lunes, 14 de abril de 2014

MI DISPOSICIÓN ANTE MI VIDA Y LA DE LOS OTROS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La disposición abierta y favorable ante las circunstancias de la vida hace que uno irradie energía optimista. Mi semblante se vuelve alegre y placentero. Desarrollo una actitud y una disposición de buen ánimo ante los acontecimientos que se me presentan. Muestro un espíritu entusiasta, esperanzado y confiado en mí mismo y los otros.

Al disponer de una actitud efectiva y afectiva atraigo y magnifico mis campos de energía favorable, y no sólo mis campos sino la de los otros también. Por el contrario, cuando en nuestra vida entramos en contacto con fuentes de energías desfavorables éstas tienden a neutralizar nuestra buena actitud. En ciertas ocasiones, simplemente, es necesario apartarse de esa órbita desfavorable.

Por lo cual, me es necesario ser consciente de los efectos de mi propia energía, sea favorable o desfavorable, y además comprender cómo irradiarla y dirigirla a mis actos y a las otras personas. En el proceso de mejorar mis relaciones conmigo mismo y con los otros debo ir convirtiéndome en un pacificador y un armonizador de toda aquella energía destructiva que yo pueda generar, debo desactivar y revertir toda energía destructiva; convertirla en energía propicia a mis actos y relaciones.

En el avance y consecución, esto es, en la conversión hacia un sujeto de actitudes y acciones optimistas comienzo a creer en los otros. Esto es incito a tal proceso de transformación. Pues una conversión de mi actitud me proyecta hacia los otros. Ya que al fundar mi vida en argumentos reflexionados no reacciono como un juez ante las conductas desaprobatorias, o ante las críticas o las debilidades humanas. Pues ya no me concibo juez de nadie.  
           
Descubro que mis debilidades y las ajenas son parte de la vida de cada uno. Soy consciente de que esas debilidades existen y nos constituyen. No obstante, considero que la conducta y la potencialidad de cada uno son dos cosas distintas. Creo en la potencialidad imperceptible de todos los demás y de mi mismo. Y hacia ésta dirijo mis reflexiones, esfuerzos, mis acciones y actitudes.

En estas reflexiones me planteo el propósito de buscar construir una vida de forma equilibrada. Me mantengo atento al curso de los acontecimientos y las circunstancias, soy en este hacer intelectualmente activo, y me intereso por diversas cuestiones. Observo y aprendo. Estoy atento al mundo, voy abandonando la indiferencia propia de la ignorancia.  Disfruto del mundo, de las personas, de mí mismo. En este sujeto que voy siendo, porque siempre estaré construyéndome, tengo un concepto sano y una visión honesta de mí mismos.

Distingo mi propio valor y el de los otros. Que se pone de manifiesto en mi valentía y mi integridad. No ostento la necesidad fatua de alardear, de ostentar y mostrar un poderío, que se basan más en debilidades que en fortalezas. Me comunico de manera franca, simple y directa conmigo mismo y los otros. No manipulan a nadie, pues sería un falso con mi conciencia.

En este proceso cognitivo-emotivo despliego el sentido de lo que es adecuado. Ahora la vida la pienso y siento como un continuo construir de mí ser; de prioridades propias y no ajenas; de jerarquías que yo determino. Pues poseo el poder de discernir, de percibir las similitudes y diferencias de cada situación en las que me encuentro.

En este ser que soy recibo con mesura tanto los triunfos como los errores, pues ambos son partes inherentes a mi proyecto de vida. Percibo el éxito y la posibilidad del fracaso, y en ambos trabajos para ser mejor cada día. En cuanto al único fracaso real que puedo tener es el no aprender la experiencia que cada traspié me da y los beneficios que aporta a mí ser.

La vida ahora es una aventura de aprendizaje constante, por ello la disfruto. Soy un ser constituido por mi interioridad y mi exterioridad. Mi seguridad emana de mí ser interior, no me es impuesta desde afuera. No tengo necesidad de clasificarlo y determinarlo todo, para darme una sensación de certeza y predictibilidad. Ahora reflexiono, no juzgo.

La confianza en mí mismo se funda en mi propio hacer, en mi propia iniciativa. Soy la amplitud de mis recursos, de mi creatividad, de la fuerza de mi voluntad; soy mi valentía y mi resistencia. Y por esto mismo descubro que los otros cada vez más parte de mí ser, que se encuentran en él; que son sujetos interesados en las personas. Hago preguntas y me siento interesados por los otros.

Cuando escucho lo hago con todos mis sentidos. Aprendo de la gente. No etiqueto sus éxitos ni sus fracasos. No considero a nadie ni superior ni inferior. Al no juzgar, uno de mis fundamentos es la flexibilidad reflexiva o de pensamiento. Me convierto en un sujeto sinérgico, cooperativo en el que las partes se suman en el todo.
           

Al basar mis acciones en principios cooperativos soy un sujeto activo de cambios. De este modo, mejoran las situaciones en las que intervengo; pues me convierto en un ser productivo para mí y los demás; ya que aporto novedad y creatividad, pues al participar en equipos desarrollo fortalezas y energía favorables al creer en mis capacidades y en la de los otros.

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