Al establecer
mi vida en función de un conjunto de relación abiertas con los otros doy cabida
a una comunicación sincera con los demás; comunicación que se da en situaciones
que, en muchos casos, parece antagónica.
Al establecer relaciones sinceras es porque, en primera instancia, me
reconozco a mí y al otro como persona, entonces aprendo a separar a la gente del problema.
Asunto éste que conlleva a muchos equívocos en las relaciones personales,
vecinales, organizacionales o empresariales.
En la inseguridad o confusión que tengo de
mí mismo planteo de manera confusa mi relación con los otros; de allí que si no
tengo una relación franca conmigo mismo ¿cómo puedo tenerla con los otros? Un
caso particular de relaciones maltrechas es confundir el problema con la
persona. Pues, en muchos casos, al establecer una discusión se termina
personalizando la disputa, como si el asunto que se trata es la persona y no el
problema. Esto es muy común. Lo cual genera discordias que surgen basadas en la
confusión de ambos asuntos. La persona es una cosa, el problema es otro. Eso
debe estar claro al momento de discutir una cuestión.
Este tipo de
confusión se
concentra en los intereses del otro y en la lucha de las posiciones de cada
quien. Pero nunca en el problema, que es el centro de la cuestión. Se confunden
aspectos psicológicos con aspectos lingüísticos; aspectos personales con
aspectos profesionales. Se da preeminencia a lo personal que a lo temático. Y
esto no es gratis que ocurra, se debe a la confusión que tengo de mí persona y
de mis relaciones. El asunto de tal desorden no está en el ambiente, está en mí
ser como sujeto.
Individualizo
y personalizo cada asunto. En mí desconcierto no sé distinguir cada
elemento y, muchos menos, colocarlo en su lugar correspondiente. Creo que el
mundo está contra mí; soy una víctima, pues así me concibo a mí mismo. Por
tanto, mis relaciones siempre son victimizadas, en ellas busco un verdugo a
quien culpar; convierto a la persona en el problema, y tal persona está contra
mí. Busco en el exterior lo que, en cambio, está en mi ser; en lo que soy. Por
lo cual, lo que debo cambiar, en primer lugar, es mi ser; la concepción de mi
ser. Y a partir de este cambio reflexivo, no operativo, el mundo se me mostrará
de otra manera. Tal vez más claro y distinto. Por lo que sabré estar en un
lugar, y no en cualquier lugar.
En este conocerme y reconocerme en mi yo se
generan nuevos tipos de relaciones, para conmigo mismo y los otros. Mis
relaciones se convierten, entonces, en parte de un proceso creativo. En el cual
me sé a mí mismo, sé el lugar que ocupo, mis potencialidades; asimismo mis
relaciones con los otros se hacen transparentes y abiertas, ya no soy la
víctima. Soy, en este caso, una alternativa a la solución de problemas. Puesto
que en mi proceso creativo aprendo a distinguir con claridad el problema de la
persona, y esto abre otra dimensión en la discusión y toma de decisiones.
Al ser parte de un proceso creativo accedo
junto con otros a soluciones cooperativas. Soy parte de la solución, no un
generador de problemas. No individualizo ni personalizo problemas, ahora estoy
abierto a plantear alternativas de solución posibles. El espectro comunicativo
se abre igualmente, soy tanto emisor como receptor; y los ruidos en el medio se
minimizan o se dejan de lado. Ya que éstos no son parte inmanente del problema
que se plantea. El problema se distingue y precisa con claridad. La persona es
la persona, y el problema es el problema. Es sencillo decirlo, pero en la
práctica diaria la confusión es avasalladora.
Al integrar relaciones creativas me
convierto en un sujeto activo, propongo alternativas discutibles a las propuestas originales, sin ánimo de bloquear el proceso de
discusión sino como aportes reales a soluciones posibles. Son discutibles
porque está abierta la posibilidad de que el otro tenga la razón, como dice
Gadamer. Interpreto visualizaciones, hago planteamientos, pongo, como se dice,
las cartas sobre la mesa, no me guardo ninguna bajo la manga. Pues, soy parte
de la solución, no un problema.
En este surgir de relaciones creativas
establezco soluciones
de compromiso conmigo y con los otros, y no puede ser de otro modo; ya que
estoy dado a generar alternativas de cooperativas, en las que cada parte cede reflexivamente
un poco y gana mucho. En esto consiste el trabajo en equipo, donde la discusión
se centra en el problema; en particular, en la búsqueda de alternativas de
solución al problema. No se queda en derredor del problema, pues en este caso
no hay búsqueda creativa, sino mera elaboración de argumentos explicativos.
Al conocerme a
mí mismo y el conjunto de mis relaciones ejercito la renovación de mi ser, y con
los otros que me constituyen en este mundo. Despliego mi persona a través de mi
dimensión física, cognitiva y emocional. Me educo como una totalidad integrada,
y me ofrezco a los otros en una relación entre iguales.
En este
conocerme y reconocerme doy cabida al conocimiento de mí mismo; desarrollo mi
imaginación y mi conciencia; mi fuerza de voluntad se hace
parte inmanente de mí ser. Asimismo, al ser sincero conmigo y los otros me abre
a una mentalidad de abundancia; de valentía y respeto para
conmigo y los otros.
Me convierto en un ser creativo, mis
relaciones dejan de ser confusas para convertirse en relaciones creadoras. Me
asumo como la renovación de mí mismo en la mediación con los otros. Soy,
entonces, parte en la búsqueda de soluciones posibles, soy ente generador de
soluciones cognitivas-afectivas.
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