Señala Bobbio,
que en el libro Historias (libro III
§§ 80-82) de Heródoto se da una discusión entre tres personajes, a saber,
Otanes, Megabyzo y Darío. Quienes discuten sobre las formas de gobierno, y
señalan que estas formas son tres: el gobierno de muchos, de pocos y de uno, es
decir, democracia, aristocracia y monarquía[1].
Estas son las formas clásicas de gobierno porque permanecen en el tiempo como
formas actuales de gobierno.
Además, éstas
corresponden a las tres formas buenas de gobierno, de ellas se derivaran las
formas malas. Por tanto, como señala Bobbio, tenemos seis formas de gobierno.
Las malas serían la oclocracia, la oligarquía y la tiranía. Que las formas de
gobierno sean buenas o malas reside en el hecho de ¿cómo se gobierna? Es decir,
¿cuáles son las acciones y actitudes del gobernante?
Como vemos, en
esta breve exposición, el comunismo no es una forma de gobierno. En la antigüedad
no se concibe como tal. Y esto es lo que me interesa averiguar ¿Qué es,
entonces, el comunismo platónico? ¿Cuál es su función dentro de la forma de
gobierno que Platón ha elegido para la polis?
En República, Platón plantea la polis ideal
a través de la descripción de la politeia
necesaria a ese fin. La polis platónica “tiene como fin la realización de la
justicia entendida como la atribución a cada cual de la tarea que le compete de
acuerdo con las propias aptitudes. Esta república es una composición armónica y
ordenada de tres clases de hombres: los gobernantes-filósofos, los guerreros y
los que se dedican a los trabajos productivos”[2].
En esto consiste la justicia-matemática del divino Platón.
Al iniciar el
libro VIII, Platón, República 543a[3],
le plantea expresamente a Glaucón lo siguiente:
Bien. Hemos convenido, Glaucón, que
el Estado que haya de alcanzar la más elevada forma de gobierno debe contar con
la comunidad de las mujeres, la comunidad de los hijos, y la educación íntegra
debe ser común, del mismo modo que las ocupaciones en común, tanto en la guerra
como en la paz, y sus reyes han de ser los que se hayan acreditado como los
mejores respecto de la filosofía y respecto de la guerra. (República 543a)
Como
apreciamos, Platón determina a priori
la «comunidad» o comunismo en que deben vivir la clase gobernante. Sabemos, por
otra parte, que la forma de gobierno determinada por Platón para la polis es una aristocracia, en
particular, una aristocracia intelectual representada por los guardianes-filósofos,
sean éstos hombres o mujeres.
Varios
aspectos a considerar. En primer término, lo antes señalado que el comunismo no
es una forma de gobierno lo apreciamos acá; no importa la forma de gobierno, el
comunismo puede ser parte de alguno de estos; bien lo determina el filósofo
ateniense para la polis. En segundo lugar, esta forma de comunismo propuesto
por Platón es algo extraño a los helenos y a las concepciones políticas del
momento, así lo expone Aristóteles en Política[4].
Sobre el tema de la atopia en la
polis de Platón pueden ver el trabajo realizado por el autor de este artículo[5].
Tercer aspecto, este comunismo debe ser mantenido tanto en la guerra como en la
paz, es decir, debe ser aplicado permanentemente. Cuarto, el mismo sólo debe
ser potestad de la clase gobernante, al resto de la población no le es conferido
tal comunismo; es de uso particular no general. Quinto, tal comunismo no tiene
nada que ver con el comunismo moderno y contemporáneo, no hay relación ninguna.
Sexto, por el hecho de que solo esté asignado a la clase gobernante éste debe
tener un fin específico, ¿cuál es el mismo?
Con respecto
al último punto, que es la preocupación de este artículo, Fernández-Galiano
indica que es “para la mayor eficacia de su desempeño, Platón desliga a estos
hombres de las preocupaciones y afanes de la propiedad y de la familia y los
organiza en comunidad”[6].
En términos actuales, podemos considerar que Platón está aplicando un principio
de bio-gerencia para la polis. Pues, el fin de este comunismo está en función
del mejor funcionamiento de la polis.
