jueves, 1 de octubre de 2015

EL DIALOGANTE JACK SPARROW O NUESTRA FORMA DE SER PIRATAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

           Entre las actitudes del Capitán Sparrow siempre está su disposición a dialogar, lo que casi nunca o nunca tiene buenos resultados según sus planes. Es Sparrow un dialogante sin resultados favorables, algo se tuerce en el camino; lo que viene a al traste con los fines propuestos por éste. En este sentido, va de fracaso en fracaso, pero no desiste en su empeño. Podemos pensar que el Capitán es un cobarde y por ello recurre a la estrategia del diálogo; sin embargo, nos demuestra lo contrario, como es el caso al enfrentarse al Kraken.

            No le falta valor y coraje, aunque es un poco escurridizo. Esta actitud al diálogo es tan reiterativa como los fracasos que ella entraña. Héctor Barbossa, quien sublevado le ha arrebatado el mando del Perla Negra, se lo recrimina; como algo no propio de un pirata. De nada vale Sparrow sigue en su empeño. Por ello, es un antihéroe. El Capitán del Perla Negra nos recuerda más al Chapulín Colorado que a Sir Walter Raleigh, a quien al final tampoco le fue tan bien.

            Dialoga, acuerda con cualquier bando, en eso no discrimina el Capitán. Es un pirata, y hace honor a su oficio. Todos los diálogos tienen un propósito personal, salir bien librado de la situación en la cual se encuentra metido. Trata de acomodar las circunstancias a sus intereses, ese es el fin de su disposición a dialogar. Trata de traer el agua a su molino. Suma fracasos con Davy Jones con quien tiene una deuda inmensa; por intentar dialogar ha perdido el Perla Negra a manos de Héctor Barbossa; y sus dialogo-trato con Lord Cutler Beckett va por mal camino.

            ¿Por qué todos estos fracasos de Jack Sparrow? Porque el diálogo solo pretende un beneficio particular, el de él. Sparrow quiere el diálogo para su provecho personal; por eso está teñido de manipulación. El diálogo tiene un fin, que según los cálculos del capitán, solo lo debe beneficiar a él. Pero, repito, algo se tuerce en el camino y todo sale mal según sus cálculos. E así inicia una des-ventura para remediar en la situación en que se encuentra.   
  
            Un diálogo es entre iguales, como bien nos lo supo enseñar Hannah Arendt. En el caso del Capitán Sparrow alguien siempre está en desventaja, por lo general él. Esto nos induce a pensar que hay situaciones externas al diálogo, en la que la buena voluntad del Capitán está comprometida a hacer un juego de mano a su favor. Pero, éste es un pirata, y aunque nos caiga bien nos hace dudar de su buena voluntad. Algo tiene Sparrow de tramposo.

            Más allá de la buena voluntad o no de las partes, el diálogo busca un beneficio particular y no común. ¿Cuántas veces no decimos que queremos dialogar, pero tenemos en mente la actitud de Sparrow? Me refiero a la actitud del beneficio particular. Esa actitud la podemos apreciar, por ejemplo, en la gerencia; en los padres; en los matrimonios, noviazgos. Es decir, en las relaciones interpersonales.

            Muchas veces proclamamos nuestra disposición al dialogo. No obstante, buscamos nuestro beneficio personal. Ahora, es una moda dialogar. Por todas partes oímos el pregón del diálogo, la necesidad del mismo. Sin embargo, consideramos, en primera instancia, que no somos iguales; por lo que ya no hay diálogo, habrá otra cosa pero no diálogo. Insisto el diálogo solo es posible entre iguales; lo demás será la posibilidad de hablar.    

            Por otra parte, proponemos el diálogo pero pensamos como sacar el mayor beneficio personal, en desmedro del otro. No hay beneficio mutuo. ¿Cómo puede haber así diálogo posible? Vamos desarrollando esa actitud de piratería consciente o inconscientemente en nuestro pensar-hacer. Porque siempre nos consideramos más habilidosos que el otro para sacar mayor provecho de la conversación y situación; en última instancia, unos raposos. Más que dialogar manipulamos, que no es lo mismo. Después cual inocentes no sabemos de nuestros fracasos.

            La actitud dialogante del Capitán Sparrow es interesante; sin embargo, en ésta se anida la manipulación. Ya que, siempre hay una segunda intención o una intención oculta para sacar provecho del otro. Esto es muy común. Gente que confunde, a propósito o no, dialogar con manipulación. E incluso llega a pensar que es lo mismo. Una está dada para lo otro. De allí el permanente engaño con que tratamos a las personas. Y con que nos tratamos a nosotros mismos.

             Nos movemos en nuestras relaciones interpersonales, e incluso personales, en esta doble actitud. Decimos del dialogar, pero buscamos manipular. Muchas veces oímos, «pero no estamos hablando»; hasta con un tono de entrega desinteresada. Y lo que se mueve por debajo de este hablar es lo favorable que puede ser éste para nosotros. El provecho propio no es la razón del diálogo.   

            Repito, nos declaramos partidarios del diálogo y lo levantamos como emblema de nuestra vida. Sin éste no podemos vivir, dirán los más extremos. No obstante, nuestra actitud pirática, para con los demás, nos acerca al Jack Sparrow manipulador. El dialogo, en este sentido, es solo un falso estandarte bajo el cual escondemos nuestra actitud de bucaneros; saqueadores de las posesiones del otro. Esa es nuestra forma de ser piratas y nada más que piratas.       


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