sábado, 24 de marzo de 2018

DE LA ANGUSTIA Y EL SOSIEGO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


A pesar de la fortuna que tengamos, la sociedad subraya casi siempre el lado negativo de la vida. La forma afirmativa de la fortuna aparece, más bien, en eso que llamamos el sosiego o simplemente sosiego. De resto vivimos abrumados en un estado de angustia.

La angustia la vivimos, la entendemos y la interpretamos como congoja, tribulación, ansiedad, zozobra, desazón, desasosiego, y en los últimos decenios como estrés. Tal estado, Julian Marias[1], lo agrupa en tres núcleos de significados.

En el primer núcleo domina la vivencia de estrechez. Es la angustia como lo que nos reduce la vida a una condición elemental de existencia; ahí se produce en nosotros una opresión, un ahogo. Una congoja como compresión y tribulación de la opresión ejercida activamente por algo o alguien contra nosotros. La cual padecemos en una condición de tribulación, es una ansiedad permanente o duradera.

En el segundo núcleo está la zozobra que no es estrechez, sino inestabilidad, fluctuación, oscilación, inseguridad, incertidumbre, discordia; es decir, nos sentimos en peligro de naufragio. Por lo que al referirnos a este estado hablamos des-sazón, des-asosiego.

El tercer núcleo es la condición del desasosiego, nos dice Marias, que es la privación o la falta de sosiego. Para tener sosiego hay que sosegarse; en este sentido, en el sosiego no se está, hay que construirlo es una acción que debemos realizar nosotros. Debemos calmarnos, darnos firmeza, seguridad y serenidad. El desasosiego es la pérdida de la calma que hemos conseguido, clama que nos habíamos procurado al sosegarnos. La angustia es privación. El sosiego, por el contrario, es la conquista de un estado de serenidad, porque hay que ganarse este estar sosegado. 

Somos en las situaciones más difíciles capaces de retrotraernos en nosotros mismos y sosegarnos, mediante un enérgico esfuerzo. Es algo que está en nuestra posibilidad, que podemos lograr. De este modo, llegamos a nosotros mismos. Por tanto, el sosiego es la autenticidad de conquistarnos desde la alteración que nos saca de nosotros mismos.

El sosegarse es un llegar a, una acción que llega al estado de ánimo de la tranquilidad. La casa pérdida está ya sosegada. Sosegados por el vencimiento y adormecimiento de todas las alteraciones que nos han perturbado. La dificultad está en poder entrar en la pasibilidad interior de nuestro entendimiento.

Un examinarnos con serenidad, para llegar al alejamiento de la tempestad, de la borrasca, y entrar la seguridad del buen puerto que somos nosotros en el cuidado de nosotros mismos.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin


[1] Julian Marias. El oficio del pensamiento.

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