El
comportamiento y la actitud de los guardianes deben semejarse a la de perros de
rebaño y no a lobos; ya que actuando, según estos últimos, por el desenfreno,
el hambre y malos hábitos atacaran y dañaran a los ciudadanos. Esto sería cosa
vergonzosa. “Pues entonces debemos
vigilar por todos los medios que los guardias no se comporten así frente a los
ciudadanos, y que, por el hecho de ser más fuertes que ellos no vayan a
parecerse a amos salvajes en vez de a asistentes benefactores” (República 416b)
El fin del
comunismo platónico está en el bienestar o el bien de la polis, que se aplica
en la forma de gobierno de la aristocracia intelectual. Tales guardianes tienen
a disposición todos los bienes de la ciudad, los cuales le son otorgados. Nada
debe perturbarlos de su función principal, que es el pensar-hacer de la polis,
es decir, atender al mejor desarrollo de la politeia. Para ello, “es necesario que los guardianes
cuenten con la educación correcta, cualquiera que ésta sea, si han de tener al
máximo lo posible para ser amables entre sí y con aquellos que estén a su
cuidado” (República 416c)
Ahora bien,
una educación correcta no es suficiente. A ésta debe añadirse “que estén
provistos de moradas y de bienes tales que no les impidan ser los mejores guardianes
ni les inciten a causar daños a los demás ciudadanos” (República 416d). Estar
provistos de educación correcta, morada y bienes evitará que puedan causar daño
a los ciudadanos. Los gobernantes son atendidos en el aspecto racional e
irracional, constitutivos éstos de sus almas.
Para que así
sea, no les será forzoso el siguiente modo de vida y su vivienda. En primer
lugar, nadie poseerá bienes en privado, salvo los de primera necesidad. En
segundo lugar nadie tendrá una morada ni un depósito al que no pueda acceder
todo el que quiera. Con respecto a las vituallas, para todas las que necesitan
hombres sobrios y valientes que se entrenan para la guerra, se les asignará un
pago por su vigilancia, que recibirán de los demás ciudadanos, de modo tal que
durante el año tengan como para que no les sobre ni les falte nada. Se sentarán
juntos a la mesa, como soldados en campaña que viven en común. (República 416e)
A nuestro modo
de ver, hay cierto ascetismo pitagórico en la actitud que se pretende de los
guardianes-filósofos. Además, aparentemente es una vida sacrificada. Por ser
excelentes o ser los mejores —almas de oro y plata— tienen el privilegio supremo
de regir la polis. Privilegio que comparten con este comunismo. Porque
“únicamente a ellos no les estará permitido manipular ni tocar oro ni plata, ni
siquiera cobijarse bajo el mismo techo que éstos, ni adornarse con ellos, ni
beber en vasos de oro o plata. Y de ese modo se salvarán ellos y salvarán al
Estado”. (República 417a) La preocupación platónica por la prevalencia del alma
apetitiva y volitiva es grande. Pues considera que por éstas se han dado los
mayores males de la polis. La función del comunismo-aristocrático de Platón es
evitar males a la polis, y aportarle a ésta los mayores bienestares.
Por una parte
se atiende al alma racional; por la otra se atienden a los apetitos materiales,
que parecen no ser muchos; ya que éstos son gobernados por la racionalidad.
Todo en función del bien social de la polis. Cualquier posesión material por
parte de los guardianes-filósofos pondría en riesgo la polis.
Si en cambio
poseyeran tierra propia, casas y dinero, en lugar de guardianes serán
administradores, y labradores, en lugar de asistentes serán déspotas y enemigos
de los demás ciudadanos, odiarán y serán odiados, conspirarán y se conspirará
contra ellos, y así pasarán toda la vida, temiendo más bien y mucho más a los
enemigos de adentro que a los enemigos de afuera, con lo cual se aproximarán
rápidamente a la destrucción de ellos mismos y del Estado. (República 417a-b)
Adimanto
objeta este comunismo expuesto por Sócrates (República 419a). La respuesta de
Platón a tal objeción es que “modelamos el Estado feliz, no estableciendo que
unos pocos, a los cuales segregamos, sean felices, sino que lo sea la totalidad”
(República 420c) Para el filósofo, los gobernantes son feliz con esta vida
comunitaria. Además, esta felicidad se suma a la felicidad de la sociedad toda.
La felicidad de los guardianes-filósofos reside en la razón, no en la posesión
de bienes. De allí que Platón señale: “no me obligues a otorgar a los
guardianes una felicidad de tal índole que haga de ellos cualquier cosa menos
guardianes” (República 420d) La felicidad del alma irracional no es lo que
busca Platón para los filósofos-guardianes. El comunismo, en este caso, es un
medio que facilita alcanzar un mayor grado de razón filosófica. Por tanto, de
felicidad a la aristocracia gobernante.
