sábado, 12 de enero de 2019

LA TOTALIDAD DE LA VIDA: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Cada uno de nosotros en nuestro vivir somos la totalidad de la vida. Con esto no expreso ninguna concepción filosófica, sino la simple forma en que llevamos nuestro vivir; esa forma de expresar universal y absoluta de manifestar ese «elan» vital que nos conforma.

Cada uno de nosotros vive toda la vida. Esto lo hacemos independientemente de cualquier otro ser que existe. No importa si uno vive en New York o en el caserío más pequeño del planeta; si es el presidente de la nación más poderosa o uno más del vecindario que unos pocos conocen. Siempre vive esa totalidad como si fuésemos toda la vida.

El más famoso o el más desconocido hacen lo que hacen, sienten lo que sienten, piensan lo que piensan… como si fuesen el centro de la vida misma. Hablamos de política, de arte, de medicina… como si estuviésemos el escenario de la vida solo estuviese para cada uno de nosotros.

Cada uno somos el actor principal de la representación universal del existir. No importa que los científicos nos digan y os muestren el tamaño infinito del universo, nosotros seguimos viviendo como lo que somos la totalidad de la vida. Eso debe pasarle a todos los vivientes, supongo.

Sin embargo, no somos conscientes de esa extraña particularidad. Ni siquiera el gato, que es tan individual, sabe que el vive la vida total de todos seres vivos. Atendamos a las cosas que hacemos y nos daremos cuenta que así vivimos.  Si nos ocurre una decepción amorosa, nuestra pena y desgarramiento es todo el desgarramiento del mundo, no una parte individual. 

Si me baño en la playa, todo este bañarse y disfrutar del mar es la totalidad de los vivientes. Así es con la alegría, la tristeza. Si nos graduamos de algo, toda la alegría nuestra es la alegría del mundo. No importa si hay otros cuatrocientos graduando, cada alegría individual se vive como la alegría absoluta. Sí vivimos.

Por eso, hablamos como si fuésemos lo único que habla, o lo único que siente. Es extraño, pero muy interesante esta forma de ser. Si un familiar muy cercano se nos muere, ese dolor que sentimos es todo el dolor de la vida. Nuestro desamparo es todo el desamparo del existir. Vivimos la universalidad de la vida.

O la soledad, es toda la soledad. Y para este vivir no construimos ninguna teoría filosófica, solo vivimos esa totalidad. Que no es individualismo malo, pues intercambiamos desinteresadamente con muchos otros; pero esos otros también tienen y poseen ese vivir absoluto. Lo sienten de esa manera.

Solo hablo de vivir, simple y llanamente de eso que es vivir. Acá no hay ningún constructo intelectual. Cuando uno de nosotros sufre, sufre todo el sufrimiento de la vida. Así mismo es con la alegría, disfruta toda la alegría de la vida. No hay padecemos la mitad de la alegría y reservamos la mitad para el resto de lo que viven, no. Toda esa alegría es nuestra, nos reímos hasta que se nos salen las lágrimas, sin imaginar que hay otro que está alegre o que está triste. Ni siquiera nos importa, esto no es egoísmo malsano. Sencillamente así vivimos.

Es interesante atender a esta característica de nuestro vivir, porque nos permite ver el mundo de otra manera. No vernos como egoístas malos, sino como totalidades que interactúan, que interactuamos. Que compartimos con otros. No obstante, actuamos, pensamos y sentimos como seres absolutos en nuestro vivir.

Este vivir como una totalidad es la característica primordial y más básica de nuestra vida. Por eso no necesita de ninguna teoría. La vida es solo vivir. Y cada uno la vive de esa manera total. No hay medias vidas, ni se vive ha medias. Vivimos una totalidad.

No importa lo que cada uno de nosotros hagamos. Si somos el artista más famoso o un obrero más; si somos importantes en algún ámbito o meros desconocidos. Todos por igual, sin tener en cuenta el entorno, vivimos como vivientes absolutos. Por eso cada uno de nosotros somos la totalidad de la vida.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

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