martes, 4 de junio de 2019

SABER DESCANSAR, GUSTAR DEL DORMIR: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Muchas veces despertamos sin tener el aspecto agradecido de quien sabe que puede volverse a dormir. O peor aún, sin tener el aspecto de haber descansado. No me voy a referir a las personas que sufren de insomnio o aquellas que por algún otro motivo tienen dificultad para dormir. Me refiero a las personas que no saben descansar, porque por algún motivo no lo saben hacer.

Hay gente que vive ajetreada, o tal vez quieren vivir atareadas porque decir que andan estresadas pareciese que da estatus social, sea en el trabajo y hasta en los estudios. Andar afanado parece un modo de vida, o que se han impuesto o anda asumido sin caer en cuenta de ello. Estas son dos formas de necesidades in-auténticas, porque no la hemos decido nosotros.

Había gente, no sé si todavía existen, que alardeaban de levantarse antes del amanecer. Uno se preguntaba ¿para qué se levantan tan temprano? O aquellos otros que andan afanados todo el día, ¿qué tan importantes son? O ¿qué cosas tan importantes hacen que no pueden vivir de manera reposada? En última instancia ¿para qué tanto apuro? «Del apuro solo queda el cansancio» reza una dicho popular.

¿Por qué despojarnos del placer de descansar, de dormir? O ¿Por qué despojarnos de ese placer cuando se presenta la ocasión? El descanso es algo fundamental. Incluso haciendo cosas podemos tener una actitud reposada. Pues hay personas que uno las ve que cuando hacen algo aplican más energía de la que en verdad hace falta emplear; sobredimensionan el esfuerzo, de allí que muchas veces hablan de «sacrificio» para lo que en verdad son nimiedades y cotidianidades.

Lo expresado antes, es muy común verlo. Gente afanada para nada; gente que se ve que no disfrutan nada de lo que hacen. Viven en un permanente sacrificio, en una permanente angustia. Esto debe producirle un desgaste físico y mental mayor. Tienen y llevan una vida sacrificada, lo reflejan en sus caras. O muchas veces dormimos a sobresaltos, dormimos en la angustia pensando en lo que tenemos que hacer mañana o más tarde. Ni siquiera el dormir nos pertenece. 

¿Por qué no preferir una siesta reparadora a la urgencia por fregar platos? ¿Qué tan imperativo es lavar y secar platos? Por ejemplo. O por qué no disfrutar de esa puesta de sol que solo dura unos minutos o segundos. Es necesario aprender a descansar, a llevar una vida reposada. Esto no quiere decir una vida dejada, ni de pereza. Lo que quiere decir es llevar una vida de disfrute de las cosas que a diario hacemos.

No hablo de un hedonismo sibarita, no es eso. Me refiero a tomarnos los momentos necesarios para ese ocio que engrandece al alma. Que nos hace sujetos vivos, y no esclavo. Debemos dejarnos caer en los brazos de lo placentero apenas tengamos la oportunidad, esto si es un hedonismo. Tenemos que aprender a saber sentirnos bien, tanto mental como corporalmente.

Las urgencias existen, pero el placer también. Tal vez debemos atender aquello que señalaba Covey distinguir entre lo importante y lo urgente. Algo de eso he escrito en otro artículo, sino para eso está el libro de Covey.  No sabemos distinguir entre uno y otro, y tal vez por eso nos afanamos indistintamente por todo. Incluso por eso mismo, tal vez, no sabemos disfrutar del placer de descansar.

Tenemos que inventarnos nuestra ociosidad, que es un hacer placentero. Que son esas cosas que no tienen utilidad para otros, pero que para nosotros son muy satisfactorias y nos llena de agrado y placer. Esa ociosidad es muy productiva porque nos hace pletóricos de satisfacciones. Nos permite cultivar los sueños por la vida y el placer del letargo contemplativo. Por eso existe lo que llamamos «hobby», que se define como «pasatiempos o actividades que practicamos por gusto y de forma recreativa en el tiempo libre».

Como podemos apreciar es algo que hacemos en nuestro «tiempo libre», donde parece ser que tenemos un «tiempo esclavo»; un tiempo que no dedicamos a nosotros sino que es de otros o se lo dedicamos otros diferentes de nosotros. Un tiempo ocupado y otro desocupado. Esta dualidad debe ser disminuida, para que nuestro tiempo en su mayor parte sea nuestro y al ser nuestro podamos disfrutarlo.

Descansar y dormir son placeres que nos ganamos, son el interés que percibimos cuando invertimos en nuestro hacer, a la vida en que nos entregamos. El sueño de dormir y el sueño que anida en la esperanza, ligeros o profundos deben ser nuestros.

Aprender a descansar, a adormecernos, estar a gusto con nosotros y soñar debe ser fundamental para llevar una vida agraciada. Aprender a descansar y dormir nos permitirá a aprovechar nuestro tiempo, ese que nos pertenece porque nos lo hemos ganado.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin



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