martes, 16 de mayo de 2017

NUESTRA PERICIA PERSONAL Y SUS DEFICIENCIAS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Al ir desarrollando nuestras pericias personales vamos, a la vez, construyendo sus deficiencias. Aunque no vamos a escapar de estas últimas, debemos estar atentos a ellas para equilibrarlas y no dejar que terminen por predominar en nuestro hacer. ¿Cuáles son tales deficiencias? De eso vamos a tratar en este artículo sin pretender que las abarcamos todas.

El EGOCENTRISMO OBJETIVISTA. Con ésta ignoramos el análisis situacional y acentuamos el mal uso del concepto de diagnóstico, con el cual pretendemos explicar la realidad en que nos encontramos inmersos. Esta deficiencia acarrea dos elementos relevantes. Primero, crea la incapacidad de poder ver la realidad que generan los otros participantes del hecho social; segundo, es propensa a estimular el dogmatismo.

Por otra parte, nos incapacita para llevar a cabo el análisis estratégico necesario, pues nuestra formación nos impide identificar y comprender las diversas lecturas que los otros actores sociales hacen sobre la realidad. Sin fallamos en realizar el análisis situacional no tenemos fundamentos, para realizar el cálculo interactivo que se efectúa en el ámbito social.

De este modo, permanecemos con una visión única del diagnóstico. Por lo cual, terminamos calificando a quienes discrepan de nuestro punto de vista como enemigos. Ya que estamos incapacitados para discrepar con tolerancia y para tener comprensión de la posición de los demás.

El DETERMINISMO. Esta deficiencia limita nuestras posibilidades de lidiar con problemas cuasiestructurados, con la incertidumbre y con las sorpresas que depara el cálculo sobre el futuro. A partir del determinismo exploramos el porvenir con proyecciones basadas en predicciones, en lo que algunos llaman profecías auto-cumplidas.

Desde esta perspectiva, todo cálculo posible es cierto, preciso y cuantitativo, pues ya está determinado. Además, ignoramos el cálculo de previsión de posibilidades. Porque operamos como si el futuro fuera ya algo conocido, por lo que menospreciamos la dimensión cualitativa de las variables en nuestra vida. Es un vicio muy común, pues sin darnos cuanta atribuimos el hacer humano a fuerzas externas o a condiciones que rigen nuestras vidas.

El DEPARTAMENTALISMO. Esto es algo propio cuando nuestro no reconocemos las interrelaciones de nuestro pensar-hacer. Nos sucede algo como a Funes El Memorioso,  narración de Jorge Luis Borges, hombre con gran capacidad de recordar sucesos pero incapaz de relacionar uno con otro. En este sentido, nuestra vida, nuestro pensar, nuestro hacer está departamentalizado. Somos un conjunto de departamentos sin conexión alguna. 

A partir de esto, adoptamos una visión distante y externa de los sucesos que nos ocurren. Ignoramos la teoría del actor y de la acción en el rol vivencial. Asumimos una visión unidimesional de nuestra realidad, al reducir nuestras decisiones a un sólo criterio de eficacia; sin llegar a comprender la variedad opciones posibles a analizar y evaluar. Encerramos el análisis de cualquier problema en un cálculo compartimentado y estrecho; aislamos y cercamos toda decisión a un único criterio.

Además, nos negamos a explorar el intercambio de problemas con los demás, e incluso con nosotros mismos en un diálogo interior. El extremo de esta actitud es el barbarismo personal y social, que está basado en juicios, o prejuicios, unilaterales de eficiencia y eficacia. El departamentalismo es una limitación que nos impide comprender la realidad, la necesidad y el alcance de las situaciones variables de la vida.

El ACCIONISMO. Es algo muy propio de nuestro hacer en la actualidad. Pues concentramos nuestra atención solo en la búsqueda de soluciones, sin valorar el paso previo del procesamiento sistemático de los problemas, esto es, de la reflexión analítica. Solo queremos saber cómo puede solucionar tal problema, es solo el hacer instrumental que excluye la reflexión de saber sustancia, causas y relaciones. Estamos ante un hacer unidimensional, pragmatismo malo.

En el accionismo siempre tenemos una solución preferida de antemano. Ya que asumimos que el mundo está sobre-diagnosticado, todo es pura «paja». Lo que necesitamos es actuar, decimos. Esto es algo muy propio de las terapéuticas actuales, donde todo se define por el cómo, no por la reflexión abarcadora.  

