jueves, 23 de abril de 2015

NUESTRA EXPERIENCIA CULTURAL NOSOTROS Y LOS OTROS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

La asesoría filosófica centra su interés en la conexión entre lo personal y lo social. Con el objeto lograr una mejora en la calidad de nuestro pensar-hacer. En cuanto éste nos permite conocer las causas y razones por las qué las cosas acontecen en nuestro mundo personal y social. Asimismo, evaluar nuestro grado de satisfacción en ambos ámbitos, para así asumir o no un conjunto de tomas de decisiones en lo personal y social.  

Por otra parte, analizar nuestra participación en actividades que en verdad tienen que ver con nuestros intereses y metas. A partir de éstas conocer nuestras expectativas, para posibilitar el cambio o no de nuestros comportamientos, actitudes y hábitos culturales relacionados con los usos que damos a nuestra vida.

La importancia de nuestro rol social conforma nuestra importancia personal. De allí, la relevancia de establecer posibilidades de un diálogo abierto con lo social, pues por medio de éste damos de modo crítico tratamiento a los objetos culturales que nos determinan, y pasamos de una concepción meramente pasiva y recreativa, de nuestra vida, a un proyecto pedagógico personal.

De este modo, nosotros surgimos como contrapartida a una perspectiva tradicional a interpretación crítica de nuestro hacer en el mundo. Ya que, realizamos una revisión conceptual de nuestra vida y establecemos una nueva propuesta de ésta, que entendemos como una comunidad de interpretaciones-aprendizajes, en medio de los diferentes sujetos implicados en nuestro entorno.

Desde este planteamiento, encontramos nexos de unión entre nuestra acción socioeducativa y el ámbito personal de aprendizaje. Ya que la cultura —entendida como el conjunto de: cierto folklore, cierta gastronomía, el idioma, ciertas normas de conducta… esto es, prácticas y géneros culturales— nos ofrece tanto como individuo o grupo social la posibilidad de tomar conciencia de nuestro contexto socio-histórico.

En este sentido, nos convertimos en sujetos de creación cultural con miras a una proyección social. Que nos permite re-conocer la naturaleza de nuestras instituciones sociales, las cuales influyen en nuestra personalidad. Ahondamos en las temáticas sociales ofertadas por el entorno en que nos desenvolvemos. Podemos elaborar recursos debe formación para establecer diálogos, confrontaciones de opiniones, discusiones sobre lo que aprendemos en la social. Y así logramos una mayor interacción con nuestro entorno y nosotros.

Nuestra experiencia, como instrumento formativo de estimulación y motivación, nos permite ser capaces de iniciar nuestros propios desarrollos socio-culturales. Con esto podemos facilitar nuestro camino de apertura desde nosotros hacia los otros. De aprender a vivir nuestro modo cultural de una manera dinámica, activa, integradora y propia.

Nuestra experiencia cultural se relaciona, de esta manera, en un hacer socio-personal de resistencia y apertura frente a la pasividad y la indiferencia. Contra la segregación de los otros como modo de una subcultura excluyente. De ahí, el carácter de nuestra acción socio-educativa frente a los condicionamientos existentes tanto en lo personal como en lo social.

Nuestra experiencia cultural debe proyectarse como acción contra el carácter anquilosado de determinaciones que nos dominan. Esta experiencia debe ir acompañada de un proyecto que nos permita apropiarnos de nuestro desarrollo personal y social, el cual no nos sea impuestos por determinaciones de un mercado del éxito y la felicidad. Un proyecto que parta de nuestro reconocimiento personal y social.

Este reconocimiento a partir de la elaboración de un proyecto dirigido a abordar nuestro pensar-hacer como un espacio de civilidad, destaca, entre otros elementos, el desarrollo de nuestras relaciones interculturales; nuestra participación social con énfasis en el respeto y la intención de ofrecer aportaciones con significados pertinentes. Desde este punto de vista, nuestra cultura personal y social aparece como un elemento sustancial en la confección de nuestras identidades.

Nosotros somos conocedores de la permanencia y existencia de instrumentos trasformadores y de cambios personales y sociales. Así como también de aquellos instrumentos de normativización social y personal que aparentan lo contrario, de allí su eficacia y éxito de gran consumo. Modelos instrumentados para consumir productos culturales y terapéuticos. En el cual, los destinatarios solo ejercen un rol meramente pasivo, como receptores y multiplicadores de productos con valor de uso, no de reflexión y análisis personal ni social.

Desde esta perspectiva, nuestra experiencia cultural conformadora de nuestra personalidad individual y social se orienta a la actividad pensante, a través de una razón-apasionada o apasionada-razón que nos constituye como agentes de nuestro hacer, que se cuestiona permanentemente. Este aspecto, nosotros somos productores culturales. En este sentido, el énfasis recae en los procesos productivos de nuestro pensar-hacer en cuanto constructores de nuestras relaciones interpersonales.


PD. En facebook: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA OBED DELFÍN

Escucha: “PASIÓN Y RAZÓN” por WWW.ARTE958FM.COM y WWW.RADDIOS.COM/2218-ARTE  (todos los martes desde las 2:00 pm, hora de Caracas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario