Por lo
general, consideramos que a la gente hay que hablarle de manera sencilla y
fácil para que entienda, y esto que es una verdad muy arraigada nos parece muy
loable. Ensalzamos tal acometido, lo aplaudimos y todos estamos de acuerdo en
ello. Así tiene que ser para que la gente entienda.
El niño va al
preescolar y hay que hablarle con un lenguaje fácil y llano; lo me dice cuando
en los seis años que le corresponde pasar en la primaria; en la secundaria se
repite la misma verdad del lenguaje llano, algunos alumnos desgraciadamente no
terminan la secundaria; en el nivel universitario vuelve a aparecer la
necesidad del lenguaje sencillo, incluso algunos profesores ya ni indican
fuentes documentales para no complicar al alumno. A aquellos que culminaron sus
estudios universitarios, de secundaria y los que no lo hicieron hay que seguir
hablándoles en un lenguaje sencillo.
A los
profesionales o no en el campo laboral hay que hablarles con un lenguaje
sencillo y claro, y uno se pregunta ¿cuándo será el momento de hablarles con un
lenguaje profundo y significativo? ¿De dónde ha aparecido esta verdad del
lenguaje sencillo y llano? ¿Por qué se ha instaurado tal verdad? ¿Y quiénes son
estos que promulgan tal verdad?
Quienes
promulgan la necesidad de tal lenguaje deben ser individuos superiores a los
otros. Unos sumos sacerdotes que poseen un discurso no accesible a profanos, y
por tanto deben darles a éstos miserables algo que ellos puedan entender en su
ignorancia. Esto es, un lenguaje sencillo y claro. Pues están convencidos que
la gente es incapaz de entender la profundidad de su discurso. Creen que la
gente es pendeja, como decía Facundo Cabral.
Eso es lo que
se oculta en tal verdad. Que Ortega y Gasset haya dicho que «la cortesía del
filósofo es la claridad» que no quiere decir que el pensador español haya
convertido el tal lenguaje fácil y llano en una verdad; tal vez cuando dijo eso
tenía en mente a Heidegger. Quien no es muy accesible en su lenguaje, pero
están hablando entre iguales.
Retorno a la interrogante,
¿cuándo será el momento de hablarle a la gente con un lenguaje profundo y
significativo? Nunca dirán estos sumos sacerdotes del lenguaje llano, porque
nunca lo entenderán. Según estos gurús supremos a toda la gente hay que
hablarles como tontos, porque así es como entienden. Y todos nos creemos esta
verdad y la repetimos como si fuese un salmo bíblico.
Que hay cosas
que no se entienden ni a la primera ni a la segunda, es cierto. Quien lo niega.
Pero de allí a no hacer ningún esfuerzo por entender es entregarse a la
estupidez, a esperar que los sumos sacerdotes tengan la dignidad de darme su
jarabe de lenguaje simplón, a esperar que éstos en desde su sabiduría me
iluminen con su sencillez. «Pero no te esfuerzo hijo mío que tú nunca entenderás».
Es un discurso
de racismo intelectual y colonial. Donde una elite del lenguaje nos ofrece a la
periferia sus favores e indulgencias, para que nosotros podemos entender estos
que ellos atesoran. Con esto del lenguaje llano y fácil vamos asesinando a la
educación, al discurso, al buen hablar, a la inteligencia de la gente. Un
estudiante universitario habla peor que un caletero, y además se jacta de ello
con mucho orgullo. No podemos distinguir qué nivel de educación tienen cuando
dos personas hablan. E incluso es obligatorio el hacer uso del lenguaje llano y
fácil.
En esta
obligación, porque deviene de una verdad, nos hemos extraviado. Hemos
considerado una mera forma discursiva como una verdad, y así hemos establecido
una frontera de conocimiento. Allá los que desde un lenguaje fácil y llano nos
ofrecen su sabiduría y acá los que recibimos ese don; y no nosotros, que hemos
recibido esa bendición llana y fácil, repetiremos más llano y fácil tal
discurso, lo volveremos más empobrecido.
El sujeto se
desarrolla en el esfuerzo. No tenemos otra manera de hacerlo, sin las
determinaciones, sin los obstáculos nosotros no desarrollamos músculos ni
corporales ni intelectuales. Solo el trabajo que contiene en sí el reto de
superación nos impulsa a fortalecernos. Entonces, ¿por qué esa verdad de un
lenguaje fácil y llano? Como si el aprendizaje fuese una comida rápida y
desechable.
Que hay cosas
difíciles nadie lo niega. La vida misma nunca es fácil, de allí los retos y el
desarrollo que obtenemos de ese trajinar diario. La molicie corporal y mental
nunca conduce a nada productivo. Como dice Hinckley «la permisividad nunca
genera grandeza». Es necesario para nuestro desarrollo personal y social que
invirtamos esfuerzo intelectual y corporal en nuestra formación.
Nosotros
entendemos, posiblemente no a la primera, pero llegamos a entender cuando
nuestro deseo de superarnos es parte de nosotros mismos. Por eso no necesitamos
permanentemente de un lenguaje fácil y llano, eso solo se basa en una mentira
construida. Quienes promueven la necesidad permanente de un lenguaje fácil y
llano consideran a los otros unos mediocres. Ya lo decía Oscar Wilde, quien
sabía mucho de eso, «el vicio supremo es la superficialidad».
PD. Visita en
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de Caracas)
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