sábado, 25 de mayo de 2019

SABER ADAPTARNOS A LAS CIRCUNSTANCIAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Ante una nueva situación o circunstancia todos oponemos resistencia a la misma. Es un mecanismo básico de sobrevivencia. Si estamos acostumbrados hay ir a un lugar  por una calle determinada oponemos resistencia si alguien nos propone ir por otra calle; o si estamos acostumbrados a comprar un producto determinado cambiar de marca nos resulta un tanto molesto.

Esto es lo que muchos «gurús» insisten acerca del miedo al cambio empeñados, ciegamente, en predicar el cambio teniendo la desfachatez de invocar al viejo Heráclito para fundamentar su discurso. El cambio, en primer lugar, debe ser analizado para saber si es adecuado o no en función de unas metas o de un proyecto de vida. Si nos gusta caminar por tal calle —camino más largo— porque allí existen unos bellos arboles y disfrutamos de ellos ¿por qué voy a cambiar tal calle por un camino más corto y sin arboles que contemplar? Si en ese paseo lo que predomina es el placer de la contemplación.

Aunque nos resistimos a una situación nueva si la misma se impone terminamos adaptándonos a ella. Creo que esta es la única forma de entender que ante las desgracias que se suceden en el mundo, pueblos e individuos pueden sobrevivir. Hay un dicho que señala que «el gato siempre cae de píe», se refiere el mismo a que éste sabe adaptarse a la situación.

Lo mismo, para bien o para mal, hacemos los individuos. En muchos casos nos adaptamos rápidamente; lo podemos hacer reflexivamente o llevados por la realidad. De manera reflexiva, evaluamos la situación, los pros y contras, si hay más beneficios o no. O sencillamente nos damos cuenta que la realidad es superior a nosotros. Esto no es un abdicar de lo que pensamos, sino es un reconocer que lo externo es mayor que nosotros.

Cuando nos damos cuenta que lo externo nos supera tenemos que generar opciones para nosotros. Ver los entresijos en que podemos desplegar nuestra personalidad, nuestro pensar-hacer. No nos entregamos, nos adaptamos. Esto son dos cosas diferentes. No hay resignación ante una situación adversa, sino la búsqueda de poder salir de ella lo más indemne posible. Nuestro hacer busca la mejor manera de realizarse.

Esta capacidad de adaptarnos nos impide quedar bloqueados, desarrollamos el poder saltar los obstáculos  que nos impiden alcanzar las metas propuestas. Lo más probables es que tengamos que modificar nuestras metas, los plazos trazados, las vías por donde queríamos alcanzarlas. En este sentido, nada cambia cuando, en realidad, todo ha cambiado. Y nosotros no tenemos la potestad de esos cambios que se nos vienen encima.

Debemos estar atentos y observar nuestra capacidad de adaptación; debemos dedicar tiempo a ver cómo nos las apañamos, efectivamente, ante las diversas circunstancias. Incluso podríamos hacer ejercicios para aprender a ver nuestro comportamiento ante diversas situaciones (simulacros). Así podemos aprender a implementar las tácticas de la adaptación.

Podemos incluso, en algún momento, dejar de pasear por nuestra calle preferido e ir por otra sola para explorar y ver que cosas diferentes presentan estas otras calles. Lo que hacemos es adaptar nuevas técnicas, nuevas formas de observar. Actuamos de otra manera para ver si lo podemos hacer.

Lo que no podemos hacer es asumir esa actitud inflexible, una actitud terca porque sí. Por ejemplo decirnos: «Así lo he hecho siempre y así lo seguiré haciendo», esto en verdad es una tontería. Negamos la experimentación, negamos la posibilidad de ver si lo podemos hacer de otra manera. Y no estoy pensando en hacer grandes cosas, sino cosas muy sencillas. Por ejemplo, si somos derechos intentar cepillar los dientes con nuestra mano izquierda, seria un juego. Pero como todo juego nos permitirá ver que podemos hacer y estar en riesgo ninguno.

Desarrollar nuestra capacidad de adaptación y la comprensión de la misma, nos facilitará vivir como deseamos o, por lo menos, cuando los avatares nos superen vivir con dignidad. Tenemos que ser capaces de atender a la vida de esta manera adaptativa; no hablo una adaptación fútil e innecesaria sino con un fin bien determinado. Que nos permita plantearnos metas o conseguir las metas propuestas cuando las condiciones externas nos sean contrarias.

Es desplegar nuestra capacidad de adaptación física y mental ante un nuevo hábitat y nuevas condiciones de vida. Los migrantes, por ejemplo, se ven forzados a asumir un proceso de adaptación; en algunos casos son muy violentos cuando la migración es forzada repentinamente. Sin embargo, toda migración conlleva en sí misma la adaptación.

Toda adaptación es la exploración de un entorno nuevo, personal o físico. Debemos desarrollar esa capacidad para interactuar en nuevas situaciones, para algunos es más fácil. Aunque no nos guste cambiar nuestras costumbres y estilo de vida, debemos ser capaces de hacer todo lo posible para reconstruir nuestra burbuja de bienestar llena de placenteras costumbres y esto es posible con el aprendizaje de la adaptación.

Nuestra capacidad de adaptación refleja el desarrollo de nuestra inteligencia racional y emocional de nuestro pensar-hacer. Nuestra capacidad de adaptación refleja nuestro amor por la vida, de nuestro amor por nosotros mismo. De allí su importancia.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin





No hay comentarios:

Publicar un comentario