lunes, 21 de abril de 2014

DE MIS RELACIONES CONFUSAS A MIS RELACIONES CREATIVAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Al establecer mi vida en función de un conjunto de relación abiertas con los otros doy cabida a una comunicación sincera con los demás; comunicación que se da en situaciones que, en muchos casos, parece antagónica.  Al establecer relaciones sinceras es porque, en primera instancia, me reconozco a mí y al otro como persona, entonces aprendo a separar a la gente del problema. Asunto éste que conlleva a muchos equívocos en las relaciones personales, vecinales, organizacionales o empresariales.

En la inseguridad o confusión que tengo de mí mismo planteo de manera confusa mi relación con los otros; de allí que si no tengo una relación franca conmigo mismo ¿cómo puedo tenerla con los otros? Un caso particular de relaciones maltrechas es confundir el problema con la persona. Pues, en muchos casos, al establecer una discusión se termina personalizando la disputa, como si el asunto que se trata es la persona y no el problema. Esto es muy común. Lo cual genera discordias que surgen basadas en la confusión de ambos asuntos. La persona es una cosa, el problema es otro. Eso debe estar claro al momento de discutir una cuestión.    

Este tipo de confusión se concentra en los intereses del otro y en la lucha de las posiciones de cada quien. Pero nunca en el problema, que es el centro de la cuestión. Se confunden aspectos psicológicos con aspectos lingüísticos; aspectos personales con aspectos profesionales. Se da preeminencia a lo personal que a lo temático. Y esto no es gratis que ocurra, se debe a la confusión que tengo de mí persona y de mis relaciones. El asunto de tal desorden no está en el ambiente, está en mí ser como sujeto.

     Individualizo  y personalizo cada asunto. En mí desconcierto no sé distinguir cada elemento y, muchos menos, colocarlo en su lugar correspondiente. Creo que el mundo está contra mí; soy una víctima, pues así me concibo a mí mismo. Por tanto, mis relaciones siempre son victimizadas, en ellas busco un verdugo a quien culpar; convierto a la persona en el problema, y tal persona está contra mí. Busco en el exterior lo que, en cambio, está en mi ser; en lo que soy. Por lo cual, lo que debo cambiar, en primer lugar, es mi ser; la concepción de mi ser. Y a partir de este cambio reflexivo, no operativo, el mundo se me mostrará de otra manera. Tal vez más claro y distinto. Por lo que sabré estar en un lugar, y no en cualquier lugar.          

En este conocerme y reconocerme en mi yo se generan nuevos tipos de relaciones, para conmigo mismo y los otros. Mis relaciones se convierten, entonces, en parte de un proceso creativo. En el cual me sé a mí mismo, sé el lugar que ocupo, mis potencialidades; asimismo mis relaciones con los otros se hacen transparentes y abiertas, ya no soy la víctima. Soy, en este caso, una alternativa a la solución de problemas. Puesto que en mi proceso creativo aprendo a distinguir con claridad el problema de la persona, y esto abre otra dimensión en la discusión y toma de decisiones.  

Al ser parte de un proceso creativo accedo junto con otros a soluciones cooperativas. Soy parte de la solución, no un generador de problemas. No individualizo ni personalizo problemas, ahora estoy abierto a plantear alternativas de solución posibles. El espectro comunicativo se abre igualmente, soy tanto emisor como receptor; y los ruidos en el medio se minimizan o se dejan de lado. Ya que éstos no son parte inmanente del problema que se plantea. El problema se distingue y precisa con claridad. La persona es la persona, y el problema es el problema. Es sencillo decirlo, pero en la práctica diaria la confusión es avasalladora.     
           
Al integrar relaciones creativas me convierto en un sujeto activo, propongo alternativas discutibles a las propuestas originales, sin ánimo de bloquear el proceso de discusión sino como aportes reales a soluciones posibles. Son discutibles porque está abierta la posibilidad de que el otro tenga la razón, como dice Gadamer. Interpreto visualizaciones, hago planteamientos, pongo, como se dice, las cartas sobre la mesa, no me guardo ninguna bajo la manga. Pues, soy parte de la solución, no un problema.      

 En este surgir de relaciones creativas establezco soluciones de compromiso conmigo y con los otros, y no puede ser de otro modo; ya que estoy dado a generar alternativas de cooperativas, en las que cada parte cede reflexivamente un poco y gana mucho. En esto consiste el trabajo en equipo, donde la discusión se centra en el problema; en particular, en la búsqueda de alternativas de solución al problema. No se queda en derredor del problema, pues en este caso no hay búsqueda creativa, sino mera elaboración de argumentos explicativos.   

Al conocerme a mí mismo y el conjunto de mis relaciones ejercito la renovación de mi ser, y con los otros que me constituyen en este mundo. Despliego mi persona a través de mi dimensión física, cognitiva y emocional. Me educo como una totalidad integrada, y me ofrezco a los otros en una relación entre iguales.

En este conocerme y reconocerme doy cabida al conocimiento de mí mismo; desarrollo mi imaginación y mi conciencia; mi fuerza de voluntad se hace parte inmanente de mí ser. Asimismo, al ser sincero conmigo y los otros me abre a una mentalidad de abundancia; de valentía y respeto para conmigo y los otros. 


Me convierto en un ser creativo, mis relaciones dejan de ser confusas para convertirse en relaciones creadoras. Me asumo como la renovación de mí mismo en la mediación con los otros. Soy, entonces, parte en la búsqueda de soluciones posibles, soy ente generador de soluciones cognitivas-afectivas.  

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