sábado, 13 de julio de 2019

SEAMOS NUESTRO BUEN JEFE: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

“Cuando el gato no está, los ratones bailan”
Refrán

Todos soñamos con tener algún día un buen jefe. En vez de tener ese sueño ¿por qué no realizamos ese sueño y somos nuestro buen jefe para con nosotros mismos? Seamos para nosotros mismos el directivo excelente, el jefe perfecto que hemos soñado, aquel que supervisa de manera reflexiva y productiva nuestro pensar-hacer.

Al ser nuestro jefe debemos darnos ánimos con una simple mirada, sin necesidad de gritarnos para hacernos respetar. Simplemente debemos estar ahí dispuestos para nosotros mismos, para que con nuestra presencia sea suficiente para ocuparnos de lo que nos corresponde hacer.

En muchos textos y manuales hemos leído que para ser un buen jefe es necesario saber delegar[1]. Debemos aprender a delegar en lo referente a la organización del trabajo que tenemos que hacer y de las tareas que nos proponemos realizar. Debemos, así mismo, evaluar la valoración y la autonomía de los que colaboran con nosotros. Un aspecto muy importante es saber elegir nuestros colaboradores, si quieres le podemos dar el nombre correcto: amigos.

Además, de elegir y tener los colaboradores correctos es muy importante el saber estar ahí para con nosotros mismos, esto es, el supervisarnos, el vernos a nosotros en lo pensamos y hacemos. Porque nosotros somos lo más importante en esta empresa que es nuestro vivir.

Si estamos hablando de ser nuestros propios jefes ¿cómo podemos hablar de delegar? ¿Delegar qué? Muchas veces nos tomamos «las cosas a pecho», queremos hacer todo como si nadie más pudiese hacer lo que nosotros hacemos. Entonces, ¿qué tiempo tenemos para ser nuestros jefes? Si estamos intentando resolver el vivir de los demás. Que cada quien resuelva su vivir, que haga lo que le corresponde hacer. Somos colaboradores unos de otros. No podemos vivir por el otro.

Si deseamos ser nuestro propio jefe nuestra actitud se debe adecuar al contexto, esto es, a las circunstancias. Por ejemplo, ya indicamos que debemos aprender a delegar, pues con esto conseguimos fortalecer y conservar de manera productiva nuestro pensar-hacer. Por tanto, debemos calibrar nuestro hacer y el tiempo que dispones para efectuarlo según la importancia de cada tarea.

Cada cosa a su tiempo. No podemos malgastar nuestro tiempo, porque eso quiere decir que malgastamos nuestro pensar-hacer. Muchas veces nos movemos inútilmente de un lado para otro aparentando que estamos saturados de haceres, esto provoca un estrés improductivo en lo personal y en las personas que nos rodean. Si agotamos a los demás éstos dejan de ser nuestros colaboradores. Por tanto, debemos a administrar nuestro pensar-hacer, hacerlo productivo para con nosotros y los demás.

Tenemos que aprender a ser eficaces cuando es necesario y resolver los problemas en su momento. No podemos dejar las cosas al abandono, porque éstas se acumulan y comienzan a ganar intereses. De aquí, lo relevante de aprender a distinguir lo importante de lo urgente. Ser eficaces es saber emplear la justa medida de nuestra energía en resolver algo. Mucha gente emplea más energía de la necesaria, a la larga eso cansa y agota. La justa medida recomendaba Aristóteles.

En esto de ser nuestro propio jefe, debemos ser buenos y eficaces observadores. Debemos ser siempre un buen observador para estar atentos a las novedades que se dan en nuestras circunstancias. Recordemos que la mayoría de éstas están más allá de nuestro alcance. Las situaciones de nuestro entorno varían y, por tanto, nuestro enfoque debe variar. Para atender adecuadamente esas variaciones es necesario ser un observador atento.

Debemos aprender a reaccionar de manera apropiada. Esto quiere decir en el momento oportuno y con la actitud adecuada con vista a resolver la situación que se presenta. Ni muy pronto ni muy tarde. En el momento oportuno. Si llevamos esta justa medida en nuestro pensar-hacer produciremos una cooperación armónica, la cual será muy beneficiosa. Será una inversión provechosa a corto y largo plazo.


Debemos tomarnos uno o varios descansos regularmente para oxigenar nuestro pensar-hacer. De esta manera, nos informamos sobre qué esta pasando a nuestro alrededor y cultivar nuestras relaciones sociales. Los intercambios interpersonales cuando son adecuados son muy productivos. Además, es importante decirle a los demás las cosas que estamos haciendo, es decir, darnos publicidad. Hacer marketing personal.

No hagamos como que trabajamos porque esto siempre se nota. La gente percibe lo falso. Y así nunca podremos ser el jefe de nosotros mismos. Si vamos a ser nuestro propio jefe debemos ser sinceros y auténticos, no falsos. Por ello, no aparentemos que estamos desbordados, eso solo es una muestra de ineficacia. Por el contrario, debemos preservar una actitud firme, benévola y estimulante para mantener presente nuestro pensar-hacer.

De esta manera, llegaremos hacer el jefe que hemos soñado. Pero, entiéndase, nuestro propio jefe; y así ofreceremos lo mejor de nosotros mismos sin fanfarronear.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin




No hay comentarios:

Publicar un comentario