La
bio-gerencia platónica es extrema en cuanto a los filósofos-guardianes, ya que
éstos son una élite de «alto rendimiento» y de «alto perfil»; podemos decir que
son unos «comandos especiales de gobierno» que no pueden distraer su atención
en asuntos de poca monta, como es el caso de los bienes materiales. Pretende
Platón, que los guardianes-filósofos alcancen la mayor eficacia y eficiencia
posible en sus funciones de gobierno, de allí el régimen comunitario que aspira
para esta élite gobernante.
Al proponer
Platón separar a los gobernantes de las preocupaciones y los afanes de la
propiedad y de la familia está determinando una particular politeia para estos filósofos-guardianes. Ya que solo le
corresponde a éstos vivir o llevar tal modo de vida. Esto en función del bien y
la justicia de la polis, ambos conceptos más ligados al pensamiento matemático que
al moral. El comunismo platónico es una bio-gerencia que trata de salir y
superar la degradación de la polis de su tiempo, producto de los deseos
superfluos e ilícitos[7]
propios de formas de gobiernos degeneradas. Además, de frenar la fuerza que
puedan generar los gobernantes sobre los ciudadanos, es una de las principales
preocupaciones de Platón. “Si los guardianes del Estado y de sus leyes parecen
guardianes sin serlo, ves bien claro que corrompen por completo todo el Estado,
y sólo ellos tienen la oportunidad de organizarlo bien y hacerlo feliz” (Rep.
421a).
Otro aspecto
de la bio-gerencia platónica es la especialización de cada clase social, en
particular de la clase gobernante. Ya que, la polis bien ordenada “requiere que
los gobernantes gobiernen, que los auxiliares cumplan con sus deberes militares
y policiales, y que las clases productivas perseveren en los trabajos que
tienen asignados”[8]. Es un sistema de clases
sociales con sus funciones muy bien definidas. Platón trata de evitar el
desorden, porque éste surge en el polis cuando los individuos no realizan la
función para la que están mejor preparados. De aquí la necesaria
especialización de funciones. Para ello los guardines “deben ser obligados o
persuadidos a hacer lo que los haga ser los mejores artesanos de su propia
función” y de este modo “cada una de las clases podrá participar de la
felicidad que la naturaleza les ha asignado”. (Rep. 421c)
Para alcanzar
tal felicidad de la polis, Platón busca alcanzar un término medio en tanto
proporción matemática. No hay riqueza no hay pobreza en la clase gobernante.
“Pues la riqueza y la pobreza, ya que una produce el libertinaje, la pereza y
el afán de novedades, mientras la otra genera el servilismo y la vileza, además
del afán de cambios” (Rep. 422a) Es necesario determinar ese término medio ente
la riqueza y la pobreza, esta es otra de las funciones del comunismo platónico.
Como apreciamos el comunismo platónico es operativo, es un medio con vista a un
fin. Además, no hay ningún sacrificio en la clase gobernante, éstos son
felices, tal como lo expresa el filósofos en República 466a.
La felicidad
coincide con el gobierno de la virtud, la sabiduría y con el alma bien
ordenada. El desorden, por el contrario, conlleva a la persecución del interés
egoísta, el poder y la licencia, que es el reflejo del desorden interno de los
sujetos.
La
especialización y la separación de los gobernantes de las preocupaciones y los
afanes de la propiedad y de la familia es lo que se hace con los Presidentes de
cualquier país. Al asumir el cargo de Presidente de un país, a persona inmediatamente
se le son otorgadas prebendas y beneficios propios a su cargo; se ponen a su
disposición sirvientes, choferes, casas de residencia y trabajo, guardias de
seguridad… Se le «quitan de encima» las preocupaciones cotidianas de cualquier
ciudadano, por ejemplo, el Presidente no va cobrar su cheque mensual a una
agencia bancaria, ni sale los sábados a hacer mercado. Esto con el fin de que
solo atienda los asuntos del Estado. Esto es lo busca Platón con su concepción
comunista o comunitaria. “De este modo, al ocuparse de lo único que le es
adecuado, cada uno llega a ser uno y no múltiple” (República 423d)
Muchas veces
nosotros aspiramos a que nuestras preocupaciones y afanes materiales puedan ser
solventadas, de manera tal de poder dedicarnos a ciertos asuntos que nos
parecen más importantes. El pintor o escultor poder dedicarse por entero a su
arte, lo mismo el músico; el investigador dedicar la totalidad de su tiempo a
la investigación, el estudioso aspira a lo mismo. Una beca de una gran
institución o corporación tiene este mismo fin, especializarnos en los que
estamos haciendo sin preocupaciones materiales. En una familia, los padres
asumen la responsabilidad del mantenimiento de los hijos para que éstos solo se
dediquen a los estudios, sin tener otras preocupaciones. La biogerencia
platónica, al respecto, no es tan descabellada, aunque los mecanismos sean tan
atópicos.