Desde esta perspectiva, encajonamos nuestro actuar en decisiones de soluciones parciales y de baja efectividad. Por una parte, perdemos la visión del sistema al cual pertenece el problema; por otra, asumimos el preconcepto de solución preferida para enfrentar el problema. Es una limitación muy dominante en nuestra vida, dada por la inmediatez y una practicidad mal entendida. Creemos que los problemas de la vida lo podemos resolver de la misma manera como se prepara un café instantáneo. No queremos invertir nuestra energía en la reflexión.

El NORMATIVISMO. Éste deficiencia se manifiesta en dos vicios. Primero, el voluntarismo personal. Segundo, el voluntarismo social. El primero reduce el problema de la inviabilidad personal a una cuestión de voluntad personal. El segundo ignora el problema de la viabilidad social. Como apreciamos están en juego la inteligencia intrapersonal y la interpersonal.

Por medio del normativismo destacamos de modo excluyente nuestro raciocinio en el plano del debe ser, sin que tengamos conciencia del análisis estratégico de las circunstancias en que nos encontramos. Acentuamos el barbarismo personal, por el exceso de confianza en el argumento del determinismo. Extremamos el barbarismo social por la excesiva valoración que atribuimos a la propuesta departamentalista, para resolver los obstáculos que se nos ponen al frente de nuestra vida.

El INMEDIATISMO. Esta se refiere al corto plazo, al aquí y ahora. Al sujeto con la vista baja que está de espaldas al horizonte. En este sentido, valoramos excesivamente el presente sin proyección en el tiempo; podemos señalar que de acuerdo a los metaprogramas del PNL el enfoque y la experimentación en el tiempo es el presente. Por otra parte, en el inmediatismo estimulamos, muchas veces, el vicio de andar sin brújula.

Es, por lo general, la táctica sin estrategia. El caminar sin explorar nuevos caminos. La imitación de los caminos ya transitados, la copia sin creación, el utilitarismo del ahora sin futuro y sin metas, es parte del hacer del accionismo que ya vimos antes. Es el dominio de los medios, pero sin fines. No hay metas. Es como un pedalear en una bicicleta fija, por mucho que uno pedalee nunca va a ningún lado.

Lo que cuenta es el poder del aquí y ahora, pues no hay proyecto de vida. El inmediatismo es un tipo de ceguera situacional, donde establecemos el dominio absoluto del presente. En este presente se dan la faceta temporal y la faceta sustancial.

En la primera faceta predomina la incapacidad de razonar más allá del corto plazo. En la segunda, el inmediatismo se convierte en facilismo, en adaptación a los deseos inmediatos. No nos interesan los desafíos, ni los grandes problemas de nuestra vida. Es un absurdo contrariar nuestros deseos, nuestras emociones inmediatas. La actitud consiste en interpretar nuestros deseos. Orientar y conducir nuestra vida sobre objetivos y metas quedan excluidos.

El VOLUNTARISMO PERSONAL. Es un vicio fuertemente arraigado, cuando hemos asumido una concepción de vida, que supuestamente sirve para dar respuesta a todas las circunstancias de nuestro hacer, y por la cual regimos nuestro pensar-hacer férreamente. Con esto perdemos el sentido de la táctica y la estrategia. Nos convertimos en un fiscal, un inspector de lo que está permitido o no según la meta ideal de tal concepción.

Cualquier desvío de la trayectoria lineal de tal meta es una transgresión a los preceptos de la vida misma, y tal transgresión debe ser censurada y castigada. Con este voluntarismo, el problema sólo cambia de contenido, la censura siempre será la misma. Todo nuestro razonamiento se hace lineal y unidimensional, pues nada puede perturbar la aplicación rigurosa de los paradigmas que hemos asumido. No hay espacio para la táctica y la estrategia, para la discusión, para la reflexión. Las cosas son como son.

Debemos estar atentos a estas limitaciones en la conformación de nuestra pericia personal. Por suerte, las mismas se reparten en proporciones desiguales, pero nunca dejemos que lleguen a sus extremos. Además, casi nunca están todas juntas en un solo individuo. Se combinan, por otra parte, con las virtudes; como la perseverancia, la honestidad, la lealtad y el coraje. Somos sujetos heterogéneos, esto nos permite construir un pensar-hacer de destrezas y deficiencias.

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