martes, 21 de octubre de 2014

DEL LENGUAJE SENCILLO Y FÁCIL A LA ESTUPIDEZ DEL SUJETO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Por lo general, consideramos que a la gente hay que hablarle de manera sencilla y fácil para que entienda, y esto que es una verdad muy arraigada nos parece muy loable. Ensalzamos tal acometido, lo aplaudimos y todos estamos de acuerdo en ello. Así tiene que ser para que la gente entienda.  

El niño va al preescolar y hay que hablarle con un lenguaje fácil y llano; lo me dice cuando en los seis años que le corresponde pasar en la primaria; en la secundaria se repite la misma verdad del lenguaje llano, algunos alumnos desgraciadamente no terminan la secundaria; en el nivel universitario vuelve a aparecer la necesidad del lenguaje sencillo, incluso algunos profesores ya ni indican fuentes documentales para no complicar al alumno. A aquellos que culminaron sus estudios universitarios, de secundaria y los que no lo hicieron hay que seguir hablándoles en un lenguaje sencillo.

A los profesionales o no en el campo laboral hay que hablarles con un lenguaje sencillo y claro, y uno se pregunta ¿cuándo será el momento de hablarles con un lenguaje profundo y significativo? ¿De dónde ha aparecido esta verdad del lenguaje sencillo y llano? ¿Por qué se ha instaurado tal verdad? ¿Y quiénes son estos que promulgan tal verdad?

Quienes promulgan la necesidad de tal lenguaje deben ser individuos superiores a los otros. Unos sumos sacerdotes que poseen un discurso no accesible a profanos, y por tanto deben darles a éstos miserables algo que ellos puedan entender en su ignorancia. Esto es, un lenguaje sencillo y claro. Pues están convencidos que la gente es incapaz de entender la profundidad de su discurso. Creen que la gente es pendeja, como decía Facundo Cabral.
           
Eso es lo que se oculta en tal verdad. Que Ortega y Gasset haya dicho que «la cortesía del filósofo es la claridad» que no quiere decir que el pensador español haya convertido el tal lenguaje fácil y llano en una verdad; tal vez cuando dijo eso tenía en mente a Heidegger. Quien no es muy accesible en su lenguaje, pero están hablando entre iguales.

Retorno a la interrogante, ¿cuándo será el momento de hablarle a la gente con un lenguaje profundo y significativo? Nunca dirán estos sumos sacerdotes del lenguaje llano, porque nunca lo entenderán. Según estos gurús supremos a toda la gente hay que hablarles como tontos, porque así es como entienden. Y todos nos creemos esta verdad y la repetimos como si fuese un salmo bíblico.

Que hay cosas que no se entienden ni a la primera ni a la segunda, es cierto. Quien lo niega. Pero de allí a no hacer ningún esfuerzo por entender es entregarse a la estupidez, a esperar que los sumos sacerdotes tengan la dignidad de darme su jarabe de lenguaje simplón, a esperar que éstos en desde su sabiduría me iluminen con su sencillez. «Pero no te esfuerzo hijo mío que tú nunca entenderás».

Es un discurso de racismo intelectual y colonial. Donde una elite del lenguaje nos ofrece a la periferia sus favores e indulgencias, para que nosotros podemos entender estos que ellos atesoran. Con esto del lenguaje llano y fácil vamos asesinando a la educación, al discurso, al buen hablar, a la inteligencia de la gente. Un estudiante universitario habla peor que un caletero, y además se jacta de ello con mucho orgullo. No podemos distinguir qué nivel de educación tienen cuando dos personas hablan. E incluso es obligatorio el hacer uso del lenguaje llano y fácil.

En esta obligación, porque deviene de una verdad, nos hemos extraviado. Hemos considerado una mera forma discursiva como una verdad, y así hemos establecido una frontera de conocimiento. Allá los que desde un lenguaje fácil y llano nos ofrecen su sabiduría y acá los que recibimos ese don; y no nosotros, que hemos recibido esa bendición llana y fácil, repetiremos más llano y fácil tal discurso, lo volveremos más empobrecido.

El sujeto se desarrolla en el esfuerzo. No tenemos otra manera de hacerlo, sin las determinaciones, sin los obstáculos nosotros no desarrollamos músculos ni corporales ni intelectuales. Solo el trabajo que contiene en sí el reto de superación nos impulsa a fortalecernos. Entonces, ¿por qué esa verdad de un lenguaje fácil y llano? Como si el aprendizaje fuese una comida rápida y desechable.

Que hay cosas difíciles nadie lo niega. La vida misma nunca es fácil, de allí los retos y el desarrollo que obtenemos de ese trajinar diario. La molicie corporal y mental nunca conduce a nada productivo. Como dice Hinckley «la permisividad nunca genera grandeza». Es necesario para nuestro desarrollo personal y social que invirtamos esfuerzo intelectual y corporal en nuestra formación.

Nosotros entendemos, posiblemente no a la primera, pero llegamos a entender cuando nuestro deseo de superarnos es parte de nosotros mismos. Por eso no necesitamos permanentemente de un lenguaje fácil y llano, eso solo se basa en una mentira construida. Quienes promueven la necesidad permanente de un lenguaje fácil y llano consideran a los otros unos mediocres. Ya lo decía Oscar Wilde, quien sabía mucho de eso, «el vicio supremo es la superficialidad».  



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