jueves, 27 de agosto de 2015

NUESTRAS RELACIONES A PARTIR DE LOS OBJETOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

El hecho de acentuar nuestras relaciones a partir de los objetos tiene repercusiones en todos los contextos de nuestra vida. Pues, los objetos no los concebimos por sí mismos, sino que les damos connotaciones que muestran lo que pensamos y somos. Es una vida del mero tener. Tener objetos tiene mucho valor, nos hace la vida práctica más fácil y placentera. Pero, es diferente llevar una vida a partir de los objetos es otra cosa, porque ellos se anteponen a nosotros. Estamos, en este caso, en un segundo o tercer plano. 

Si nos planteamos llevar nuestra desde los objetos, es nuestra decisión. Puede ser objetable o no, pero es la decisión de alguien. Pero, debemos entender que las correlaciones de nuestro pensar-hacer se medirán a partir de los objetos, pero no como objetos. Sino como valores que definen quienes somos. El objeto deja de ser objeto y pasa a ser sujeto de representación; incluso más importante que el sujeto que lo posee.

Desde este punto de vista, el objeto no se puede definir como el objeto que es, sino por la relación que el sujeto guardaba con él. Por ejemplo, el teléfono ya no es un teléfono, es la connotación que le da al sujeto que lo posee; o, tal vez, el objeto que posee al sujeto. ¿Quién es dueño de quién? Esto es lo que se plantea.

No podemos separar al sujeto del objeto. Pues, el primero fallece, depende del segundo. El sujeto se hace indivisible del objeto. Si éste es apartado de aquel su mundo anárquico, pierde todo sentido. Ambos son un fenómeno correlacionado, un proceso de medición del sujeto en su relación con el objeto; al final de esta cadena se halla la conciencia desventurada del sujeto.

El aspecto crucial es que el objeto es fundamentalmente necesario para observar las cualidades del sujeto, y para provocar la aparición de éstas. Por ejemplo, mi afecto consciente sobre la manera de apreciar un objeto determina mis cualidades relacionales con los demás. Si abordo al objeto como un valor supremo éste lo será, y mi relación con él responderá a esa condición mediando, además, mi relación con las personas que tenga un objeto igual o semejante. Soy sujeto de valor mientras poseo el objeto de valor, o mientras éste tiene valor.

En nuestras relaciones humanas, el objeto tiene propiedades subjetivas que dependen de mi interpretación. Mantenemos una relación sujeto-objeto, entre yo avaluador y el objeto apreciado, valorado por mí subjetividad. Por ello, cuando hablamos del objeto hablamos, al mismo tiempo, sobre nosotros mismos. Nuestra relación con el objeto está signada por un conjunto de valores que nosotros le damos.

De este modo, los objetos están íntimamente vinculados a los procesos de nuestra mente, a nuestros conceptos, pensamientos y valores. Estamos condicionados por nuestras disposiciones de ánimo cuando nos paramos delante de los objetos. Los paradigmas dentro de los cuales nos movemos están determinados por nuestros conjunto valores. Por esto, ante nuestras relaciones tenemos responsabilidad intelectual y moral.

Este aspecto es importante en la conformación de nuestro trato con las demás personas, más aún en la constitución del trato con nosotros mismos. Ya que a cada uno de nosotros nos compete decidir los caminos que vamos a tomar. La interacción de los aspectos racionales-emotivos son aspectos esenciales de la naturaleza de nuestras relaciones, tanto con los objetos como con los sujetos.

Para adoptar una interpretación ecológica en nuestras relaciones, tanto en la práctica como en la teoría, es necesario cambiar nuestras interpretaciones actuales con los objetos y reeducar nuestro pensar-hacer con nosotros mismos y las otras personas. Muchas veces, nos aferramos testarudamente a los modelos que hemos heredados y a los cuales nos hemos asimilado, porque tenemos miedo de examinar nuestros modos de vida; miedo a develar pseudo-verdades.

Debemos atender nuestros comportamientos poco sanos. En vez de confrontar una situación que a menudo nos resulta embarazosa y dolorosa, insistimos en delegar la responsabilidad de ésta en, por ejemplos, fármacos, alcohol o buscar excusas. Recordemos el título del libro de Marinoff «Más Platón y menos Prozac», el cual es una invitación a reflexionar sobre nuestra vida.  Por otra parte, tenemos la tendencia a utilizar esos elementos exógenos para encubrir tanto nuestros malestares personales como sociales.

Hablamos de aburrimiento en vez de examinar los fallos en nuestras vidas y en la de aquellos que nos rodean; preferimos que nos digan que somos excluidos a cambiar nuestro perspectiva ante la vida;  mundo de los negocios, tan competitivo; aceptamos las situaciones que nos pasan en vez de indagar por qué se están produciendo de esa manera. E incluso colocamos nuestros asuntos más allá de nuestros intereses. No obstante, éstos apenas son alterados se convierten en el centro de nuestro malestar, debemos superar nuestros modelos ineficientes, para ello debemos estar dispuestos a mejorar nuestras relaciones con el entorno, lo que implica modificar nuestra perspectiva cultural y social.

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Escucha: “PASIÓN Y RAZÓN” por WWW.ARTE958FM.COM y WWW.RADDIOS.COM/2218-ARTE  (todos los martes desde las 2:00 pm, hora de Caracas)

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