La
arquitectura estructura el lugar y le da un significado antropológico, el cual
tiene repercusiones en el uso del espacio urbano; ya que los individuos hacen
uso del espacio urbano de una determinada manera. En este uso, la arquitectura
adquiere un significado que puede ser, por ejemplo, simbólico, ritual puede ser
considerado un contenido.
El
contenido de la arquitectura se puede estructurar a partir del simbolismo del
uso o de la forma, por ejemplo, las iconologías arquitectónicas. La
arquitectura, en este aspecto, es un objeto simbólico, y puede ser analizada en
términos del significado de una forma simbólica. La ciudad como manifestación
arquitectónica, que articula contenido y forma, es una forma simbólica.
Mirar la
ciudad es captar un orden de significaciones, que está modelado por una
estructura esencialmente hecha de logos.
El nivel narrativo permite encontrar los significantes implícitos en la forma
arquitectural o urbana, tal que ésta
narre las cosas de manera explícita. La ciudad es representativa en tanto que
todos los elementos constitutivos de ella son representativos, puesto que
representan las formaciones y contradicciones de la comunidad.
La semiología
urbana descifra los signos, muestra la estructura implícita y describe la forma
la ciudad. El análisis semiológico distingue:
§ En primer término, el nivel de los elementos significantes o semantemas, i. e., líneas, grafismos y
formas elementales.
§ En segundo lugar, el nivel de los objetos significantes o morfemas: inmuebles, calles y el
conjunto de elementos significativo de la ciudad.
La semiología
utiliza tres categorías, estas son:
§ Primer, el signo: Éste tiene sentido en el contexto de la
sociedad, sólo dice algo a los individuos de una comunidad que viven procesos
semejantes, por lo cual éstos connotan y reconocen en él mensajes equivalentes.
Este mensaje expresa la estructura a la cual está vinculado, enuncia una realidad,
un compartir cultural. Sin embargo, la relación entre signo y realidad no tiene
que darse en todas las ocasiones. Por otra parte, el signo fuera de una
comunidad en particular no tiene ningún valor.
§ Segundo, el significante: Es uno de los relata que se presentan en el signo; éste es lo expresivo del signo
y está constituido por la organización de la forma; es un elemento mediador,
usa la materia y no tiene otra representación ajena a ella, dispone imágenes,
objetos, palabras, discursos.
§ Tercero, el significado: Se da sobre una materia. La materia sobre
la cual se aparece el significado está constituida por la materialidad del
significante. El significado es la representación psíquica de la cosa, aquello
que es representado en la mente de los individuos cuando éstos aprehenden una
imagen por medio del lenguaje oral, escrito o icónico[1].
La
distinción entre lengua y discurso indica que:
§ La lengua existe en abstracción con un léxico y unas reglas
gramaticales en cuantos elementos de partida y frases en tanto producto final.
§ El discurso, en cambio, es una manifestación concreta de la
lengua; éste se produce necesariamente en un contexto lingüístico, en
circunstancias de su producción y relaciones entre elementos extralingüísticos,
es decir, de enunciados[2].
La
ciudad, como sistema cultural urbano, tiene una figura compleja semejante a la
lengua. La ciudad se muestra como una expresión autónoma y, al mismo tiempo,
constitutiva y expresiva de todo un sistema. Lo que actúa en la ciudad refleja
los efectos de la cultura y descubre la capacidad para cumplir las tareas
institucionales.
La
relación entre ciudad y cultura está referida a la función y al funcionamiento
de la ciudad en el interior del sistema total. La ciudad, en tanto entidad
social y política, es todo lo que concierne a la institución y organización de
su ser en su devenir. La ciudad le da cuerpo y estructura a la acción del individuo,
y vuelve significante el simbolismo implícito de las formas urbanas.
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