro lo va a dañar.
Suponemos la «buena fe» que da buenos frutos en una relación. Actuamos, entonces, según el supuesto de que nosotros y los demás queremos y pensamos
poner lo mejor de cada uno. Si nos abocamos en este sentido, podemos ejercer una influencia favorable
para lograr que aflore lo mejor que hay en cada uno de nosotros. Que cada uno
de nosotros planteamos una relación de oportunidades para todos.
No obstante, muchas veces nuestras formas de
juzgar y medir a los otros afectan de antemano las relaciones.
Estos prejuicios provienen, a menudo, de nuestras propias inseguridades y frustraciones. Esto nos
debe lleva a estar pendiente de esas realidades cambiantes y complejas que nos
conforman. Ya que toda persona posee diversas dimensiones y potencialidades,
algunas son evidentes y otras latentes.
Es más fácil
juzgar o enjuiciar al otro o a los otros.
Aun cuando lo primero que tenemos a mano somos nosotros mismos. Partiendo del
hecho que lo que tenemos a manos somos nosotros mismo procuremos, primero
comprendernos a nosotros, y luego a los demás. Así llegaremos, por un camino
distinto, primero comprender a los demás y después a ser comprendidos por los
otros.
De allí, que cuando nos comunicamos con
otro debemos y tenemos que prestarle toda nuestra atención, es decir, estar
totalmente presentes. Para no llegar a establecer un «simulacro automático de
diálogo». Cuando estamos presentes para el otro podemos
llegar a tener empatía
con esa persona, podemos llegar a ver las cosas desde el punto de vista del otro. La gente solo acepta la influencia de otra persona cuando siente que esa
persona la comprende.
Un aspecto muy
minimizado en nuestras relaciones es el no recompensar las actitudes honestas.
Incluso, a veces, no comulgamos con las preguntas honestas y francas, pues censuramos, juzgamos y
abochornamos a los demás cuando hacen este tipo de preguntas. De esta manera, hemos aprendido a cubrirnos y a protegernos de no preguntar. Cuando, por el contrario, la tendencia constructiva a la crítica constituye
un factor fundamental para una comunicación honesta.
Toda
comunicación constructiva debe ser comprensiva, más no blandengue. Cuando se empleas
respuestas comprensivas es porque hemos generado empatía, hemos reflexionado
sobre el pensar-hacer de la otra persona. Cuando esto se da suceden tres cosas,
a saber: Primero, se adquiere una mayor comprensión y claridad sobre las dificultades y las
diferencias con respecto a la otra persona. Segundo,
se gana un nuevo crecimiento respecto a la interdependencia responsable.
Tercero, se construye
un ámbito de confianza real en la relación.
El conjunto de respuestas comprensivas
alcanza su mayor valor cuando alguien quiere hablar sobre una situación cargada
de emociones encontradas. Muy propio de las relaciones laborales cuando llegan
al punto peligroso del estrés; ya que acá las relaciones interpersonales y
laborales están en entre dicho, son endebles y caóticas. En esta situación de
zona roja, las respuestas comprensivas corresponden
más a una actitud que a una técnica.
PD. Visita en
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de Caracas)
NINGUNA BUENA FE
ResponderEliminarABRIR LOS OJOS
ROMPER hábitos desfavorables
RECTIFICAMOS nuestros métodos de acción.
Si nuestras relaciones son sinceras
se fundan en la CO-LABORIDAD.
EN UN área de influencia que LABRAMOS.
GRACIAS
ResponderEliminarMEJOR DIA
LUZ Y VISION