¿Por qué este
comunismo en la doctrina de la polis? La biogerencia comunitaria o comunista se
justifica o tiene su fundamento en la concepción platónica de la justicia o de
lo que es justo. Ya que para el filósofo, “la justicia ha de consistir en hacer
lo que corresponde a cada uno, del modo adecuado”. (República 433b) Y esto solo
es posible en los gobernantes filósofos por medio del comunismo. “Convengamos
en que la realización de la propia labor por parte de la clase de los
negociantes, de los auxiliares y de los guardianes, de modo tal que cada uno
haga lo suyo en el Estado -al contrario de lo antes descrito-, es la justicia,
que convierte en justo al Estado”. (República 434c) Cada uno cumple su labor. Y
la más importante, por su envergadura, es la de gobernar la polis. Por tanto,
ésta necesita la mayor atención por parte de quien la realiza. Para ello
necesita de este comunismo.
¿Qué lugar
ocupan los deseos? Nos referimos a los deseos pasionales y apetitivos. Los
deseos se definen por sus objetos, y no pueden adoptar en sí mismos diferentes
roles, aunque pueden ser reprimidos y sustituidos por otros deseos. A Platón,
no le preocupa tanto que los deseos cambien de objeto, sino que éstos traten de
arrogarse una autoridad que no les pertenece, como señala en República 442b. El
hacer moral se equipara al autogobierno, un elemento fundamental en el
pensamiento de Platón; quien está a favor de la templanza y en contra de los
caprichos y los excesos. “Platón se mantenía fiel al modelo simple según el
cual los desatinos y los vicios de los estados particulares no solo serían el
resultado, sino también la reproducción a gran escala, por así decirlo, de los
desatinos y los vicios de los individuos que los integran”[9].
Como hemos
podido apreciar el comunismo platónico no es un asunto político, en tanto forma
de gobierno. Éste es más bien una politeia
particular aplicada a la clase gobernante. Lo que hemos llamado una
biogerencia, que está en función del bienestar de la polis, y por ende, del
bienestar de los filósofos-guardianes. Busca esta biogerencia comunitaria hacer
más eficaz y eficiente el hacer de la clase gobernante; liberarlo de las
ataduras de las necesidades y preocupaciones materiales, que son obstáculos
para el logro del buen y justo gobierno. Es una atopia, ya lo señalaba
Aristóteles; y Platón mismo veía en esto ciertas dificultades que perduran
hasta nuestros días.
PD. En
facebook: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA OBED DELFÍN
Escucha:
“PASIÓN Y RAZÓN” por WWW.ARTE958FM.COM y
WWW.RADDIOS.COM/2218-ARTE (todos los martes desde las 2:00 pm, hora de
Caracas)
[1] Norberto Bobbio. La teoría de las formas de gobierno en la
historia del pensamiento político, Fondo de Cultura Económico, México, cuarta
reimpresión, 2006, p. 15.
[2] Norberto Bobbio. La teoría de las formas de gobierno en la
historia del pensamiento político, Fondo de Cultura Económico, México, cuarta
reimpresión, 2006, p. 21.
[3] Platón. República, Diálogos Vol. 4, Editorial Gredos, Madrid,
1986. Esto mismo es determinado en República 424a.
[4] Aristóteles, Política, Libro II, Madrid, Instituto de Estudios
Políticos, 1951.
[5] Obed Delfín. “Atopia de la ciudad”. La polis de Platón
(configuración, representación y significado) Caracas, Editorial el perro y la
rana, 2011, pp. 98-104.
[6] Manuel Fernández-Galiano. “Introducción”. Platón. República,
Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1969, p. 14.
[8] Simon Blackburn. La historia de la República de Platón, Editorial
Debate, 2007, p. 84.
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