sábado, 3 de marzo de 2018

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE PROSPERIDAD?: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Cuando hablamos de prosperidad ¿a qué nos estamos refiriendo? Por lo general, asociamos la prosperidad exclusivamente, excluimos con esto otras cosas, al dinero. Esta es una asociación automática que hacemos todos, mucho más si estamos escasos del mismo. Prosperidad → dinero.

Esa relación nos hace pensar millones de dinero, lo que nos conduce a imaginar yates, cruceros exclusivos, aviones privados… Pero ¿es esta la única prosperidad posible? Incluso hay gente que ve esta prosperidad como algo pernicioso.

En Consultoría Filosófica nos adherimos a la idea de que son posibles por lo menos cuatro tipos de prosperidad, a saber: Conocimiento, Financiera, Corporal y Valores. La idea además es buscar cierto equilibrio entre estas cuatro formas de prosperidad, para tener una vida exitosa.

La prosperidad de conocimiento está referida a: aprender, investigar, conocer, preguntar, capacitarnos para llegar a ser poseedores de cierta prudencia o sabiduría, en relación con nuestras acciones prácticas en el mundo.

La prosperidad financiera consiste en: ahorrar, invertir, ser trabajadores, creativos, ser buenos administradores de los bienes; saber hacer dinero con nuestras fortalezas y habilidades. Está asociado al dinero, pero también a la buena administración de éste y de nuestras fortalezas.

La prosperidad corporal se refiere a: salud física, el cuidado del cuerpo, comer adecuadamente, hacer ejercicio, dormir bien, chequeos médicos preventivos… El cuidado de nuestro bienestar corporal.

La prosperidad de valores, es decir: ser justos, la generosidad, magnanimidad, respeto, deferencia a lo demás, ser comprensivos… Tiene que con nuestras relaciones con los demás, en el trabajo, en lo social…

Si no tenemos prosperidad de conocimiento somos, entonces, unos indigentes intelectuales. Unas veletas arrastradas por ficciones, miedos, prejuicios, envidias mal sanas… Somos pobres intelectualmente ¿Cómo podremos solucionar los asuntos de nuestra vida? ¿Tendremos la capacidad intelectual para abordar una situación difícil? O ¿actuaremos a los golpes y porrazos?

Si no tenemos prosperidad financiera somos pobres en dinero. ¿Cómo podremos cuidar de nuestra salud corporal? ¿De nuestra capacidad intelectual? O ¿de nuestros valores? Si no tenemos prosperidad financiera estamos en el borde del estado de naturaleza; el de estar viviendo por vivir. En donde no podemos comprar un medicamento o algo que en verdad necesitamos.

Si no tenemos prosperidad corporal somos unos enfermos, esto no quiere decir que estemos postrados en una cama. Sino que no atendemos a nuestra salud: descuidamos nuestra higiene dental, fumamos, hacemos uso del alcohol o de las drogas con intención suicida. Buscamos más la muerte que la vida. En este caso, me refiero a cuando no atendemos nuestra salud, cuando la descuidamos por incapaces e irresponsables. Cuando somos nuestro agente destructor.

Si no tenemos prosperidad de valores somos inescrupulosos, buscamos hacer todo con un interés malsano. Si llegamos a tener prosperidad financiera posiblemente la misma esté fundada en el fraude, en la avaricia, en el robo. Todos nuestros actos son inmorales. Pretendemos utilizar a las personas para nuestro beneficio, somos rastreros.

La carencia de algún tipo de prosperidad nos hace renquear, porque afecta a las otras. No podemos expandirnos plenamente. Si nos falta alguna las otras sufren tal carencia. De allí la necesidad de buscar el mayor equilibrio posible. No temerle a la prosperidad financiera ni hacer más relevante la prosperidad de valores o pensar que el único tipo de prosperidad.

Pensar en la prosperidad con un criterio más amplio nos ayuda a ser más prósperos. A entender que ésta no pertenece a una sola área de acción, sino a un conjunto de acciones a través de las cuales podemos conducir nuestro pensar-hacer.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

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