Cuando no
establecemos bien una relación, no son suficiente el mayor número de palabras posibles para
comunicar lo que queremos decir, porque los significados e intenciones no se encuentran en las palabras, sino en las
personas. La persona antecede a la palabra. Por esto,
la relación persona a persona es fundamental para establecer una comunicación
eficaz. No una teoría de comunicación.
Cuando ponemos por delante el respeto y la
consideración hacia la persona, empezamos a establecer relaciones eficaces con
otras personas. Por tanto, comenzamos a cambiar el carácter y la disposición de
nuestra comunicación con ellas. Empezamos a construir
confianza recíproca.
Llevar a cabo
relaciones armoniosas y comprensión mutua es tarea difícil. Pues todos vivimos
en dos mundos, por una parte, vivimos un mundo privado, subjetivo, dentro de nuestras
cabezas, a éste lo llamamos nuestra
personalidad. Por otra, vivimos un mundo exterior, intersubjetivo, de convenciones, este es nuestro mundo social.
Entre estos
dos mundos tenemos, por lo general, experiencias que cambian nuestro marco de
referencia, sea éste el subjetivo o intersubjetivo. Experiencias que nos hacen
cambiar nuestra visualizamos del mundo. Cuando así
sucede nuestro comportamiento cambia, y a través de éste reflejamos un nuevo
marco referencial. Un marco donde se interrelaciona lo subjetivo y lo
intersubjetivo. Cambiamos nuestro comportamiento
cuando cambiamos nuestro marco de referencia. De este modo asumimos nuevos roles o responsabilidades, o emplazamos nuevas situaciones.
Ahora bien, en este cambio de
comportamiento, que debe de estar signado por un proceso de reflexión emotiva,
se ha de plantear la habilidad de la comunicación desde dos niveles. En primer
término, desde la parte visible, la cual equivale a la habilidad de comunicarse,
de entablar conversaciones, de interactuar con los otros. En segundo lugar, la
parte que representa el nivel de nuestra actitud motivacional, en la cual radica
la base de nuestro pensar-hacer.
Para alcanzar mejoras significativas y de
largo plazo en nuestra capacidad de comunicación es necesario que trabajemos en
ambos niveles, el de nuestra habilidad y el de nuestra actitud motivacional
fundada en nuestro pensar-hacer. En este proceso de aprendizaje, el camino para
poder avanzar de lo que hoy somos a lo que querremos ser, es aceptar reflexivamente
lo que hoy somos. Ya que esto nos permite visualizar si no queremos o no podemos
emprender este proceso de aprendizaje, o no queremos asumir una actitud para mejorar
nuestras maneras de relacionarnos con los demás. Se basa en la sinceridad con
nosotros mismos.
Puesto que, la comunicación eficaz y mutua
exige que aprehendamos tanto el contenido como la intención de ésta; debemos
tratar de comprender la intención de la comunicación sin prejuzgar ni rechazar
el contenido de ésta. Además, debemos aprender a hablar en los lenguajes de la reflexión
y la emoción, ya que éstos están implícitos en toda relación entre las personas.
Construimos conversaciones eficaces si
prestamos total atención al otro, esto es, estamos presentes por completo a los
requerimientos de la persona que nos habla. Por otra parte, suspender la posible
opinión que uno tenga, para tratar de ver las cosas desde el punto de vista del
otro exige valentía, paciencia y seguridad en nuestra personalidad.
Esto significa estar abierto a nuevas
enseñanzas y a cambios posibles, introducirnos en el pensar-hacer de los demás
para ver el mundo como intenta el otro que lo veamos. Esto conlleva a que uno
entiende cómo se sienten o ven el mundo los demás, es decir, establecemos empatía
con el otro. Proceso que puede abrir las puertas para llegar a sentir simpatía
por el pensar-hacer del otro.
Desarrollar una actitud de empatía nos permite
abrirnos a la receptividad, los demás sienten que uno está aprendiendo de ellos,
que está abierto a un mundo de posibilidades. En esta relación empática la
relación de influencia es mutua, asunto que es clave para lograr influencia
sobre los demás; ya que los otros perciben que también ejercen influencia sobre
nosotros. En última instancia es una relación ganar-ganar.
Cuando aprendemos a escuchar, aprendemos que
la comunicación es un asunto entre dos o más. Aprendemos que la comunicación es
una cuestión de confianza, no de inteligencia. Por tanto, aprendemos a confiar en los demás y
los demás aprender a confiar en nosotros; aceptamos sus ideas y sentimientos, y
ellos aceptan nuestras ideas y nuestros sentimientos. Admitimos que somos diferentes, y que ambos
por igual podemos tener razón.
PD. Visita en
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Escucha:
“Pasión y Razón” en www.arte958fm.com (todos los martes desde las 2:30 pm, hora
de Caracas)
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