sábado, 27 de julio de 2019

SOMOS SUJETOS DEL AFECTO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


“Todo lo que necesitas es amor
Todo lo que necesitas es amor
Todo lo que necesitas es amor, amor
Amor es todo lo que necesitas”
The Beatles

Los hombres y las mujeres somos seres del afecto. La carencia del mismo es abrumadora o aterradora. De allí que pasemos la vida tras el afecto, la búsqueda o el dar el mismo. En este sentido, somos seres constituidos para almacenar afectos.

Necesariamente los expresamos y los ponemos en otras personas, y también en animales, plantas… Todos estamos necesitados de cariños, gestos de afectos, de ternura y caricias. Morimos, metafóricamente, por ellos. Y, en muchos casos, morimos literalmente por su ausencia. Tal vez por ello los melodramas sean tan triunfantes.

Mientras padecemos la carencia de este estímulo amoroso somos seres menesterosos. Así como aquel relato del amor que expone Platón a través de Sócrates en el diálogo «Banquete», donde la vivencia de amor está entre la abundancia y la carencia.

Ahora bien, debe ser condición de nosotros aprender a pedir el afecto cuando lo necesitamos. Cosa por demás harto difícil para un joven y un adulto, no para el bebe que se abalanza en los brazos de quien quiere. Ambos, jóvenes y adultos, nos enredamos en esta solicitud o confundimos lo que deseamos pedir y dar. Confundimos el afecto con el sexo, en muchos casos.

Nunca debiésemos dudar en pedir afecto cuando lo necesitamos. Pero esto es una ilusión, porque para no tener esa duda necesitamos mucha inteligencia emocional, y allí está el problema. Pues, por lo general, con respecto a nuestras emociones carecemos de esa inteligencia. He ahí la causa de tantas torpezas afectivas.

Muchas veces sentimos la necesidad de fundirnos con la otra persona, necesitamos acurrucarnos junto al cuerpo de nuestra pareja, abrazarla muy fuerte y con ternura. Sin embargo, los espectros que conforman nuestras emociones, de ambos personas, atropellan esta posibilidad.

Esa necesidad de afecto, por lo general, está asociada a una necesidad de amor por nosotros mismos. Si esta última necesidad es conflictiva, asimismo lo será la necesidad con la otra persona.  Tenemos que pensar, reflexionar sobre ese amor por nosotros mismos. Decantarlo, pulirlo y sacar de él lo mejor que hay en él, es decir, sacar lo mejor que hay en nosotros. Para así poder pedir y dar afecto.

Por diferentes vías tratamos de construir un vínculo de afecto con los demás, mediante la amistad, el amor. Cada vínculo que intentamos es la búsqueda de una fuente de afecto, la cual tratamos de establecer en las distintas relaciones interpersonales que mantenemos. La búsqueda del afecto es amplio, no se restringe al amor erótico sino a la filia. 

Cuanto más carecemos de afecto más lo buscamos y en gran cantidad en la otra persona. Y acá se presentan los problemas, me refiero a la administración del afecto que damos y recibimos. Si actuamos como el gato, se nos reprochará el ser oportunistas y desconsiderados y la otra persona tendrá razón en decir eso. Pues, el gato aunque sabe buscar el afecto, cuando ya lo obtiene y está satisfecho se desentiende del asunto y se va.

El humano, por el contrario, es un almacenador de afectos y le gusta en demasía. Además no somos un gato, esto es, no podemos tener esa actitud porque hay un egoísmo en la misma. El afecto debe ser en dos vías, un recibir y un dar. Porque hay comprometida otra persona, que también busca el afecto.

Los afectos los absorbemos hasta llenarnos, hasta rebosarnos de él. La frecuencia de nuestras necesidades afectivas depende del amor que nos tengamos a nosotros mismos. Hay personas muy cariñosas y otras más distantes, todos no necesitamos la misma «dosis» cada día, pero todos necesitamos esos sentimientos, ternura, mimos y cariño. Necesitamos del afecto, tanto para recibirlo como para darlo.

El afecto lo aspiramos de diversas personas y de diferentes maneras. Pues, las expresiones afectivas son diversas. Por eso, siempre estamos buscando nuestro afecto y, a la vez, para dar el nuestro. En esta es una actitud para sentirnos bien, porque lo necesitamos. Nosotros pedimos, esperamos, buscamos ese afecto visual, táctil, psicológico, intelectual… tan necesario porque es vital para todos nosotros.

Sin el afecto nos marchitamos poco a poco cada día. Por este motivo, no podemos funcionar sin ese motor que es el afecto. Todos necesitamos de los afectos, pero hay que saber darlo para recibirlo. Los mismos son una condición indispensable para ser felices.
¿Qué es una vida sin afectos?

Referencias:
Twitter: @obeddelfin


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