sábado, 29 de junio de 2019

MARCAR NUESTRO TERRITORIO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Marcar nuestro territorio es algo importante, sea éste personal o de cualquier otro tipo. Por cuanto, nos definimos en nuestro pensar-hacer. Marcar nuestro territorio es gustar del hogar, no me refiero al hogar en su sentido familiar; sino a aquello que nos define a cada uno, aquello que somos en nuestro hacer. Marcar, en este sentido, es establecer una definición. Por tanto, para hacer tal cosa tenemos que definirnos a nosotros mismos.

Al marcar nuestro territorio determinamos porque nos gusta nuestro hacer, nos hacemos casa  que habitamos; y esto nos convierte en un sujeto visible. Ese territorio, que llamamos casa es nuestro ser, es nuestro dominio con las fortalezas que tengamos, en él somos el único dueño y señor. Es nuestro señorío y en habitamos. Cada uno vive en el suyo. Si esto no es así, entonces vivimos una vida inauténtica.

En este determinar nos convertimos o llegamos a ser el jefe de lo que somos. A servirnos a nosotros mismos, a ser abiertamente obstinados y hacer lo que nos place; provocamos nuestras esperanzas y aspiraciones al ser dueños de ellas. Por amor a nosotros atendemos nuestras propias necesidades y deseos. Por ello, cada cual debe marcar sus límites para vivir en paz.

En este amarnos nos interesa el cuidado y la protección que brindamos a pensar-hacer, que nos brindamos a nosotros, a nuestro territorio. Tenemos que tener en cuenta que nuestro territorio colinda con otros territorios, que compartimos lugares comunes, es decir, que convivimos; por lo cual nuestro territorio se extiende más allá de lo que penamos. Por lo tanto, no debemos sorprendernos de esos largos paseos que intercambiamos con otras personas.

Tanto marcar el territorio como el amarnos nos hace que estemos ligados a nosotros y a los otros, porque esto representa el centro de nuestro universo de confort y el marco de nuestro bienestar. A partir de esto dos elementos se desarrollan el cuidado y el conocernos a nosotros mismos.

Hay una relación directa entre la felicidad anímica, el cuidado y el conocernos que se da a partir del marcar nuestro territorio. Pues, ese territorio lo decoramos, lo embellecemos, mantenemos su limpieza, su orden. Por eso deseamos pasar en nuestro estar e invitamos a otros a él, porque percibimos un vínculo entre nuestro territorio y nuestro estado emocional. Hay coherencia.

Esta coherencia es una acción refleja, una visualización de nuestro bienestar y de la imagen que uno tiene de sí mismo. Entonces debemos preguntarnos: ¿cómo nos sentimos en nuestro territorio? ¿Nos encontramos a gusto y estamos cómodamente instalados en él? ¿Nos gusta compartir el mismo con nuestros amigos? ¿Estamos orgullosos de él? ¿Hemos creado las condiciones para nuestro placer?

Nuestro territorio refleja nuestro bienestar. Es nuestro refugio, el lugar donde podemos descansar, tomar fuerzas y aislarnos del ajetreo exterior. Por eso es nuestra casa, nuestro habitar. Ese territorio es el centro de nuestra felicidad, por lo cual podemos extender nuestras fronteras para ese territorio, nuestra zona de confort y de seguridad, al intercambiar con otras personas.

Nuestro territorio tiene que ser confortable; tiene que ser un lugar en el que podamos descansar, cuidarnos, centrarnos y recibir a las personas que queramos. Por ello en él debemos cultivar la comodidad y la belleza del mismo para sentirnos bien con nosotros y con los demás.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin




No hay comentarios:

Publicar un comentario