jueves, 12 de octubre de 2023

LA SERENDIPIA AMERICANA


 Aquel día según el calendario azteca, el maya y no sé cual otro de 1492, aparecieron a lo lejos tres barcos en medio del Atlántico y un coño e madre que estaba moneando en una mata de coco dijo:

—A la verga, allá vienen unos carajos en barco.

—No le pareis bola y bajá esos cocos, pa’ tomarnos una aguita de coco. Esos deben ser unos europeos que andan más perdios que el hijo de Lindbergh.

Porque, la verdad, solamente a los europeos se les podía ocurrir la verga de ponerse a buscar al Indostán por la vía del Atlántico. Si acá hacía rato que ya sabíamos que para ir a Asia, Rusia y la India había que agarrar la buseta en la parada de Alaska.

Si de antes habíamos ido por todos esos lados y luego nos hicimos los guevones y nos devolvimos porque nos habíamos metidos en varios peos. Por ejemplo, habíamos preñao a la abuela de Stalin y a la de Lenin allá por la Rusia, y en la China dejamos empreñá a la abuela de Mao.

Nos vinimos rapidito antes que nos fuesen a joder y tumbamos el puente que habíamos construido en el estrecho de Bering, para que nadie pasara para esta verga. Después inventamos esa verga que de allá habían venido para acá.

Nosotros los americanos hacía rato que sabíamos que de aquel lado había gente que jode, Pero que va, ya nosotros teníamos rato en este berenjenal.

Aquí estábamos en la pura joda, oyendo el reguetón parejo y todos los días en el perreo. Ya habíamos inventado el bolero, las rancheras, el tango hasta a Pilin León. Por  andar todos endrogaos oyendo el reggae nadie le paró bolas a esos mamertos que venían en esos barcos.

Así que cuando el Colón llegó a la playa y preguntó:

—¿Esta verga es la India?

Todo el mundo se cagó de la risa.

—Mirá, vo lo que estáis es perdió chico. Venite pa’cá, pa’ que te comai alguna verguita. Aquí hay unas mandocas, porque tenei cara como de hambre.

—¿Cómo se llaman ustedes?

—Nosotros nos llamamos cómo vos querai llamarnos.

—¿Qué hacen ustedes aquí?

—Hacemos lo que nos sale del forro.

“Si tiramos duro, sufres; y si tiramos suave, lloras”. Se oyó que venía un Taino canturreando.

“Estos payasos de la risa nos están matando”, dijo el coro.

“Lo que traemos es chulería en pote”, repitió el coro.

“Tú eres Colón, tú eres un bandolete, tú eres un cabrón y eres un cadete”, se puso a rapear un indio Caribe.

—Venite Colón, pa’ que te echei una fría, y llamá al Rodrigo de verga de Triana.

“Que si no me matás de bala, matame de risa”, dijo el Tego Calderón.

—“Pero no me hables con la boca llena, que lo que traemos es maicena”

Estos vergajos decían que eran europeos, pero nosotros de una vez los medimos a ojo de buen cubero. Y dijimos entre nosotros:

—Tranquilos panelas, estos vergajos son africanos, árabes, de la india o de Blangadesh y lo que quieren es el bembé. Estos no traen ni el abeyarde, porque ya nosotros lo tenemos.

Algunos, de una vez, empezaron con la verguita de un solo Dios, y le dijimos:

—Mirá, aquí hay dioses que jode, agarren los que quieran, eso es lo que nos sobra por estos lados.

Así fue como comenzó este capítulo de la novela, diferentes actores pero la misma novela. Después han venido que si fue un descubrimiento, que si fue un encuentro.

La verdad es que fue una serendipia.

Porque quién se iba a imaginar que aquel 12 de octubre, aquel coño e madre que estaba encaramao en una mata de coco iba a descubrir a los europeos que venían en tres barcos de mierda en la lejanía de la mar.

Por eso este día celebramos la serendipia en América por haber nosotros descubierto a los europeos mientras buscábamos unos cocos.

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